La muerte llega pronto.

por **Naosuke** Lun Oct 18, 2010 9:58 pm

Los anaranjados rayos de luz del amanecer atravesaron el cristal de la ventana de su casa. La tenue luz que proyectaban fueron suficientes para despertar a Naosuke. Éste se preparó como de costumbre para ir a su entrenamiento diario de Ninjutsu. Hoy tocaban prácticas de Taijutsu, combate desarmado.

Había llegado al área de entrenamiento: unas ruinas situadas en la periferia de Deling. El maestro, que normalmente llegaba con mucha antelación, no había llegado todavía. Naosuke permaneció expectante durante su espera. Sensei seguía sin aparecer.

-¿Sensei Masaaki? ¿Estás ahí...? ¡Sensei! - y nadie respondía.

Los treinta minutos de retraso no resultaban normales en el siempre puntual Masaaki Hatsumi, último maestro de Ninjutsu de la zona. Al respecto, Naosuke buscó por la zona apresuradamente. Sin señal suya alguna, decidió dirigirse a su casa.

Y finalmente tocó a la puerta gritando desesperadamente el apelativo de 'sensei', como alumno suyo que era. Nadie respondía, y la puerta parecía estar abierta. Esto tampoco era frecuente en su maestro, siempre oculto a las multitudes, siempre caminando en el mundo de las sombras. Cada vez más extrañado, Naosuke decidió entrar. Conforme avanzaba por el pasillo, sus pulsaciones eran cada vez más rápidas, la tensión aumentaba, aunque él se mostraba firme. Llegando al fondo del pasillo, donde se encontraba el salón vió lo que nunca hubiera imaginado:

El cadáver Masaaki Hatsumi colgaba por el cuello de una soga.

Y se frotó los ojos de la incredulidad de la situación. Naosuke se limitó a observar desde la puerta el cadáver del que durante tantos años había sido su maestro durante unos minutos. Cuando su mente volvió a la realidad, lo primero que hizo fue abrazar el cuerpo inerte del que habría sido su única figura paternal.

-¿Cómo has podido traicionar así a tus principios?

No podía creer que su maestro se hubiera suicidado, y en absoluto conocía los motivos de su acción, pues nunca contaba nada a nadie sobre sí mismo. Naosuke creía imposible el suicidio de su maestro. No podía ser un suicidio. Así, se dispuso a inspeccionar el cadáver.

Y efectivamente, encontró pequeñas gotas de sangre en sus manos, y no halló ninguna herida en su cuerpo, fue muerte por ahogamiento. Parecía como si se hubiera defendido de alguien mientras estaba siendo asfixiado.

Echó un vistazo a toda la habitación, abrió todos los cajones y armarios, y no encontró nada. No se limitó a quedarse en esa habitación, y tras tratar de encontrar pistas sin éxito en las habitaciones, volvió al pasillo y abrió el armario de las armas. Allí encontró únicamente su guadaña, su arma preferida, a la que llamó Kewashii Kama. En el mango había una inscripción que decía:

"La muerte llega pronto."

A partir de entonces, la hoz sería suya. Al cogerla y leer la inscripción no pudo evitar que una lágrima brotase de sus irritados ojos.

Naosuke se propondría entonces buscar al asesino de su maestro. La zona más transitada por el público eran las calles comerciales, y sería allí donde se dirigiría en primer lugar. Aquí, comienza su historia.

por **Naosuke** Mar Oct 19, 2010 5:31 pm

Aún eran las siete de la mañana cuando Naosuke dispuso por sí solo la incineración de su difunto maestro. Tras un largo rato de meditación, Naosuke volvió a su piso en la zona residencial con la enorme guadaña a cuestas. Para su suerte, un día como aquel a las ocho de la mañana apenas había gente circulando por las calles, por lo que no resultó incómodo ni inseguro llevarla consigo tal cual.

Al llegar, bajó al sótano, y probó la guadaña heredada sobre un saco de harina que tenía en el trastero. El corte fue perfectamente limpio, y el saco se deshizo justo por el corte transversal que Naosuke realizó. Fue entonces cuando se percató del poder de su nueva arma; también fue en aquel momento cuando él mismo se daría cuenta de que ese arma le ayudaría a vengar al maestro. La guadaña ocupaba prácticamente todo el espacio del armario que usaba para guardar katanas, shurikens y kunais de práctica. Era su primer arma de verdad.

Tras cerciorarse de que cerró bien las puertas del armario y del trastero, volvió a la calle, y fue a la tienda de artes marciales, situada cerca de las ruinas donde practicaba su entrenamiento, donde compró las armas de práctica ya mencionadas. No esperaba que allí le vendieran nada de lo común, pero era la única tienda especializada que conocía. Llegó y el dependiente saludó. El jefe del negocio parecía estar ocupado revisando el inventario. Era un anciano bajito, de pelo blanco y largo, recogido en una coleta, con ciertas facciones de carácter oriental, aunque no muy definidas. Igualmente, Naosuke se dirigió directamente al dependiente.

-Buenos días, venía buscando un buen arma de filo para la puesta en práctica de Ninjutsu.

El dependiente se dió la vuelta sorprendido y saltó de repente:

-¿Puesta en práctica de Ninjutsu? Con eso no puedes hacer más que cometer una locura, un grave error o ambas cosas.

-Eso es problema mío. - dijo Naosuke, mostrándose firme en todo momento.

-El Ninjutsu es el arte de la puñalada por la espalda, es el arte del asesinato imprevisible. ¿Qué pretendes hacer? - replicó el anciano a modo de reprimenda.

-¿Tenéis armas por ahí o no? No he venido a que mi abuelito me enseñe ahora qué está bien y qué está mal. - contestó Naosuke firmemente, aunque con cierto tono de enfado.

-Sólo tengo un intento fallido de arma, que llamé Surodoi Tsume. Son seis cuchillas que se disponen en las manos a modo de tres garras. - el anciano fue al almacén, sacó una caja cubierta de polvo y la destapó, mostrando el arma - Es simplemente un experimento inútil que no corta mucho por el mal afilado y el peso de las hojas. A no ser que eso te interese, no puedo ofrecerte otra cosa. - ofreció el anciano para relajar la situación.

-Tampoco tienen tan mala pinta, - sonrió - es cuestión de quitarle grosor a las garras y afilarlas de arriba a abajo.

-Podría hacerlo aunque cabe la posibilidad de que las cuchillas se rompan al quitarles grosor, aunque también puedo afirmar que el material del que están hechas es bastante bueno. ¿Te arriesgarías? El pago va por adelantado.

Naosuke asintió.

por **Naosuke** Mar Oct 19, 2010 8:29 pm

Y tras una larga espera y una intensa conversación con el dependiente, el anciano trajo las buenas noticias:

-Y tantos años de experiencia han dado su fruto. Aquí tienes, me han quedado bastante bien, muy ligeras, muy finas y afiladas.

-Vaya, mira por dónde, sinceramente no esperaba que lo consiguieras - bromeó -. ¿Puedo probarlas?

-Claro, pero primero te toca apoquinar. Son 15000 Guiles. - calculó mentalmente la suma de su valor sentimental más el esfuerzo y los materiales necesarios, sin importarle el dolor que le causó tal sablazo a Naosuke. Aún así, este aceptó el trato. Sólo le quedaron 200 Guiles, pero en su viaje no necesitaría más que sus dos armas y sus conocimientos sobre el Ninjutsu.

Llegó a su casa y dejó las Surodoi Tsume al lado de la Kewashii Kama, y descansaría hasta la noche. Entonces emprendería su búsqueda de la venganza.

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La muerte llega pronto.

La muerte llega pronto.

Por si un arma no fuese suficiente.

En marcha.

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