Adios, Deling
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Final Paradise :: :: Deling :: Hotel de Deling
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Adios, Deling
Procede de aquí
Pese a que era inevitable, el tiempo había jugado en su contra durante todo el día, hasta que finalmente había llegado la hora. Cruzó rápidamente el distrito comercial apenas sin mirar los escaparates, con la vista fija en el suelo, pensando en que haría después. Barajaba varias opciones en su mente, opciones como marcharse a Timber y unirse a la resistencia, a Balamb o simplemente huir del continente, camino de otra de las regiones… Pero no sabia por que, en el fondo era conocedor de que ese cambio no le proporcionaría la felicidad y tranquilidad que tanto ansiaba, solo seria otra etapa más, seguiría sintiéndose perseguido, en si, su pequeña fuga, no iba a ser para nada fructuosa. No obstante tenía algo inciso en su mente, iba a darse un último gusto antes de marcharse de Deling, una de las pocas ciudades en las que se había sentido acogido en toda su pequeña odisea. Pensaba sentarse en el bar del hotel principal de la ciudad, tomarse algo, escuchar la música en directo que brindaba el pianista y, por una vez, olvidarse de esa horrible sensación de peligro constante.
Sus pasos le guiaron a la entrada del hotel, se dio unos instantes para observar la fachada, cerró los ojos y se permitió un minuto de su tiempo que tan poco valor tenia. Percibió una ligera brisa y cierto grado de humedad en el ambiente, probablemente llovería a lo largo de la noche, eso facilitaría en parte su plan de huida, pues podría aprovechar la cierta confusión que se genera normalmente cuando llueve, colarse en un camión o un tren, seria relativamente sencillo durante el bullicio que le proporcionaría la lluvia. Llenó los pulmones de ese oxigeno un tanto cargado por el ambiente que se respiraba en la ciudad siempre activa de Deling. Abrió los ojos, miró la puerta del restaurante y sin más preámbulos atravesó la puerta con la intención de disfrutar de su última noche en aquella ciudad que tan bien se había portado con él.
-Buenas noches, bienvenido al Hotel Deling. ¿Desea una habitación?
-No, en realidad solo vengo al espectáculo de piano en el bar.
-Oh… Bien, veo que se fijó en la campaña publicitaria del hotel con motivo del desfile de la bruja… - dijo el recepcionista con un deje de decepción en la voz, al parecer la campaña publicitaria no había tenido el efecto deseado – Puede pasar al espectáculo gratuitamente, y a la primera copa invita la casa. Bienvenido…
Adler pudo intuir que como muestra de aquella osada publicidad, la gente que acudía al hotel no se hospedaba en las habitaciones, no obstante el fracaso había sido muy efímero, pues el hotel estaba a rebosar de gente, la mayoría personas trajeadas, que denotaban ser de gran importancia allá de donde provenían, al parecer el desfile de la bruja había tenido las repercusiones que el hotel había estimado, aunque ya se sabe lo que se dice… La avaricia rompe el saco. Adler hizo una ligera reverencia al empleado del hotel y se dirigió camino del bar.
No obstante, la actitud del recepcionista no hacia justicia a lo que se apreciaba a simple vista. El local estaba lleno, pero sin llegar al abarrotamiento, había varias mesas libres, la estancia se componía de una moqueta roja a modo de suelo, la cual desencadenaba en la parte superior de la habitación en una escalinata en la que había situado un gran piano de cola, el cual era tocado por una chica guapísima, de unos 20 años de edad, con una larga melena color negro azabache, la estancia estaba iluminada por una imponente lámpara de araña de color dorado colgada del techo.
El chico entró en la habitación intentando hacer el menor ruido posible, avanzó hasta una de las mesas situadas en el lado derecho de la habitación, en la cual apenas llegaba la luz de la enorme lámpara y se sentó a escuchar la armoniosa melodía del piano.
Pese a que era inevitable, el tiempo había jugado en su contra durante todo el día, hasta que finalmente había llegado la hora. Cruzó rápidamente el distrito comercial apenas sin mirar los escaparates, con la vista fija en el suelo, pensando en que haría después. Barajaba varias opciones en su mente, opciones como marcharse a Timber y unirse a la resistencia, a Balamb o simplemente huir del continente, camino de otra de las regiones… Pero no sabia por que, en el fondo era conocedor de que ese cambio no le proporcionaría la felicidad y tranquilidad que tanto ansiaba, solo seria otra etapa más, seguiría sintiéndose perseguido, en si, su pequeña fuga, no iba a ser para nada fructuosa. No obstante tenía algo inciso en su mente, iba a darse un último gusto antes de marcharse de Deling, una de las pocas ciudades en las que se había sentido acogido en toda su pequeña odisea. Pensaba sentarse en el bar del hotel principal de la ciudad, tomarse algo, escuchar la música en directo que brindaba el pianista y, por una vez, olvidarse de esa horrible sensación de peligro constante.
Sus pasos le guiaron a la entrada del hotel, se dio unos instantes para observar la fachada, cerró los ojos y se permitió un minuto de su tiempo que tan poco valor tenia. Percibió una ligera brisa y cierto grado de humedad en el ambiente, probablemente llovería a lo largo de la noche, eso facilitaría en parte su plan de huida, pues podría aprovechar la cierta confusión que se genera normalmente cuando llueve, colarse en un camión o un tren, seria relativamente sencillo durante el bullicio que le proporcionaría la lluvia. Llenó los pulmones de ese oxigeno un tanto cargado por el ambiente que se respiraba en la ciudad siempre activa de Deling. Abrió los ojos, miró la puerta del restaurante y sin más preámbulos atravesó la puerta con la intención de disfrutar de su última noche en aquella ciudad que tan bien se había portado con él.
-Buenas noches, bienvenido al Hotel Deling. ¿Desea una habitación?
-No, en realidad solo vengo al espectáculo de piano en el bar.
-Oh… Bien, veo que se fijó en la campaña publicitaria del hotel con motivo del desfile de la bruja… - dijo el recepcionista con un deje de decepción en la voz, al parecer la campaña publicitaria no había tenido el efecto deseado – Puede pasar al espectáculo gratuitamente, y a la primera copa invita la casa. Bienvenido…
Adler pudo intuir que como muestra de aquella osada publicidad, la gente que acudía al hotel no se hospedaba en las habitaciones, no obstante el fracaso había sido muy efímero, pues el hotel estaba a rebosar de gente, la mayoría personas trajeadas, que denotaban ser de gran importancia allá de donde provenían, al parecer el desfile de la bruja había tenido las repercusiones que el hotel había estimado, aunque ya se sabe lo que se dice… La avaricia rompe el saco. Adler hizo una ligera reverencia al empleado del hotel y se dirigió camino del bar.
No obstante, la actitud del recepcionista no hacia justicia a lo que se apreciaba a simple vista. El local estaba lleno, pero sin llegar al abarrotamiento, había varias mesas libres, la estancia se componía de una moqueta roja a modo de suelo, la cual desencadenaba en la parte superior de la habitación en una escalinata en la que había situado un gran piano de cola, el cual era tocado por una chica guapísima, de unos 20 años de edad, con una larga melena color negro azabache, la estancia estaba iluminada por una imponente lámpara de araña de color dorado colgada del techo.
El chico entró en la habitación intentando hacer el menor ruido posible, avanzó hasta una de las mesas situadas en el lado derecho de la habitación, en la cual apenas llegaba la luz de la enorme lámpara y se sentó a escuchar la armoniosa melodía del piano.
Última edición por Adler el Miér Oct 20, 2010 9:31 am, editado 1 vez
Adler- Genómido Guerrero
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Re: Adios, Deling
Desde que salió de Hellion, había recorrido la gran calle comercial de Deling con suma atención, atendiendo a cada una de las personas que cruzaban por la acera principal o se detenían en escaparates a observar los productos que allí se exponían. Permanecía sentado en la moto, aunque circulando a una velocidad reducida para poder distinguir bien a cada civil que se cruzaba. Por supuesto, si encontraba a alguien de aspecto similar o de rasgos ocultos, se detenía para distinguirlo con mayor precisión. Sin embargo, no logró encontrar a aquel sujeto que debía entregar.
El hecho de no tener datos de su paradero hacía que la busqueda fuese, en sí, mucho más complicada. Por tal motivo, mostraba un rostro un tanto furioso, casi rozando la decepción propia por no lograr dar con él, y por saber que si no completaba el cometido, su compañera pagaría las consecuencias.
Finalmente, y tras recorrer la totalidad de la extensa calle, se detuvo frente al imponente hotel de la ciudad. Era lujoso como ninguno, sin duda uno de los mejores lugares del continente donde poder hospedarse. Además, empezar por allí haría el resto más fácil, pues grandísima cantidad de turistas se alojaban en ese recinto, y si no tenía suerte, descartaría la pieza más grande. Así sólo necesitaría investigar en los espacios pequeños.
Con decisión, condujo su vehículo hasta las cercanías, y sin pensar demasiado donde poder dejarlo, lo estacionó. No le importaba recibir algún tipo de multa, aunque no contaba con ello, pues esperaba que su estancia en el interior del edificio fuese realmente corta.
Guardó su arma tras una gran funda de cuero, la cual introdujo en su espalda, cubierta con la gruesa y larga chaqueta que portaba, para mantenerla escondida y así no alarmar a los residentes del hotel. La pistola automática, por el contrario, la ocultó en la cintura, también cubierta por la misma prenda. Tranquilo, se adentró en la estancia.
Aquello era impresionante por dentro, un hotel adornado con todo tipo de lujos y sin vergüenza a mostrar ningún detalle. Sólo era opción para los más afortunados económicamente hablando, y él, por desgracia, no era de ese tipo de personas. Así que, en vez de buscar un alojamineto como excusa, optó por una opción más sencilla.
- ...
Comenzó a andar sin decir ni una palabra hasta el enorme bloque de recepción. Allí, con naturalidad, se situó frente a la persona que se encargaría de atenderle.
- Buenas noches, caballero. Bienvenido al Hotel Deling -una dama, vestida con el uniforme propio del hotel, le sonrió de sobremanera al otro lado del tablón.- ¿Desea pasar la noche en alguna habitación?
- No exactamente. Estoy buscando a alguien. -se apoyó contra el mesón, un poco impaciente. Odiaba ese tipo de lugares, para él no había nada como estar en casa.
La mujer le aconsejó esperar unos segundos, mientras buscaba en un pequeño estante situado debajo de ésta, una especie de libro muy ancho. Lo tomó en mano y lo situó sobre la larga mesa de recepción, para a continuación, abrirlo desde la primera página.
- ¿Se aloja aquí esa persona? -continuaba sonriendo, mostrando su blancos dientes y pestañeando con bastante frecuencia. Lloyd no comprendía como podía aguantar aquel gesto constante sin sentir molestia en las mejillas.- Dígame su nombre completo, por favor.
Fue entonces cuando se dio cuenta de aquel detalle. Desconocía su nombre por completo, así que no podría ayudarle de esa forma. Suspiró y se rascó tímidamente la cabeza, en gesto de leve desesperación. Tratando de mostrar unas palabras lo más aparentemente tranquilas y formales, continuó hablando con aquella mujer.
- Verá, se trata de un extranjero venido desde bien lejos. Su apellido es un tanto extraño, así que... lo he olvidado. -sacó la fotografía del individuo y la situó sobre el libro abierto.- Me ayudaría más si pudiera reconocerlo y hacerme saber si ha pasado por aquí.
Ella observó el retrato durante un rato. Fueron segundos, pero muy prolongados para el joven mercenario. No podía gastar ni un segundo de tiempo, cualquier minuto perdido podría resultar fatal para él y su compañera. Comenzó a mover los dedos índice y corazón de su mano derecha, la cual se apoyaba contra el tablón. Tras aquel tardío minuto de espera, la chica volvió a levantar la cabeza, mirándole a los ojos con la misma sonrisa de imbécil en la cara.
- No, lo siento. No recuerdo haberle visto.
- Estupendo... -murmuró esto último con absoluta desgana, pudiéndose interpretar como un "gracias por hacerme perder el tiempo". Acto seguido, recogió la fotografía, se la llevó de nuevo al bolsillo, y dio media vuelta para salir del establecimiento.
Sin embargo, con tan solo dos pasos recorridos, la voz de otro chico resonó a su espalda. Al parecer era otro de los encargados de la recepción, que le hizo detenerse de inmediato.
- ¡Espere! -mencionó, dirigiéndose a Lloyd.- Ese muchacho que busca llegó aquí hace escasos veinte minutos.
Qué suerte había tenido. ¿Le estarían tomando el pelo? Se giró para mirar al muchacho, sin adelantarse de todos modos, para escuchar desde esa misma posición. No abrió la boca para decir nada, prefirió tomar nota de lo que podía decirle aquel individuo.
- Vino para escuchar el espectáculo de piano. No lo he visto salir, así que ahora mismo debe estar en el restaurante principal.
No necesitó más. Justo cuando mencionaron su paradero, el peligrisáceo se adentró en la estancia con paso ligero, desfilando por la derecha de la mesa de bienvenida. Ni siquiera mencionó un "gracias". Tan sólo se dirigió a aquellos dos empleados con gran seriedad, mientras caminaba hacia el restaurante, dejándolos a su espalda.
- Pagaré después.
Ellos se miraron incrédulos, encogiéndose de hombros a la vez, mientras los pasos de Lloyd ya quedaban a lo lejos. Atravesó una gran compuerta dividida en dos más pequeñas, de las que había que empujar para que deslizaran hacia delante con facilidad. Antes de que pudiese darse cuenta, ya se encontraba en el lugar deseado.
- "Debe estar por aquí..."
Sus ojos bailaron de un lugar a otro, buscando con rapidez entre una de las miles de mesas donde se sentaban grandísimas cantidades de personas. El habitáculo era muy bonito, con inmensos ventanales decorados de vistosas cortinas de tela. La moqueta era roja, la cual ocupaba todo el el recinto por grande que fuese. En el techo, una lámpara de araña de dimensiones descomunales, y a un lado izquierdo, tres pequeños escalones que daban con el bloque dedicado al teatro y la interpretación. Allí se sentaba, acompañada de un lujoso piano, una mujer que tocaba de un modo exquisito.
Sin embargo, sin prestar ni un solo ápice de atención a la melodía, continuó buscando en cada uno de los rincones. Si no le habían mentido, su presa debía ocultarse entre aquella multitud de personas, sin opciones a escapar de sus ojos.
Y, efectivamente, allí estaba él. Por fín lo había encontrado. Miró varias veces la fotografía para asegurarse de que se trataba de él y no de una persona equivocada, pero no había duda. Aquel tipo era el que habían encargado para entregar el día del desfile, y al cual estaba dispuesto a llevar vivo o muerto, tal como se propuso. No le gustaba hacer aquel trabajo sucio, pero se ganaba la vida de esa forma, y esta vez tenía algo muy importante en juego.
Con paso lento se fue acercando. Actuó de forma normal para no levantar sospechas y analizó el lugar donde estaba a punto de comenzar con su, vista la situación, improvisado plan. Era idóneo, aquel muchacho se encontraba completamente solo, sin nadie más en la mesa que pudiese ayudarle. Además, la zona en la que se situaba poseía algo menos de iluminación que el resto, lo cual le permitiría actuar con mayor seguridad.
Fue cuestión de segundos que el mercenario llegase hasta la mesa ocupada, y con soltura, se sentara justo en frente del peliblanco.
Saludó muy amablamente con la mano alzada y la sonrisa postrada en la cara, una clara actuación en vista de los demás, que no tendrían ni idea de lo que realmente planeaba. Ante la incertidumbre de Adler, Lloyd decidió comenzar. Debía aprovechar aquel momento, pues quizás, si se trataba de un tipo peligroso, no tendría oportunidades como aquella. Sin ser detectado, y baje el blanco mantel de la mesa, realizó el primer movimiento.
- Hay una pistola apuntándote directamente justo debajo de la mesa. -le comentó seco, sin pelos en la lengua. Mantenía un bajo tono de voz, si decía aquello más fuerte podría montarse una buena.- Actúa con normalidad. No te levantes y no hagas demasiado ruido. Podemos hablar tranquilamente, pero si haces cualquier movimiento extraño, te mato.
Una manera brusca de empezar las cosas. A eso lo llaman ir al grano.
Lloyd- Humano Guerrero
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Re: Adios, Deling
Seguía en su mesa, escuchando atentamente la melodía que aquella artista interpretaba con su piano, el local estaba tranquilo, las personas de las mesas no elevaban la voz a mas de lo que podía resultar una cháchara coloquial con el fin de no importunar a los que deseasen seguir el concierto, al contrario de lo que creía, había mas personas en la situación de Adler, gente sentada sola en una mesa sin pedir nada, aparentemente eran entendidos de música, ya que seguían la melodía tamborileando los dedos o con los pies. Al chico le hacia gracia pensar que alguno de ellos solo trataba de hacerse el interesante con el fin de atraer a alguna de las chicas que por ahí pudiese pasarse, pero, por sus caras de galanes, seguramente todos se Irian a sus casas con lo mismo que habían venido. El chico miró el gran reloj de cuco que, a modo de decoración, se encostraba en uno de los laterales de la sala, ya habían pasado veinte minutos mas o menos desde su llegada al hotel, y a el le habían parecido segundos. Adler sonrió ante esta idea, pues, por una vez en mucho tiempo, había tenido la sensación de que el tiempo volaba, pues se encontraba cómodo y se lo estaba pasando bien. El chico bajo la cabeza un instante, recapacitando acerca de todas estas sensaciones, y sintió una cierta calidez en su interior, calidez que en realidad no recordaba haber sentido nunca antes.
La puerta del local se abrió de nuevo entonces dando paso a un chico de pelo grisáceo, y una larga chaqueta oscura que le cubría casi todo el cuerpo. Por algún motivo, este chico tenia algo extraño, algo que lo diferenciaba del resto de personas que se encontraban en la misma habitación y al instante supo con exactitud que era, tras recorrer la habitación con sus ojos un par de veces, el muchacho sacó una fotografía del bolsillo de su chaqueta y empezó a recorrer la habitación con la mirada… Antes de que sus ojos se posasen en la posición de Adler, este cambió la mirada, buscando algo que reflejase la posición del desconocido en la habitación, finalmente consiguió visualizar al extraño en un espejo situado en la pared, este miraba la fotografía y a Adler repetidas veces, constatando que el hombre de la fotografía y el que estaba ante sus ojos se correspondían. Una vez estuvo seguro, el nuevo peliblanco comenzó a andar decididamente entre las mesas del restaurante camino de la suya.
-“Y entonces el gato sacó las garras…” – se dijo a si mismo Adler, mientras por debajo de la mesa desenfundaba sin ser visto su revolver a la espera de los hechos que podrían desarrollarse en los próximos instantes.
El chico cerró los ojos e intentó seguir al sujeto con el oído, localizando sus pasos cada vez mas cerca de si, esperaba el sonido de un arma amartillándose o el sonido metálico que produce el desenfunde de una espada o un cuchillo, no obstante y contra todo pronostico, el amenazador personaje simplemente se sentó en frente de Adler, y lo saludó con la mano. Este levantó la vista, y lo miró con cierto toque de incertidumbre en la mirada, ¿Quién era este tipo?, ¿por que se sentaba frente a el en vez de comenzar una batalla?, ¿Acaso era un sádico que prefería hablar con sus presas antes de cazarlas?
- Hay una pistola apuntándote directamente justo debajo de la mesa. –dijo el chico de pelo grisáceo sin ningún tipo de miramiento.- Actúa con normalidad. No te levantes y no hagas demasiado ruido. Podemos hablar tranquilamente, pero si haces cualquier movimiento extraño, te mato.
Adler suspiró hondo y miró fijamente a su, al parecer, enemigo. Exploró sus ojos, aunque no hacia falta ser una lumbrera para saber que no se estaba marcando un farol, era el tipo de persona que no teme a nada, que lo ha visto todo en la vida, que estaría dispuesto a matar y morir para cumplir sus objetivos.
-Vaya… Veo que eres el más simpatico de tu casa... Encantado de conocerte yo también… Perdona que comience yo el bombardeo, pero solo serán tres preguntitas de nada… ¿Quién eres?, ¿Qué quieres? Y ¿Quién te envía?... – Soltó Adler en el tono mas despreocupado que le fue posible.
Sabia que este tío de pondría en plan bravido, pero no quería tomar desde el principio una posición violenta, seguramente tendrían que llegar a las armas, pero cuanto mas tiempo pudiese posponerlo y mas información pudiese sacarle mejor. Los dos se miraron fijamente durante unos segundos, Adler pensó en comentarle también lo del “pequeño” amiguito que aguardaba ansioso el combate debajo de la mesa, pero prefería no fanfarronear en post de contar con el factor sorpresa…
La puerta del local se abrió de nuevo entonces dando paso a un chico de pelo grisáceo, y una larga chaqueta oscura que le cubría casi todo el cuerpo. Por algún motivo, este chico tenia algo extraño, algo que lo diferenciaba del resto de personas que se encontraban en la misma habitación y al instante supo con exactitud que era, tras recorrer la habitación con sus ojos un par de veces, el muchacho sacó una fotografía del bolsillo de su chaqueta y empezó a recorrer la habitación con la mirada… Antes de que sus ojos se posasen en la posición de Adler, este cambió la mirada, buscando algo que reflejase la posición del desconocido en la habitación, finalmente consiguió visualizar al extraño en un espejo situado en la pared, este miraba la fotografía y a Adler repetidas veces, constatando que el hombre de la fotografía y el que estaba ante sus ojos se correspondían. Una vez estuvo seguro, el nuevo peliblanco comenzó a andar decididamente entre las mesas del restaurante camino de la suya.
-“Y entonces el gato sacó las garras…” – se dijo a si mismo Adler, mientras por debajo de la mesa desenfundaba sin ser visto su revolver a la espera de los hechos que podrían desarrollarse en los próximos instantes.
El chico cerró los ojos e intentó seguir al sujeto con el oído, localizando sus pasos cada vez mas cerca de si, esperaba el sonido de un arma amartillándose o el sonido metálico que produce el desenfunde de una espada o un cuchillo, no obstante y contra todo pronostico, el amenazador personaje simplemente se sentó en frente de Adler, y lo saludó con la mano. Este levantó la vista, y lo miró con cierto toque de incertidumbre en la mirada, ¿Quién era este tipo?, ¿por que se sentaba frente a el en vez de comenzar una batalla?, ¿Acaso era un sádico que prefería hablar con sus presas antes de cazarlas?
- Hay una pistola apuntándote directamente justo debajo de la mesa. –dijo el chico de pelo grisáceo sin ningún tipo de miramiento.- Actúa con normalidad. No te levantes y no hagas demasiado ruido. Podemos hablar tranquilamente, pero si haces cualquier movimiento extraño, te mato.
Adler suspiró hondo y miró fijamente a su, al parecer, enemigo. Exploró sus ojos, aunque no hacia falta ser una lumbrera para saber que no se estaba marcando un farol, era el tipo de persona que no teme a nada, que lo ha visto todo en la vida, que estaría dispuesto a matar y morir para cumplir sus objetivos.
-Vaya… Veo que eres el más simpatico de tu casa... Encantado de conocerte yo también… Perdona que comience yo el bombardeo, pero solo serán tres preguntitas de nada… ¿Quién eres?, ¿Qué quieres? Y ¿Quién te envía?... – Soltó Adler en el tono mas despreocupado que le fue posible.
Sabia que este tío de pondría en plan bravido, pero no quería tomar desde el principio una posición violenta, seguramente tendrían que llegar a las armas, pero cuanto mas tiempo pudiese posponerlo y mas información pudiese sacarle mejor. Los dos se miraron fijamente durante unos segundos, Adler pensó en comentarle también lo del “pequeño” amiguito que aguardaba ansioso el combate debajo de la mesa, pero prefería no fanfarronear en post de contar con el factor sorpresa…
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Re: Adios, Deling
- Vaya… Veo que eres el más simpatico de tu casa... Encantado de conocerte yo también… Perdona que comience yo el bombardeo, pero solo serán tres preguntitas de nada… ¿Quién eres?, ¿Qué quieres? Y ¿Quién te envía?...
No iba a ser fácil. Demostró tener agallas y un par de huevos para sobreponerse a aquella pequeña encerrona que había preparado el mercenario.
Lloyd no tenía muy claro cuales eran las cualidades de ese tipo, pero sólo por el descaro de su comentario, podía intuir que se trataba de alguien seguro de sí mismo y con destreza suficiente como para desenvolverse de situaciones peliagudas como aquella. Sonrió con escasez, dejando una curvatura en sus labios muy leve, suficiente como para otorgarle el nombre de risa irónica. Ya había barajado la posibilidad de que se tratase de un individuo de tales cualidades, así que tampoco le sorprendió en lo más mínimo. Continuó apuntando con la pistola al genómido, sin dejar de transmitir esa confianza propia en sus ojos carmesís. El dedo indice penetró con lentitud en la hendidura del gatillo, sin llegar a accionarlo. No era de los que mataban a personas sin al menos designarlos bajo su propia mirada como auténticos cabronazos.
- Un tipo duro, ¿eh? -deslizó la mirada un mero instante hacia el resto del local. Todos seguían en su burbuja, lo cual daba a entender que nadie se había percatado de aquella situación. - Siento decirte que no estoy obligado a responder.
Por el tono de voz que había usado su objetivo, al menos pudo saber que le estaba siguiendo el juego. No había realizado ningún movimiento que llamase la atención, y tampoco elevado el volumen para ser escuchado. Muchos pensarían en ese caso que acató las órdenes de Lloyd por miedo a ser fusilado, pero no fue así. Demostró su orgullo y su fe en sí mismo con sus gestos, palabras y tranquilidad. Era alguien que no se dejaría doblegar. Una persona de las que le gustaban al joven de pelo grisáceo. Un persona de sus mismas cualidades.
- Sin embargo, te daré una pequeña pista. Los tíos como tú no merecen morir sin saber por qué.
Un hombre delgado, camarero muy formal bien reconocido por su vestimenta, se acercó a la mesa donde se instalaban ambos jóvenes. Preguntó si deseaban algo, a lo que ambos negaron, dándole a entender que sólo disfrutarían de la melodía de la pianista. Era sorprendente la naturalidad con la que actuaban. Nadie podría darse cuenta de lo que realmente se cocía en aquel rincón del gigantesco salón. Cuando el empleado se alejó de la zona, prosiguió con lo que antes le decía.
- Tu cabeza tiene un precio más alto que cualquiera de los lujos que puedas imaginar. -por la manera en que lo dijo, daría a entender que se trataba de una escandalosa cifra de dinero. Evidentemente, no era el caso.- Así que más o menos ya podrás imaginarte por qué estoy aquí.
Observó con detalle todos sus movimientos. Uno de sus brazos permanecía escayolado, cubierto por un fuerte vendaje de gran volumen. El otro no se mostraba por encima de la mesa, sino que se mantenía escondido, igual que el suyo. Y había sido así desde que llegó, lo cual no llamaba la atención demasiado, pero sí la de alguien tan observador como él. Imaginó que tenía algún tipo de truco, pero no dijo nada al respecto. Si comentaba cualquier cosa podría empezar el fuego en alto con brevedad, y deseaba saber algunas cosas más antes de pasar a la acción.
- Ahora te preguntaré algo yo. -mantenía su mirada muy atenta a cualquier movimiento fuera de lo normal, y los sentidos muy agudizados por si debía emplear una acción rápida ante cualquier percance.- ¿Por qué te buscan?
No le interesaba nada más. Su nombre carecía de importancia, y su estancia en el hotel, también. Sólo deseaba entender por qué le perseguían, ya que, después de todo, se encontraba allí por "obligación" más que por devoción. Detestaba trabajar para ese maldito ejército de Galbadia, y asesinar a un posible inocente no le convertía en mercenario, sino en un criminal. Aún así, si debía llegar a matarlo, lo haría. Estaba en juego algo mucho más importante que, a su juicio, la vida de un desconocido como Adler.
No iba a ser fácil. Demostró tener agallas y un par de huevos para sobreponerse a aquella pequeña encerrona que había preparado el mercenario.
Lloyd no tenía muy claro cuales eran las cualidades de ese tipo, pero sólo por el descaro de su comentario, podía intuir que se trataba de alguien seguro de sí mismo y con destreza suficiente como para desenvolverse de situaciones peliagudas como aquella. Sonrió con escasez, dejando una curvatura en sus labios muy leve, suficiente como para otorgarle el nombre de risa irónica. Ya había barajado la posibilidad de que se tratase de un individuo de tales cualidades, así que tampoco le sorprendió en lo más mínimo. Continuó apuntando con la pistola al genómido, sin dejar de transmitir esa confianza propia en sus ojos carmesís. El dedo indice penetró con lentitud en la hendidura del gatillo, sin llegar a accionarlo. No era de los que mataban a personas sin al menos designarlos bajo su propia mirada como auténticos cabronazos.
- Un tipo duro, ¿eh? -deslizó la mirada un mero instante hacia el resto del local. Todos seguían en su burbuja, lo cual daba a entender que nadie se había percatado de aquella situación. - Siento decirte que no estoy obligado a responder.
Por el tono de voz que había usado su objetivo, al menos pudo saber que le estaba siguiendo el juego. No había realizado ningún movimiento que llamase la atención, y tampoco elevado el volumen para ser escuchado. Muchos pensarían en ese caso que acató las órdenes de Lloyd por miedo a ser fusilado, pero no fue así. Demostró su orgullo y su fe en sí mismo con sus gestos, palabras y tranquilidad. Era alguien que no se dejaría doblegar. Una persona de las que le gustaban al joven de pelo grisáceo. Un persona de sus mismas cualidades.
- Sin embargo, te daré una pequeña pista. Los tíos como tú no merecen morir sin saber por qué.
Un hombre delgado, camarero muy formal bien reconocido por su vestimenta, se acercó a la mesa donde se instalaban ambos jóvenes. Preguntó si deseaban algo, a lo que ambos negaron, dándole a entender que sólo disfrutarían de la melodía de la pianista. Era sorprendente la naturalidad con la que actuaban. Nadie podría darse cuenta de lo que realmente se cocía en aquel rincón del gigantesco salón. Cuando el empleado se alejó de la zona, prosiguió con lo que antes le decía.
- Tu cabeza tiene un precio más alto que cualquiera de los lujos que puedas imaginar. -por la manera en que lo dijo, daría a entender que se trataba de una escandalosa cifra de dinero. Evidentemente, no era el caso.- Así que más o menos ya podrás imaginarte por qué estoy aquí.
Observó con detalle todos sus movimientos. Uno de sus brazos permanecía escayolado, cubierto por un fuerte vendaje de gran volumen. El otro no se mostraba por encima de la mesa, sino que se mantenía escondido, igual que el suyo. Y había sido así desde que llegó, lo cual no llamaba la atención demasiado, pero sí la de alguien tan observador como él. Imaginó que tenía algún tipo de truco, pero no dijo nada al respecto. Si comentaba cualquier cosa podría empezar el fuego en alto con brevedad, y deseaba saber algunas cosas más antes de pasar a la acción.
- Ahora te preguntaré algo yo. -mantenía su mirada muy atenta a cualquier movimiento fuera de lo normal, y los sentidos muy agudizados por si debía emplear una acción rápida ante cualquier percance.- ¿Por qué te buscan?
No le interesaba nada más. Su nombre carecía de importancia, y su estancia en el hotel, también. Sólo deseaba entender por qué le perseguían, ya que, después de todo, se encontraba allí por "obligación" más que por devoción. Detestaba trabajar para ese maldito ejército de Galbadia, y asesinar a un posible inocente no le convertía en mercenario, sino en un criminal. Aún así, si debía llegar a matarlo, lo haría. Estaba en juego algo mucho más importante que, a su juicio, la vida de un desconocido como Adler.
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Re: Adios, Deling
-Un tipo duro, ¿eh? –dijo el recién llegado, Adler giró la cabeza para ojear el resto del local, nadie se había percatado de lo que se cocía debajo de la mesa. - Siento decirte que no estoy obligado a responder.
Por desgracia no iba a adquirir respuestas, al parecer este tipo sabia exactamente lo mismo que el, absolutamente nada. Dejo caer un suspiro, pues al parecer no iba a sacar nada en limpio de esta conversación, no obstante, debía admitir que este chico le intrigaba, no era el típico bocazas, era lo mas parecido a un rival digno que había conocido en toda su vida.
-Sin embargo, te daré una pequeña pista. Los tíos como tú no merecen morir sin saber por qué.
¿Otro farol? Adler lo miró fijamente intentando ver en sus facciones algo que detonase si era real o falso ese comentario, en pleno escudriño no verbal, llegó uno de los camareros del bar, preguntando si deseaban algo, los dos negaron con la cabeza y el camarero se marchó en busca de otra mesa. Cuando se hubo marchado el camarero, el peligrisaceo continuó.
-Tu cabeza tiene un precio más alto que cualquiera de los lujos que puedas imaginar. –vaya, asíque eso era él y esa era la razón por la que estaba aquí… Era un mercenario, un mandado, no era él el que le buscaba, en parte se sentía decepcionado.- Así que más o menos ya podrás imaginarte por qué estoy aquí.
Adler dejó que se hiciese el silencio durante unos instantes, escudriñó a su “enemigo” durante unos segundos, y pudo percatarse de cómo este miraba fijamente su brazo derecho, el cual permanecía envuelto por la escayola, no intentó ocultarlo, pues cuanto menos supiese lo que ese brazo significaba mejor para ambos.
-Así que… Eres un mercenario, ¿no? – Dijo Adler con un deje de desilusión en su voz – Con lo que… En realidad… No sabes nada…
El chico empezaba a impacientarse, el chico que tenia delante, pese al parecer tan inteligente, no sabia nada que pudiese ayudarle. Aunque intentaba que no se le notase demasiado, cualquier reflejo que le delatase podría causar su propia muerte. Realmente le caía bien este mercenario, tal vez en otras circunstancias… Adler desconectó durante unos segundos, inmerso en sus propios pensamientos…
-¿Por qué te buscan?- Preguntó el mercenario denotando cierto interés, al parecer le había subestimado, tal vez no era un simple mercenario, tal vez de verdad le interesaba su historia.
-Sabes… Esa es una buena pregunta.- dijo Adler al mercenario mientras echaba su silla hacia atrás haciendo que chirriase levemente, acomodó su revolver y apuntó con el cañón a lo que aproximadamente era el estomago del mercenario, Adler no podía continuar en ese lugar, si aquel mercenario había conseguido encontrarle… Cualquier persona podría hacerlo.
Aquello había durado demasiado ya, estaba comenzando a cansarse de algo así, por un instante se imaginó a cientos y cientos de mercenarios entrando por la puerta del restaurante, cosa que hacia que sintiese en su interior una ingente sensación de agobio, debía largarse de una vez.
-Ha sido un placer hablar contigo, pero creo que debo irme ya… Y puesto que parece que no avanza nuestra conversación, pues tu no dispones de la informacion la cual yo preciso… - dijo Adler levantandose, sabia que eso no iba a ser tan fácil, pero no iba a conseguir salir de esa de rositas, si iban a comenzar las hostilidades mejor contra el peligrisaceo únicamente que contra todo un ejército de mercenarios.
Hizo ademán de levantarse de la silla, con el revolver aun en la mano, esto había empezado mal, e iba a acabar peor. Había llegado la hora de que se midiese de verdad al mercenario.
Por desgracia no iba a adquirir respuestas, al parecer este tipo sabia exactamente lo mismo que el, absolutamente nada. Dejo caer un suspiro, pues al parecer no iba a sacar nada en limpio de esta conversación, no obstante, debía admitir que este chico le intrigaba, no era el típico bocazas, era lo mas parecido a un rival digno que había conocido en toda su vida.
-Sin embargo, te daré una pequeña pista. Los tíos como tú no merecen morir sin saber por qué.
¿Otro farol? Adler lo miró fijamente intentando ver en sus facciones algo que detonase si era real o falso ese comentario, en pleno escudriño no verbal, llegó uno de los camareros del bar, preguntando si deseaban algo, los dos negaron con la cabeza y el camarero se marchó en busca de otra mesa. Cuando se hubo marchado el camarero, el peligrisaceo continuó.
-Tu cabeza tiene un precio más alto que cualquiera de los lujos que puedas imaginar. –vaya, asíque eso era él y esa era la razón por la que estaba aquí… Era un mercenario, un mandado, no era él el que le buscaba, en parte se sentía decepcionado.- Así que más o menos ya podrás imaginarte por qué estoy aquí.
Adler dejó que se hiciese el silencio durante unos instantes, escudriñó a su “enemigo” durante unos segundos, y pudo percatarse de cómo este miraba fijamente su brazo derecho, el cual permanecía envuelto por la escayola, no intentó ocultarlo, pues cuanto menos supiese lo que ese brazo significaba mejor para ambos.
-Así que… Eres un mercenario, ¿no? – Dijo Adler con un deje de desilusión en su voz – Con lo que… En realidad… No sabes nada…
El chico empezaba a impacientarse, el chico que tenia delante, pese al parecer tan inteligente, no sabia nada que pudiese ayudarle. Aunque intentaba que no se le notase demasiado, cualquier reflejo que le delatase podría causar su propia muerte. Realmente le caía bien este mercenario, tal vez en otras circunstancias… Adler desconectó durante unos segundos, inmerso en sus propios pensamientos…
-¿Por qué te buscan?- Preguntó el mercenario denotando cierto interés, al parecer le había subestimado, tal vez no era un simple mercenario, tal vez de verdad le interesaba su historia.
-Sabes… Esa es una buena pregunta.- dijo Adler al mercenario mientras echaba su silla hacia atrás haciendo que chirriase levemente, acomodó su revolver y apuntó con el cañón a lo que aproximadamente era el estomago del mercenario, Adler no podía continuar en ese lugar, si aquel mercenario había conseguido encontrarle… Cualquier persona podría hacerlo.
Aquello había durado demasiado ya, estaba comenzando a cansarse de algo así, por un instante se imaginó a cientos y cientos de mercenarios entrando por la puerta del restaurante, cosa que hacia que sintiese en su interior una ingente sensación de agobio, debía largarse de una vez.
-Ha sido un placer hablar contigo, pero creo que debo irme ya… Y puesto que parece que no avanza nuestra conversación, pues tu no dispones de la informacion la cual yo preciso… - dijo Adler levantandose, sabia que eso no iba a ser tan fácil, pero no iba a conseguir salir de esa de rositas, si iban a comenzar las hostilidades mejor contra el peligrisaceo únicamente que contra todo un ejército de mercenarios.
Hizo ademán de levantarse de la silla, con el revolver aun en la mano, esto había empezado mal, e iba a acabar peor. Había llegado la hora de que se midiese de verdad al mercenario.
Adler- Genómido Guerrero
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Re: Adios, Deling
Adler le hizo saber algo. Y es que él tampoco tenía idea de por qué le buscaban, eso fue lo único que pudo deducir tras su confusa respuesta. Era una persona que había estado rehuyendo al ejército de Galbadia durante un periodo desconocido de tiempo, y que vivía para contarlo. Un individuo bastante interesante, aunque apostaba que no había recorrido un camino de rosas para llegar hasta allí.
Lloyd continuó disimulando con asombrosa naturalidad, incluso realizaba detalles cotidianos como el interés por mirar su reloj de mano, claramente para fingir y no levantar sospechas. El tiempo pasaba lento, y aunque era un chico muy tranquilo, sentía cierto nerviosismo frente a aquel extraño muchacho. No le temblaba el pulso en absoluto si tenía que matarlo, y no temía para nada su arrogancia, pues por la boca muere el pez. Sabía que sería un guerrero de cualidades similares a las suyas, y que aunque pudiera resultarle complicado, sería capaz de darle caza. Acarició su arma de fuego con la yema de los dedos, silencioso y precavido. Como ya antes había podido observar, sabía que Adler también guardaba un truco bajo la manga, o en este caso, bajo la mesa. Escuchó atentamente lo que, tras un minuto de silencio, tuvo que decirle el genómido.
- Ha sido un placer hablar contigo, pero creo que debo irme ya… Y puesto que parece que no avanza nuestra conversación, pues tú no dispones de la información la cual yo preciso...
Mientras decía aquello, el de pelo blanco hizo gesto de levantarse de la silla para cumplir su palabra. Verdaderamente estaba dispuesto a marcharse. Lloyd continuó sentado en su sitio sin inmutarse apenas por el gesto, y simplemente murmuró unas palabras, mirando la enorme carta de banquetes que había depositada sobre el mantel del mesón.
- ¿Acaso no te he dicho que no te levantes?
Sujetaba el folleto con una mano. La otra estaba guardada bajo la cortina de tela que caía del tablón de la mesa. Dejó de mirar la carta y dirigió sus ojos hacia el que era su objetivo, que había amagado simplemente con ponerse en pie, pero que tras el comentario del mercenario, no había llegado a hacerlo. Sonrió de medio lado, cuando comprobó que, nuevamente, nadie se había percatado todavía de lo que podía avecinarse.
- Hablaré claro, ya que puede que no me explicase bien.
Recostó su espalda hacia atrás y posó una de sus piernas sobre la rodilla de la otra, cruzándolas con un deje de aburrimiento. Era evidente que debía mantener aquel papel de tipo duro si quería no solo captar la atención de Adler, sino que además, y aunque fuese con poca probabilidad, lograr intimidarlo. Además, era su estilo. Aquello de guardar la compostura, tras el amago del genómido, había empezado a molestarle un poco.
- Tienes dos opciones. La primera es bien sencilla. -comenzó a hablar, despacio, mirando todavía la carta. Aunque se mostraba ya como un individuo alejado de la formalidad, aún disimulaba ojeando aquel cartón plastificado. -Tú te rindes, yo te entrego, y además obtengo lo que busco. Así me limpió las manos y no se monta ningún escándalo.
Hizo una pausa. Aunque ya podía imaginarse lo que vendría a continuación, el muchacho perseguido por el imperio de Galbadia mostró síntomas de interés ante aquellas sugerencias. Posiblemente, al igual que Lloyd, no podía resistir la tentación de responder a tan egocéntricas palabras. Así pues, esperó paciente a que el mercenario terminase de hablar.
- La segunda va más con tu estilo. -fue entonces cuando sí desvió la mirada hacia él, dejando la carta lejos de sus ojos. Continuó pronunciando palabras en un tono mucho más amenazante. - Yo te mato, te entrego sin resistencia alguna, y me gano de igual manera mi merecida recompensa.
En milésimas de segundo, sacó la pistola bajo el mantel y, con excelente habilidad, la ocultó dejando caer sobre ella la carta de comidas. Ambos lados del cañón quedaron escondidos tras las páginas del folleto, impidiendo así que nadie pudiese darse cuenta. Era evidente que aquel gesto llamaría la atención de algunos curiosos, ya que no era muy normal apuntar a la cabeza de tu acompañante con el libro del restaurante. Sin embargo, estaba seguro de que así al menos ganaría algo de tiempo, ya que le tomarían más por algún tipo de friki que por alguien peligroso.
El único capaz de ver la boca del arma era su actual enemigo, que ahora era apuntado directamente bajo la propia mirada, y no a escondidas. Lloyd sonrió y le habló una última vez, antes de tomar la decisión de apretar el gatillo y matarlo allí mismo. Quería darle sus opciones.
- ¿Por qué no muestras tu juguete? - inclinó un poco la cabeza, señalando hacía el lugar inferior de la mesa. No dejaba de apuntarle.- Sé que ocultas algo.
Ya no podría esconderse por mucho más tiempo. Aquel gesto sólo le daría un par de minutos hasta que algún desafortunado decidiese mirar de cerca qué ocurría de verdad. O por el contrario, hasta que el genómido actuase de la misma forma que él. ¿Sería capaz de llamar la atención aún más en un espacio público como era aquel?
Lloyd continuó disimulando con asombrosa naturalidad, incluso realizaba detalles cotidianos como el interés por mirar su reloj de mano, claramente para fingir y no levantar sospechas. El tiempo pasaba lento, y aunque era un chico muy tranquilo, sentía cierto nerviosismo frente a aquel extraño muchacho. No le temblaba el pulso en absoluto si tenía que matarlo, y no temía para nada su arrogancia, pues por la boca muere el pez. Sabía que sería un guerrero de cualidades similares a las suyas, y que aunque pudiera resultarle complicado, sería capaz de darle caza. Acarició su arma de fuego con la yema de los dedos, silencioso y precavido. Como ya antes había podido observar, sabía que Adler también guardaba un truco bajo la manga, o en este caso, bajo la mesa. Escuchó atentamente lo que, tras un minuto de silencio, tuvo que decirle el genómido.
- Ha sido un placer hablar contigo, pero creo que debo irme ya… Y puesto que parece que no avanza nuestra conversación, pues tú no dispones de la información la cual yo preciso...
Mientras decía aquello, el de pelo blanco hizo gesto de levantarse de la silla para cumplir su palabra. Verdaderamente estaba dispuesto a marcharse. Lloyd continuó sentado en su sitio sin inmutarse apenas por el gesto, y simplemente murmuró unas palabras, mirando la enorme carta de banquetes que había depositada sobre el mantel del mesón.
- ¿Acaso no te he dicho que no te levantes?
Sujetaba el folleto con una mano. La otra estaba guardada bajo la cortina de tela que caía del tablón de la mesa. Dejó de mirar la carta y dirigió sus ojos hacia el que era su objetivo, que había amagado simplemente con ponerse en pie, pero que tras el comentario del mercenario, no había llegado a hacerlo. Sonrió de medio lado, cuando comprobó que, nuevamente, nadie se había percatado todavía de lo que podía avecinarse.
- Hablaré claro, ya que puede que no me explicase bien.
Recostó su espalda hacia atrás y posó una de sus piernas sobre la rodilla de la otra, cruzándolas con un deje de aburrimiento. Era evidente que debía mantener aquel papel de tipo duro si quería no solo captar la atención de Adler, sino que además, y aunque fuese con poca probabilidad, lograr intimidarlo. Además, era su estilo. Aquello de guardar la compostura, tras el amago del genómido, había empezado a molestarle un poco.
- Tienes dos opciones. La primera es bien sencilla. -comenzó a hablar, despacio, mirando todavía la carta. Aunque se mostraba ya como un individuo alejado de la formalidad, aún disimulaba ojeando aquel cartón plastificado. -Tú te rindes, yo te entrego, y además obtengo lo que busco. Así me limpió las manos y no se monta ningún escándalo.
Hizo una pausa. Aunque ya podía imaginarse lo que vendría a continuación, el muchacho perseguido por el imperio de Galbadia mostró síntomas de interés ante aquellas sugerencias. Posiblemente, al igual que Lloyd, no podía resistir la tentación de responder a tan egocéntricas palabras. Así pues, esperó paciente a que el mercenario terminase de hablar.
- La segunda va más con tu estilo. -fue entonces cuando sí desvió la mirada hacia él, dejando la carta lejos de sus ojos. Continuó pronunciando palabras en un tono mucho más amenazante. - Yo te mato, te entrego sin resistencia alguna, y me gano de igual manera mi merecida recompensa.
En milésimas de segundo, sacó la pistola bajo el mantel y, con excelente habilidad, la ocultó dejando caer sobre ella la carta de comidas. Ambos lados del cañón quedaron escondidos tras las páginas del folleto, impidiendo así que nadie pudiese darse cuenta. Era evidente que aquel gesto llamaría la atención de algunos curiosos, ya que no era muy normal apuntar a la cabeza de tu acompañante con el libro del restaurante. Sin embargo, estaba seguro de que así al menos ganaría algo de tiempo, ya que le tomarían más por algún tipo de friki que por alguien peligroso.
El único capaz de ver la boca del arma era su actual enemigo, que ahora era apuntado directamente bajo la propia mirada, y no a escondidas. Lloyd sonrió y le habló una última vez, antes de tomar la decisión de apretar el gatillo y matarlo allí mismo. Quería darle sus opciones.
- ¿Por qué no muestras tu juguete? - inclinó un poco la cabeza, señalando hacía el lugar inferior de la mesa. No dejaba de apuntarle.- Sé que ocultas algo.
Ya no podría esconderse por mucho más tiempo. Aquel gesto sólo le daría un par de minutos hasta que algún desafortunado decidiese mirar de cerca qué ocurría de verdad. O por el contrario, hasta que el genómido actuase de la misma forma que él. ¿Sería capaz de llamar la atención aún más en un espacio público como era aquel?
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Re: Adios, Deling
Adler escuchó atentamente las opciones que el peligrisaceo le brindaba, a fin de cuentas no era nada inesperado, podía rendirse o luchar. Mientras el mercenario se explayaba en su explicación, Adler recorrió varias veces la habitación con la mirada, pensando lo que estaba apunto de ocurrir, sabia que no conseguiría matar a su adversario con facilidad, pero debía buscar la manera de escapar del sitio causando el menor numero de daños colaterales posibles. Aun con todas estas ideas revoloteando por su cabeza, el chico seguía sin dar muestras de nerviosismo, de echo seguía manteniendo esa actitud socarrona y de completa autoconfianza, que quizás le hacia parecer un rival mas duro de lo que en realidad era. Una vez el mercenario concluyó la explicación sobre sus intenciones, Adler lo miró fijamente escudriñando en su interior, sabia que no era el oro lo que lo motivaba a luchar contra él, había algo detrás, había un deje de preocupación en su mirada, alguien que solo lucha por dinero es de la clase de persona de la que no tiene miedo a su propia muerte, entonces que era lo que tanto asustaba a este ser sin miedo… De pronto el peculiar personaje concluyo explicando la segunda de sus opciones, y en movimiento, tan ágil como magistral consiguió enfocar el cañón de su arma entre sus ojos, un truco de lo más sorprendente, un excelente derroche de inteligencia y reflejos. No obstante había conseguido cabrear a Adler de verdad, finalmente, se iba a armar.
-Buen truco… Sin embargo creo que me decantaré por la tercera opción. – dijo Adler con el tono de voz que muestra cualquier persona la cual se encuentra en un concurso de televisión. – A saber… Yo te mato a ti… Y salgo por la puerta tan campante.
Adler dibujo una sonrisa en su cara, y acercó ligeramente la cabeza a el arma del mercenario, dejando que el cañón le rozase la frente, este acercamiento se produjo con el fin de que la “presa” pudiese susurrarle algo a su cazador como ultimo comentario, además le sirvió a Adler para enfundar su revolver y colocar su brazo debajo de la mesa, dadme un punto de apoyo y moveré el mundo. Miró al mercenario a los ojos y le susurró:
-A ver si eres tan duro como aparentas.
Acto seguido Adler volcó la mesa encima de su contrincante golpeándole fuertemente en el estomago y haciendo que cayese hacia atrás junto con su silla formando un gran estruendo, Adler permaneció de pie y retrocedió un par de pasos alejándose de la mesa, de la que, en breves instantes, se levantaría su tan enfadado rival.
35AF
La música se detuvo y todos miraban a Adler expectantes, pues no acababan de convencer lo que había ocurrido, se hizo un silencio un tanto incomodo que apenas duró dos segundos, el chico sonrió abiertamente, desenfundó su enorme revolver y apuntó al extremo opuesto de la sala, en el cual se encontraba una alarma contra incendios, que si no se equivocaba, pondría en marcha los aspersores desalojando por completo la habitación en segundos.
-Se acabó el espectáculo.
Dicho esto, Adler disparó el revolver de dos cañones, cuyas balas atravesaron el restaurante sin dañar a nadie e impactando de lleno en la citada alarma de incendios, lo cual hizo que al instante comenzase a caer agua de los aspersores, haciendo que todos los presentes evacuasen la sala entre gritos y empujones, no obstante Adler no le prestaba atención a ellos, al instante apuntó su revolver hacia la zona en la que había caído el peligrisaceo, a la espera de su siguiente movimiento.
-Buen truco… Sin embargo creo que me decantaré por la tercera opción. – dijo Adler con el tono de voz que muestra cualquier persona la cual se encuentra en un concurso de televisión. – A saber… Yo te mato a ti… Y salgo por la puerta tan campante.
Adler dibujo una sonrisa en su cara, y acercó ligeramente la cabeza a el arma del mercenario, dejando que el cañón le rozase la frente, este acercamiento se produjo con el fin de que la “presa” pudiese susurrarle algo a su cazador como ultimo comentario, además le sirvió a Adler para enfundar su revolver y colocar su brazo debajo de la mesa, dadme un punto de apoyo y moveré el mundo. Miró al mercenario a los ojos y le susurró:
-A ver si eres tan duro como aparentas.
Acto seguido Adler volcó la mesa encima de su contrincante golpeándole fuertemente en el estomago y haciendo que cayese hacia atrás junto con su silla formando un gran estruendo, Adler permaneció de pie y retrocedió un par de pasos alejándose de la mesa, de la que, en breves instantes, se levantaría su tan enfadado rival.
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La música se detuvo y todos miraban a Adler expectantes, pues no acababan de convencer lo que había ocurrido, se hizo un silencio un tanto incomodo que apenas duró dos segundos, el chico sonrió abiertamente, desenfundó su enorme revolver y apuntó al extremo opuesto de la sala, en el cual se encontraba una alarma contra incendios, que si no se equivocaba, pondría en marcha los aspersores desalojando por completo la habitación en segundos.
-Se acabó el espectáculo.
Dicho esto, Adler disparó el revolver de dos cañones, cuyas balas atravesaron el restaurante sin dañar a nadie e impactando de lleno en la citada alarma de incendios, lo cual hizo que al instante comenzase a caer agua de los aspersores, haciendo que todos los presentes evacuasen la sala entre gritos y empujones, no obstante Adler no le prestaba atención a ellos, al instante apuntó su revolver hacia la zona en la que había caído el peligrisaceo, a la espera de su siguiente movimiento.
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Re: Adios, Deling
Adler fue bastante rápido. No le pilló por sorpresa, pero aquel gesto pudo servir para medir la capacidad de su objetivo. Era astuto e ingenioso, con cualidades físicas impresionantes y un estilo de lo más parecido al suyo. El genómido se atrevió a acercarse al cañón de su arma para susurrarle una palabras amenazantes, y seguidamente, comenzó con su primer movimiento. Levantó la mesa con velocidad y la impulsó hacia el mercenario, asistiéndole así un golpe en el estómago y haciendo que cayera hacia atrás. Tras ello, el de pelo blanco disparó con su revolver a la alarma de incendios, logrando activar el sistema de aspersores del recinto.
Un enorme griterío se montó en escasos segundos, y los clientes comenzaron a correr alarmados, huyendo de allí con toda la velocidad que podían. El disparo les había asustado, como era normal.
340VIT - 35AF = 305VIT
Lloyd se encontraba tumbado en el suelo, tras la mesa que había sido lanzada sobre él. Sonrió, el movimiento había estado bien. Aprovechó para recuperar la posición y, aún detrás de aquel gran tablón de madera, pudo pensar en la siguiente acción.
- "El tío se maneja bastante bien." -pensó, satisfecho.
Comenzó entonces a prepararse. Introdujo el brazo en la parte posterior de su chaqueta, y con elegancia, blandió su espada. Lo hizo rápido y sencillo a pesar de la gran protección de cuero que la custodiaba, dando por visto que era una acción a la que estaba ya más que acostumbrado. La portó en su mano derecha, mientras que con la izquierda, mantenía sujeta la pistola automática. Dejó que unos pocos segundos transcurriesen, manteniendo la espalda apoyada contra la tabla de la mesa, que se encontraba volcada de tal modo que podría usarla como trinchera.
- Empieza la fiesta.
Se dio la vuelta con agilidad, y, al acto, realizó un tajazo horizontal en la tabla que cubría su cuerpo. La línea de corte fue perfecta, con una estocada liviana y limpia de lado a lado. Tras esto, asestó una fuerte patada a la zona superior del tablón, logrando que ésta saliese disparada hacia delante, con dirección puesta en el genómido.
Aquella maniobra sólo sirvió para distraer su atención, ya que aunque fue impactado por el trozo de madera, no se trataba de un ataque creado para hacerle daño. Cuando Adler recuperó la posición, sólo le quedó tiempo para observar lo que ahora se mostraba tras aquella "mitad" de mesa.
Lloyd se encontraba con la espada apoyada en el hombro, mientras enfocaba con su pistola al muchacho de pelo blanco. Sus ojos esta vez sí parecían dispuestos a atacarle, sin importarles que pudiese arrebatarle la vida en el acto. La afilada mirada del mercenario se escondía tímidamente tras sus cabellos plateados, mojados debido a la incansable cantidad de agua que no dejaba de caer. Sonrió, y comenzó a mover los labios, dando por claro que diría una última palabra.
- Boom...
Tras el leve susurro, el gatillo de su arma fue accionado. El silencio que hasta el momento había quedado en esos segundos de reposo fue quebrado por la fuerte tempestad. Se creó el clásico estruendo propio de un disparo, el cual pudo escucharse posiblemente en todo el hotel, y por supuesto, en los exteriores. La bala cruzó rápidamente la poca distancia que los separaban, dirigida peligrosamente hacia Adler.
Los tanteos ya habían terminado. Se trataba de un asunto de vida o muerte, pues al menos para Lloyd, había demasiado en juego.
47AF
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Un enorme griterío se montó en escasos segundos, y los clientes comenzaron a correr alarmados, huyendo de allí con toda la velocidad que podían. El disparo les había asustado, como era normal.
340VIT - 35AF = 305VIT
Lloyd se encontraba tumbado en el suelo, tras la mesa que había sido lanzada sobre él. Sonrió, el movimiento había estado bien. Aprovechó para recuperar la posición y, aún detrás de aquel gran tablón de madera, pudo pensar en la siguiente acción.
- "El tío se maneja bastante bien." -pensó, satisfecho.
Comenzó entonces a prepararse. Introdujo el brazo en la parte posterior de su chaqueta, y con elegancia, blandió su espada. Lo hizo rápido y sencillo a pesar de la gran protección de cuero que la custodiaba, dando por visto que era una acción a la que estaba ya más que acostumbrado. La portó en su mano derecha, mientras que con la izquierda, mantenía sujeta la pistola automática. Dejó que unos pocos segundos transcurriesen, manteniendo la espalda apoyada contra la tabla de la mesa, que se encontraba volcada de tal modo que podría usarla como trinchera.
- Empieza la fiesta.
Se dio la vuelta con agilidad, y, al acto, realizó un tajazo horizontal en la tabla que cubría su cuerpo. La línea de corte fue perfecta, con una estocada liviana y limpia de lado a lado. Tras esto, asestó una fuerte patada a la zona superior del tablón, logrando que ésta saliese disparada hacia delante, con dirección puesta en el genómido.
Aquella maniobra sólo sirvió para distraer su atención, ya que aunque fue impactado por el trozo de madera, no se trataba de un ataque creado para hacerle daño. Cuando Adler recuperó la posición, sólo le quedó tiempo para observar lo que ahora se mostraba tras aquella "mitad" de mesa.
Lloyd se encontraba con la espada apoyada en el hombro, mientras enfocaba con su pistola al muchacho de pelo blanco. Sus ojos esta vez sí parecían dispuestos a atacarle, sin importarles que pudiese arrebatarle la vida en el acto. La afilada mirada del mercenario se escondía tímidamente tras sus cabellos plateados, mojados debido a la incansable cantidad de agua que no dejaba de caer. Sonrió, y comenzó a mover los labios, dando por claro que diría una última palabra.
- Boom...
Tras el leve susurro, el gatillo de su arma fue accionado. El silencio que hasta el momento había quedado en esos segundos de reposo fue quebrado por la fuerte tempestad. Se creó el clásico estruendo propio de un disparo, el cual pudo escucharse posiblemente en todo el hotel, y por supuesto, en los exteriores. La bala cruzó rápidamente la poca distancia que los separaban, dirigida peligrosamente hacia Adler.
Los tanteos ya habían terminado. Se trataba de un asunto de vida o muerte, pues al menos para Lloyd, había demasiado en juego.
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Re: Adios, Deling
La habitación se vació completamente en cuestión de segundos, finalmente solo quedaban en la habitación el mercenario y el mismo, mientras el agua de los aspersores antiincendios caía sobre ellos, estaba fría, pero en aquella situación, preocuparse por la temperatura del agua era una suma tontería. Adler recorrió la habitación con la mirada con la intención de buscar rezagados, no quería que hubiese daños colaterales en esa situación. Pese a que no había nadie, ese instante de debilidad le sirvió al mercenario para partir la mesa por la mitad y arrojársela de vuelta al fugitivo. Adler puso el brazo a modo de escudo, para que los tablones de madera no le impactasen en el pecho. No obstante no se los había arrojado lo suficientemente fuerte como para hacerle verdadero daño. Acto seguido, el mercenario ejecutó una ráfaga de disparos con su arma automática, pese a que disponía de una agilidad envidiable, el mercenario no pudo evitar recibir el daño del disparo.
340V-47AF=293V
Acto seguido se cubrió detrás de otra mesa volcada, al parecer tenia buena puntería el mercenario, no obstante, ahora era su turno.
- Vaya, ¡empezamos fuerte, tío borde!- gritó Adler a modo de provocación.
Acto seguido abandonó la cobertura y se encaminó corriendo a gran velocidad en dirección a la país opuesta a la que se encontraba el mercenario, una vez llegado a esa pared, saltó sobre ella usándola como punto de apoyo, propulsándose a gran velocidad hacia el mercenario, en pleno vuelo le encañonó al peligrisaceo y abrió fuego, formando un gran estrépito, ya que su inmenso revolver era un arma muy ruidosa.
47AF
340V-47AF=293V
Acto seguido se cubrió detrás de otra mesa volcada, al parecer tenia buena puntería el mercenario, no obstante, ahora era su turno.
- Vaya, ¡empezamos fuerte, tío borde!- gritó Adler a modo de provocación.
Acto seguido abandonó la cobertura y se encaminó corriendo a gran velocidad en dirección a la país opuesta a la que se encontraba el mercenario, una vez llegado a esa pared, saltó sobre ella usándola como punto de apoyo, propulsándose a gran velocidad hacia el mercenario, en pleno vuelo le encañonó al peligrisaceo y abrió fuego, formando un gran estrépito, ya que su inmenso revolver era un arma muy ruidosa.
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Re: Adios, Deling
Adler comenzó a correr para evitar la ráfaga de balas que originó el arma de Lloyd. El mercenario dsparó con la intención de matarle, de aquello no había duda, pero su enemigo lo hizo bien y escapó con agilidad, situándose tras otra mesa. Debido al fuerte jaleo que se había montado, muchos habían huído dejando la estancia patas arriba. Montones de sillas se encontraban tiradas por la moqueta, al igual que las mesas. Incluso algunos vasos de cristal habían sido destrozados al impactar contra el suelo, lo que creaba un terreno un tanto peligroso. Deberían moverse con cuidado para no recibir heridas de improvisto.
El joven de pelo grisáceo volvió a esconderse tras el pequeño tablón que quedaba de la mesa que había partido. Debía escudarse bien, pues ahora que su presa se refugiaba, no sabía qué tipo de movimientos podía realizar. Aquellas situaciones eran complicadas, aunque ya había vivido alguna experiencia parecida anteriormente. Sólo esperaba que ésta vez terminase tan fortuitamente como dichas hazañas, con la victoria a su favor.
- "Es escurridizo y peligroso. Se mueve bien." -pensó, mientras cargaba su arma de fuego.
- Vaya, ¡empezamos fuerte, tío borde! -la voz de Adler se escuchó tras el gran mesón que había tomado como muralla.
Fue entonces, tras aquella provocación, cuando el fugitivo salió a todo correr de su "escondite", directo hacia el muro que se situaba en el lado opuesto a Lloyd. Sus hábiles reflejos le permitieron anteponerse a cada uno de los disparos que realizó el mercenario desde su posición, para, en consecuencia, contraatacar con una excelente maniobra; se apoyó en la pared, flexionó las piernas en ella y se impulsó hacia el joven chico de pelo plateado. Una vez en el aire, abrió fuego con rapidez, usando su prolongado salto para confundir un poco a su rival, y además, facilitar el acierto del disparo que emitió su revolver. Una acción brillante, cualidad que demostraba su formidable condición física.
- ...
Lloyd no pestañeó, no dijo palabra, y tampoco demostró asombro. Mantener la calma era una de sus mayores virtudes, aunque tenía que reconocer para sí mismo que aquel tío era un digno rival en toda regla.
Tan rápido como pudo, realizó un movimiento evasivo de gran dificultad. Rodó unos metros por el suelo para no ser alcanzado, ayudado por el estado de éste. El agua mantenía completamente mojada la moqueta y facilitaba el trabajo, dando un mayor apoyo en el desplazamiento, pues se deslizaba con más soltura. Sin embargo, la cercanía del disparo lo hacía realmente complicado de evitar, e irremediablemente, una de las balas rasgó la parte superior de su hombro. La chaqueta se descosió por la zona como consecuencia, y aunque fue un leve roce, dolió como mil demonios. Ese revolver tenía una potencia realmente sorprendente, así que podía tomarse aquella embestida como un aviso.
305VIT - 47AF = 258VIT
El mercenario retrocedió hasta la parte trasera de la misma mesa, y aprovechó para llevarse la mano a la zona herida. No le impactó directamente, así que no le impediría realizar movimiento alguno. Tras su escudo, alzó la voz y comenzó a hablar.
- Si a distancia eres peligroso... -tomó aliento, listo para actuar.- Te obligaré a atacar de cerca.
Enfundó su pistola con elegancia, guardándola en su respectivo encaje. Tras ello, portó en su mano derecha la espada, un arma de combate perfecta. Sin poder ser tocado de nuevo debido a la impresionante velocidad con la que realizó todos esos movimientos, decidió actuar. Trepó por encima de la silla y por último situó sus piernas en el borde superior de la mesa tumbada, utilizando ambos elementos como improvisados escalones. Una vez en lo alto, cayó con fuerza con la hoja de su espada por delante, realizando una estocada vertical.
Su ataque sólo sería contrarrestable por Adler si lo bloqueaba con su espada. Aún así, el corte seguro que le impactaría aunque fuese de forma leve, y sufriría parte del daño. Nadie era tan hábil como para bloquear una embestida tan directa sin empuñar aún su arma de combate cuerpo a cuerpo.
39AF
Sabía que no lograría acabar con su vida en el acto, pero sí que lo movería al terreno que él quería. Y es que si Lloyd confiaba en alguna de sus cualidades, la lucha a corta distancia era una de sus opciones mejor barajadas.
Tirada para límite:
Lloyd ha efectuado 1 lanzada(s) de uno Dado de 6 caras :
Límite actual: 1/20
El joven de pelo grisáceo volvió a esconderse tras el pequeño tablón que quedaba de la mesa que había partido. Debía escudarse bien, pues ahora que su presa se refugiaba, no sabía qué tipo de movimientos podía realizar. Aquellas situaciones eran complicadas, aunque ya había vivido alguna experiencia parecida anteriormente. Sólo esperaba que ésta vez terminase tan fortuitamente como dichas hazañas, con la victoria a su favor.
- "Es escurridizo y peligroso. Se mueve bien." -pensó, mientras cargaba su arma de fuego.
- Vaya, ¡empezamos fuerte, tío borde! -la voz de Adler se escuchó tras el gran mesón que había tomado como muralla.
Fue entonces, tras aquella provocación, cuando el fugitivo salió a todo correr de su "escondite", directo hacia el muro que se situaba en el lado opuesto a Lloyd. Sus hábiles reflejos le permitieron anteponerse a cada uno de los disparos que realizó el mercenario desde su posición, para, en consecuencia, contraatacar con una excelente maniobra; se apoyó en la pared, flexionó las piernas en ella y se impulsó hacia el joven chico de pelo plateado. Una vez en el aire, abrió fuego con rapidez, usando su prolongado salto para confundir un poco a su rival, y además, facilitar el acierto del disparo que emitió su revolver. Una acción brillante, cualidad que demostraba su formidable condición física.
- ...
Lloyd no pestañeó, no dijo palabra, y tampoco demostró asombro. Mantener la calma era una de sus mayores virtudes, aunque tenía que reconocer para sí mismo que aquel tío era un digno rival en toda regla.
Tan rápido como pudo, realizó un movimiento evasivo de gran dificultad. Rodó unos metros por el suelo para no ser alcanzado, ayudado por el estado de éste. El agua mantenía completamente mojada la moqueta y facilitaba el trabajo, dando un mayor apoyo en el desplazamiento, pues se deslizaba con más soltura. Sin embargo, la cercanía del disparo lo hacía realmente complicado de evitar, e irremediablemente, una de las balas rasgó la parte superior de su hombro. La chaqueta se descosió por la zona como consecuencia, y aunque fue un leve roce, dolió como mil demonios. Ese revolver tenía una potencia realmente sorprendente, así que podía tomarse aquella embestida como un aviso.
305VIT - 47AF = 258VIT
El mercenario retrocedió hasta la parte trasera de la misma mesa, y aprovechó para llevarse la mano a la zona herida. No le impactó directamente, así que no le impediría realizar movimiento alguno. Tras su escudo, alzó la voz y comenzó a hablar.
- Si a distancia eres peligroso... -tomó aliento, listo para actuar.- Te obligaré a atacar de cerca.
Enfundó su pistola con elegancia, guardándola en su respectivo encaje. Tras ello, portó en su mano derecha la espada, un arma de combate perfecta. Sin poder ser tocado de nuevo debido a la impresionante velocidad con la que realizó todos esos movimientos, decidió actuar. Trepó por encima de la silla y por último situó sus piernas en el borde superior de la mesa tumbada, utilizando ambos elementos como improvisados escalones. Una vez en lo alto, cayó con fuerza con la hoja de su espada por delante, realizando una estocada vertical.
Su ataque sólo sería contrarrestable por Adler si lo bloqueaba con su espada. Aún así, el corte seguro que le impactaría aunque fuese de forma leve, y sufriría parte del daño. Nadie era tan hábil como para bloquear una embestida tan directa sin empuñar aún su arma de combate cuerpo a cuerpo.
39AF
Sabía que no lograría acabar con su vida en el acto, pero sí que lo movería al terreno que él quería. Y es que si Lloyd confiaba en alguna de sus cualidades, la lucha a corta distancia era una de sus opciones mejor barajadas.
Tirada para límite:
Lloyd ha efectuado 1 lanzada(s) de uno Dado de 6 caras :
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Lloyd- Humano Guerrero
- VIT : 340
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AF : 35
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(10/20)
Re: Adios, Deling
Tras su ataque, Adler volvió a cubrirse tras su más que improvisada muralla, ya que esperaba que continuase el combate a distancia, su idea principal era dejar que el mercenario emprendiese de nuevo la ofensiva y esperar a que se le agotasen las balas, ese es el gran problema de las armas automáticas, cuando comienzas a disparar es muy difícil controlar cuanto te queda para convertirte en una presa fácil. No obstante, aquel ataque se posponía, cosa que al chico no le gustaba nada, al parecer este mercenario ocultaba algo bajo la manga.
- Si a distancia eres peligroso... –dijo entrecortando las dos frases con un suspiro..- Te obligaré a atacar de cerca.
Adler no tuvo tiempo a reaccionar, aquel tipo era demasiado rápido, apenas pudo levantar la cabeza por encima de su cobertura y este se le había echado ya prácticamente encima, sin darle tiempo alguno a desenfundar su espada. Demostrando gran habilidad, el mercenario saltó por encima de su barricada e intentó propinarle a Adler una estocada al mas puro estilo corrida de toros. No obstante Adler estuvo rápido, y con mas suerte que habilidad consiguió interponer el cañón de su revolver en el recorrido de la espada, lo cual hizo que la estocada cambiase levemente su trayectoria haciendo un corte limpio en el hombro del chico, no consiguió esquivar el ataque del todo, pero al menos no lo habia atravesado de arriba abajo. El corte comenzó a expulsar sangre prácticamente al instante, Adler se puso en pie a trompicones, quedando a una distancia prudencial del mercenario que analizaba la escena en pie en el lugar donde había aterrizado tras su acrobacia.
293V-39AF=254V
-¡Que cabrón!- exclamó Adler mientras enfundaba su revolver furioso, cual niño al que habían echo trampas en cualquier tipo de juegos – ¡Con un tullido ya podrás!
Berreo Adler mas en forma de broma que como verdadera ofensa, que irónico bromear con quien intenta asesinarte, aun así, era extraño, estaba jugándose la vida frente a aquel mercenario y sin embargo no se lo había pasado tan bien en muchísimo tiempo. El fragor de la batalla, el valor de dar un golpe y recibirlo, el ansia de victoria. Era normal que se sintiese así, Adler no había nacido para ser un fugitivo, había nacido para ser guerrero, y se le notaba a la legua. Mientras refrescaba este pensamiento en su memoria, no pudo evitar dibujar una pequeña sonrisa en la cara, y, aunque no lo sabia con exactitud, juraría que había visto algo parecido a una sonrisa en la cara de aquel desconocido.
-Bueno, si vamos a jugar de cerca… - dijo Adler, mientras se quitaba la venda que le rodeaba el cuello con el fin de mantener en alto el brazo escayolado- Pues juguemos.
Acto seguido, el chico desenvainó su espada, larga, plateada y con detalles dorados, era una de las cosas que mas apreciaba Adler en toda la tierra, era lo mas parecido a un compañero leal que había tenido nunca. Levantó la espada con el brazo recto y apuntó a al mercenario con ella, con algo parecido a un sonrisa en la cara.
-Al fin… Mi brazo esta completo.
En ese instante, Adler flexionó la rodilla y saltó hacia su enemigo, recorriendo prácticamente todo el espacio que los separaba de un solo salto, y dando una estocada vertical que su enemigo detuvo con su propia espada sin ningún problema, acto seguido le golpeó en el estomago con la mano escayolada, la cual quedaba libre haciendo que retrocediese levemente, y acto seguido dio un tajo lateral el cual, a pesar de no estar seguro, le pareció hacer un ligero corte en alguna parte del mercenario.
39AF
Tras este movimiento, retrocedió un poco más y adoptó una posición combativa, quería ver que más sorpresas le deparaba este desconocido en combate.
Tirada para límite:
Adler ha efectuado 1 lanzada(s) de uno Dado de 6 caras :
- Si a distancia eres peligroso... –dijo entrecortando las dos frases con un suspiro..- Te obligaré a atacar de cerca.
Adler no tuvo tiempo a reaccionar, aquel tipo era demasiado rápido, apenas pudo levantar la cabeza por encima de su cobertura y este se le había echado ya prácticamente encima, sin darle tiempo alguno a desenfundar su espada. Demostrando gran habilidad, el mercenario saltó por encima de su barricada e intentó propinarle a Adler una estocada al mas puro estilo corrida de toros. No obstante Adler estuvo rápido, y con mas suerte que habilidad consiguió interponer el cañón de su revolver en el recorrido de la espada, lo cual hizo que la estocada cambiase levemente su trayectoria haciendo un corte limpio en el hombro del chico, no consiguió esquivar el ataque del todo, pero al menos no lo habia atravesado de arriba abajo. El corte comenzó a expulsar sangre prácticamente al instante, Adler se puso en pie a trompicones, quedando a una distancia prudencial del mercenario que analizaba la escena en pie en el lugar donde había aterrizado tras su acrobacia.
293V-39AF=254V
-¡Que cabrón!- exclamó Adler mientras enfundaba su revolver furioso, cual niño al que habían echo trampas en cualquier tipo de juegos – ¡Con un tullido ya podrás!
Berreo Adler mas en forma de broma que como verdadera ofensa, que irónico bromear con quien intenta asesinarte, aun así, era extraño, estaba jugándose la vida frente a aquel mercenario y sin embargo no se lo había pasado tan bien en muchísimo tiempo. El fragor de la batalla, el valor de dar un golpe y recibirlo, el ansia de victoria. Era normal que se sintiese así, Adler no había nacido para ser un fugitivo, había nacido para ser guerrero, y se le notaba a la legua. Mientras refrescaba este pensamiento en su memoria, no pudo evitar dibujar una pequeña sonrisa en la cara, y, aunque no lo sabia con exactitud, juraría que había visto algo parecido a una sonrisa en la cara de aquel desconocido.
-Bueno, si vamos a jugar de cerca… - dijo Adler, mientras se quitaba la venda que le rodeaba el cuello con el fin de mantener en alto el brazo escayolado- Pues juguemos.
Acto seguido, el chico desenvainó su espada, larga, plateada y con detalles dorados, era una de las cosas que mas apreciaba Adler en toda la tierra, era lo mas parecido a un compañero leal que había tenido nunca. Levantó la espada con el brazo recto y apuntó a al mercenario con ella, con algo parecido a un sonrisa en la cara.
-Al fin… Mi brazo esta completo.
En ese instante, Adler flexionó la rodilla y saltó hacia su enemigo, recorriendo prácticamente todo el espacio que los separaba de un solo salto, y dando una estocada vertical que su enemigo detuvo con su propia espada sin ningún problema, acto seguido le golpeó en el estomago con la mano escayolada, la cual quedaba libre haciendo que retrocediese levemente, y acto seguido dio un tajo lateral el cual, a pesar de no estar seguro, le pareció hacer un ligero corte en alguna parte del mercenario.
39AF
Tras este movimiento, retrocedió un poco más y adoptó una posición combativa, quería ver que más sorpresas le deparaba este desconocido en combate.
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Adler- Genómido Guerrero
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Re: Adios, Deling
El ataque de Lloyd no falló. La estocada vertical que realizó cruzó un gran espacio, dejando una estela plateada en su deslizamiento. Sin embargo, Adler demostró una capacidad de reflejos inigualable, y desvió la trayectoria del corte ligeros centímetros gracias al cañón de su revolver, el cual utilizó como escudo propio. Esto fue posible gracias al tamaño de éste, que aún tratándose de un modelo de arma de fuego de mano, superaba con creces el tamaño estándar de sus similares.
El impacto penetró en el hombro del genómido, que debido al roce, se inclinó tras retroceder levemente. Poco a poco, volvió a ponerse en pie, tambaleándose por el dolor presente en su cuerpo, dejando ver al exterior la sangre que había brotado de la hemorragia. Y sin embargo, a pesar de eso, sonrió.
- ¡Qué cabrón! ¡Con un tullido ya podrás!
Aquel carácter dejaba entrever que era un chaval de lo más extraño. Su fuerza de voluntad, capaz de hacerle aguantar mortíferos movimientos como el anterior, le convertía en un individuo de lo más curioso, y su estilo y elegancia en cada gesto, en un rival temible. Bromeó y dotó de humor a la situación, a pesar de su crítico estado. Fue entonces cuando el muchacho enfundó su revolver, haciendo justo lo que el mercenario deseaba; moverse al terreno del combate a corta distancia. Blandió su espada de gran tamaño, y repitiendo la acción que hizo anteriormente el de pelo gris, se abalanzó contra él en un acrobático salto. Realizó el mismo movimiento, descendiendo de la altura con un corte vertical preciso y potente.
Lloyd detuvo el ataque sin mayores problemas, bloqueando el impacto con su arma, e impulsando a su contrincante varios centímetros hacia atrás. Este pequeño terreno fue mejor aprovechado por el genómido, que golpeó con su escayola el estómago del mercenario, y que por consecuencia, le dio una ventaja crucial a la hora de atacar. Realizó un tajo lateral con precisión, haciendo que el filo de su espada rozase el pecho del muchacho de ojos carmesís.
- Tsk...
La camiseta de Lloyd, que se mostraba tras el chaquetón negro, fue rasgada por la fuerte cuchillada, dejando brotar una fina hilera de sangre. El rasguño se debió a que pudo retroceder justo antes de ser golpeado, lo suficiente como para no salir herido de gravedad.
258VIT - 39AF = 219VIT
Antes de caer al suelo, clavó su espada en la moqueta y se agarró fuerte a ella, para no salir más alejado. Había retrocedido bastante y el golpe le hizo quedarse a una media distancia. Se arrodilló sin soltar la empuñadura de su arma, y se llevó la mano libre a la altura del pecho, donde había sido herido. Ésta se impregnó rápidamente de sangre, cosa que no le hizo vacilar. Con el apoyo de su espada, consiguió ponerse en pie, y la desclavó para, al momento, señalar con el filo de la hoja a Adler. Justamente como el genómido hizo con anterioridad.
- Je. -sonrió jadeando, debido al cansancio que ya empezaba a mostrarse.- Ese movimiento ha estado bien. Pero ahora me toca a mi.
El tiempo se congeló para Adler, pues antes de que pudiese darse cuenta, su rival ya se acercaba peligrosamente. Lloyd había flexionado las piernas para salir disparado hacia el fugitivo, deslizándose en un potentísimo impulso. Mantenía el filo de la hoja enfocado hacia el de pelo blanco, dejando ver que su próximo ataque no finalizaría con una estocada. Su intención esta vez era diferente. Contaba con el pensamiento de lograr empalarlo, de perforar su abdomen y atravesarle el torso con relativa facilidad. Si Adler no lo evitaba de algún modo, sería fatal.
Y entonces, demostró algo aún más sorprendente. Viéndose sin recursos para bloquear aquel derribo, puso por medio el brazo que mantenía escayolado, parando el golpe en seco. El fortísimo impulso que había tomado Lloyd no frenó. La potencia de la embestida hizo que el genómido retrocediese, arrastrando sus pies por el terreno encharcado junto con su oponente, que continuaba presionando para atravesar el "dañado" brazo que poseía. Cuando el impulso llegó a su fin y ambos se detuvieron, el de pelo grisáceo desclavó el filo de la espada del cúmulo de vendajes, y finalizó con una patada en el pecho de Adler, aprovechando el pequeño tambaleo que originó su ataque.
Tras esto, el mercenario bajó el arma y arqueó una ceja, realmente extrañado.
35AF
- Qué curioso. -se llevó la espada al hombro de nuevo, y comenzó a andar de lado mientras su rival volvía a ponerse en pie.- Es extraño, pero me pregunto por qué tu brazo no ha sufrido ningún tipo de daño.
Señaló con el dedo la escayola que mantenía rodeado el brazo de Adler. Misteriosamente, los blancos vendajes no habían quedado ni siquiera teñidos de rojo, lo cual significaba que no había logrado herirlo. Y lo más sorprendente era el hecho de que no hubiese conseguido perforarlo ni atravesar su carne con el férreo acero de la hoja.
- No sé que truco escondes bajo la manga. -volvió a tomar su pistola en la mano que mantenía libre. Apuntó directamente a la cabeza del muchacho, sin llegar a disparar.- Volveré a decírtelo. Eres un tipo hábil y no mereces morir de esta forma. Entrégate y todos contentos.
Se mantuvo en aquella posición, a esperas de que Adler reaccionase de algún modo. Realmente no quería matarlo. Se sentía como un jodido cerdo trabajando para un ejército de cerdos.
- "Claire, aguanta. Ya casi tengo a éste tío..."
Tirada para Límite:
Lloyd ha efectuado 1 lanzada(s) de uno Dado de 6 caras :
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El impacto penetró en el hombro del genómido, que debido al roce, se inclinó tras retroceder levemente. Poco a poco, volvió a ponerse en pie, tambaleándose por el dolor presente en su cuerpo, dejando ver al exterior la sangre que había brotado de la hemorragia. Y sin embargo, a pesar de eso, sonrió.
- ¡Qué cabrón! ¡Con un tullido ya podrás!
Aquel carácter dejaba entrever que era un chaval de lo más extraño. Su fuerza de voluntad, capaz de hacerle aguantar mortíferos movimientos como el anterior, le convertía en un individuo de lo más curioso, y su estilo y elegancia en cada gesto, en un rival temible. Bromeó y dotó de humor a la situación, a pesar de su crítico estado. Fue entonces cuando el muchacho enfundó su revolver, haciendo justo lo que el mercenario deseaba; moverse al terreno del combate a corta distancia. Blandió su espada de gran tamaño, y repitiendo la acción que hizo anteriormente el de pelo gris, se abalanzó contra él en un acrobático salto. Realizó el mismo movimiento, descendiendo de la altura con un corte vertical preciso y potente.
Lloyd detuvo el ataque sin mayores problemas, bloqueando el impacto con su arma, e impulsando a su contrincante varios centímetros hacia atrás. Este pequeño terreno fue mejor aprovechado por el genómido, que golpeó con su escayola el estómago del mercenario, y que por consecuencia, le dio una ventaja crucial a la hora de atacar. Realizó un tajo lateral con precisión, haciendo que el filo de su espada rozase el pecho del muchacho de ojos carmesís.
- Tsk...
La camiseta de Lloyd, que se mostraba tras el chaquetón negro, fue rasgada por la fuerte cuchillada, dejando brotar una fina hilera de sangre. El rasguño se debió a que pudo retroceder justo antes de ser golpeado, lo suficiente como para no salir herido de gravedad.
258VIT - 39AF = 219VIT
Antes de caer al suelo, clavó su espada en la moqueta y se agarró fuerte a ella, para no salir más alejado. Había retrocedido bastante y el golpe le hizo quedarse a una media distancia. Se arrodilló sin soltar la empuñadura de su arma, y se llevó la mano libre a la altura del pecho, donde había sido herido. Ésta se impregnó rápidamente de sangre, cosa que no le hizo vacilar. Con el apoyo de su espada, consiguió ponerse en pie, y la desclavó para, al momento, señalar con el filo de la hoja a Adler. Justamente como el genómido hizo con anterioridad.
- Je. -sonrió jadeando, debido al cansancio que ya empezaba a mostrarse.- Ese movimiento ha estado bien. Pero ahora me toca a mi.
El tiempo se congeló para Adler, pues antes de que pudiese darse cuenta, su rival ya se acercaba peligrosamente. Lloyd había flexionado las piernas para salir disparado hacia el fugitivo, deslizándose en un potentísimo impulso. Mantenía el filo de la hoja enfocado hacia el de pelo blanco, dejando ver que su próximo ataque no finalizaría con una estocada. Su intención esta vez era diferente. Contaba con el pensamiento de lograr empalarlo, de perforar su abdomen y atravesarle el torso con relativa facilidad. Si Adler no lo evitaba de algún modo, sería fatal.
Y entonces, demostró algo aún más sorprendente. Viéndose sin recursos para bloquear aquel derribo, puso por medio el brazo que mantenía escayolado, parando el golpe en seco. El fortísimo impulso que había tomado Lloyd no frenó. La potencia de la embestida hizo que el genómido retrocediese, arrastrando sus pies por el terreno encharcado junto con su oponente, que continuaba presionando para atravesar el "dañado" brazo que poseía. Cuando el impulso llegó a su fin y ambos se detuvieron, el de pelo grisáceo desclavó el filo de la espada del cúmulo de vendajes, y finalizó con una patada en el pecho de Adler, aprovechando el pequeño tambaleo que originó su ataque.
Tras esto, el mercenario bajó el arma y arqueó una ceja, realmente extrañado.
35AF
- Qué curioso. -se llevó la espada al hombro de nuevo, y comenzó a andar de lado mientras su rival volvía a ponerse en pie.- Es extraño, pero me pregunto por qué tu brazo no ha sufrido ningún tipo de daño.
Señaló con el dedo la escayola que mantenía rodeado el brazo de Adler. Misteriosamente, los blancos vendajes no habían quedado ni siquiera teñidos de rojo, lo cual significaba que no había logrado herirlo. Y lo más sorprendente era el hecho de que no hubiese conseguido perforarlo ni atravesar su carne con el férreo acero de la hoja.
- No sé que truco escondes bajo la manga. -volvió a tomar su pistola en la mano que mantenía libre. Apuntó directamente a la cabeza del muchacho, sin llegar a disparar.- Volveré a decírtelo. Eres un tipo hábil y no mereces morir de esta forma. Entrégate y todos contentos.
Se mantuvo en aquella posición, a esperas de que Adler reaccionase de algún modo. Realmente no quería matarlo. Se sentía como un jodido cerdo trabajando para un ejército de cerdos.
- "Claire, aguanta. Ya casi tengo a éste tío..."
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Lloyd ha efectuado 1 lanzada(s) de uno Dado de 6 caras :
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Re: Adios, Deling
De pronto, las puertas del local se abrieron de par en par. Al menos diez soldados de Galbadia podían contar de forma sencilla, y todos y cada uno de ellos les apuntaban con sus armas de fuego.
-¡Ejército de Galbadia! Están obligados a tirar sus armas. ¡Repito! ¡Tiren las armas!
Uno de los soldados hablaba de forma alta y clara mientras todos sus compatriotas le cubrían apuntando hacia los dos chicos. Estaban acorralados, pues la puerta estaba completamente bloqueada.
-¡Ejército de Galbadia! Están obligados a tirar sus armas. ¡Repito! ¡Tiren las armas!
Uno de los soldados hablaba de forma alta y clara mientras todos sus compatriotas le cubrían apuntando hacia los dos chicos. Estaban acorralados, pues la puerta estaba completamente bloqueada.
Npc- Señor del rol
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Re: Adios, Deling
El golpe de Adler tuvo un efecto casi óptimo, consiguió herir a su oponente aunque no de gravedad, este frenó la velocidad residual del impacto clavando su espada en la húmeda moqueta y quedó a escasos metros de distancia del chico. Desde esta posición pudo apreciar como unos ligeros hilos de sangre surgían a la altura de su pecho, en parte se alegraba de no haberlo herido de muerte, no quería cargarse a lo más parecido a un amigo que había tenido hasta el momento. Tras el comentario típico, el mercenario se abalanzó sobre el sin que a Adler le diese tiempo a tan siquiera reaccionar, sus movimientos fueron tan ágiles que se hicieron imperceptibles prácticamente para el ojo del chico, fue simplemente magnifico. A diferencia que los demás golpes realizados durante el combate, este iba directo a intentar ensartar a Adler, no obstante este interpuso justo a tiempo su brazo izquierdo en la fatal trayectoria del arma del mercenario. Adler se vio arrastrado unos metros hacia atrás a causa del golpe, le dolió, pero no había sangre alguna, la espada atravesó la escayola y el vendaje, pero no había sangre. Tras esto, y aprovechando el desconcierto del minuto, el mercenario propinó una fuerte patada en el pecho a Adler, que le hizo caer de espaldas. El desconocido se retiró levemente, bajo su arma y enarqueó una ceja en señal de desconcierto. A Adler se le escapó una sonrisa al ver la cara del mercenario, era algo difícil de explicar.
254VIT - 35AF = 219VIT
- No sé que truco escondes bajo la manga. -dijo el mercenario, tomando su pistola lentamente, mientras que, reaccionando a tiempo, Adler enfundaba su espada en su propia espalda y desenfundaba su revolver.- Volveré a decírtelo. Eres un tipo hábil y no mereces morir de esta forma. Entrégate y todos contentos.
Cuando hubo terminado la frase, ambos se encontraban encañonándose mutuamente como al principio de la conversación, Adler mantenía la vista en su contrincante mientras intentaba ordenar las palabras en su cabeza, al parecer él no lo entendía, no obstante el mercenario parecía emperrado en que el chico se entregase pacíficamente. Podía apreciarse que más o menos se encontraban igualados en lo que a capacidades se refiere. Adler negó con la cabeza y habló al peligrisaceo.
- No lo entiendes… Sinceramente, ¿Qué crees que me harán ellos si me entregas?... Puede que cuando este en su poder, la situación me lleve a pensar que tal vez habría sido mejor morir luchando. – Adler bajó su revolver y miró fijamente a los ojos al mercenario – No voy a entregarme, prefiero morir que volver, si quieres que vaya contigo… Vas a tener que matarme.
Hubo un momento tenso en el restaurante, todo quedó en absoluto silencio, Adler esperaba el sonido del arma del mercenario en cualquier momento, no obstante, el destino había querido algo diferente para aquel. Pues justo en aquel critico instante, las puertas del restaurante se abrieron estrepitosamente, lo cual hizo que, alarmados, Adler y el mercenario se diesen la vuelta precipitadamente, al instante algo parecido a un pelotón del ejercito de Galbadia apareció en escena, encañonándolos tanto a el como al mercenario, al parecer, ya habían dado parte a las autoridades de lo que estaba aconteciendo en el restaurante aquella noche tan señalada.
-¡Ejército de Galbadia! Están obligados a tirar sus armas. ¡Repito! ¡Tiren las armas!- se escuchó a uno de los soldaditos, el cual Adler no llegó a distinguir.
Aun sin enfundar su revolver, Adler dio unos pasos hacia los soldados, los cuales entraron en tensión al instante, y esto puedo darse de manifiesto en que todos apretaron las armas que portaban en las manos y apuntaron al chico como blanco principal durante ese instante.
-Lamento comunicarles, señores. Que esta se trata de una función privada, asíque si no les importa, salgan de la habitación y esperen a que terminemos. – dijo Adler en tono irónico, casi bromista, todo aquel paripé tenia una razón de ser, estaba calculando distancias. Y ante la perplejidad de los soldados, el chico se giró y hablo ahora con el mercenario, en un tono lo suficientemente alto como para que fuese escuchado por todos los personajes de la sala – Me temo que tendremos que continuar nuestra charla en otro momento y otro lugar.
Acto seguido, se giró bruscamente, alzó su revolver, apuntó a la base de la lámpara de araña, y abrió fuego, haciendo que esta se soltase y cayese relativamente cerca de los soldados, quizás no lo suficientemente cerca como para herir a ninguno, pero si para armar el suficiente revuelo como para poder ingeniar una fuga improvisada, se armó un gran revuelo, pues algunos de los soldados comenzaron a disparar, aunque no sabían exactamente a que, Adler corrió hacia las ventaneras que iban a la calle, pasando por al lado del mercenario, que, extrañamente, no intentó detenerle. Llegando ya a las cristaleras, Adler recogió una de las volcadas sillas del suelo y la lanzó con fuerza contra las cristaleras, haciendo que estas se rompiesen hacia afuera formando un enorme estrépito, Adler salió a la calle por el agujero resultado de ese impacto, y comenzó a correr calle arriba, juraría que el mercenario le seguía, pero no iba a pararse a comprobarlo.
A pocos metros de allí, el chico divisó su billete de escape, un chico con una moto de color gris parado detrás de un autobús, que, aparentemente, tardaba en arrancar pues una ancianita se estaba montando en él a paso de tortuga.
-¡Vamos señora! ¡Que no tengo todo el día! – dijo hastiado el conductor de la moto.
Adler se acercó por detrás, y agarrandolo con una mano de la chaqueta lo lanzó al suelo haciendo que este gritase, no obstante, en dos rápidos movimientos, paró la moto antes de que cayese al suelo y se montó en ella, luego accionó la empuñadura, formando un gran estrépito y haciendo que la moto girase sobre si misma hasta que quedó enfocada la lado opuesto de la calle, el cual conducía fuera de la ciudad.
-¡Tú! – dijo Adler señalando al herido conductor que en el suelo se encontraba – ¡Respeta a tus mayores, gilipollas!
El conductor se quedó mirando a Adler con cara de póker y la boca entreabierta, acto seguido soltó el freno y la moto salio escopeteada camino a la salida de la ciudad dejando tras de si un rastro de humo y olor a caucho quemado, Adler se alegró de notar el frío en la cara, su pelo, mojado por los aspersores comenzaba a secarse, rápidamente dejó atrás el hotel y después la estación de servicio de alquiler de coches, hasta que rápidamente se sumergió en la oscuridad de lo que era, la carretera de salida de la ciudad.
Limite actual -> 10/20
254VIT - 35AF = 219VIT
- No sé que truco escondes bajo la manga. -dijo el mercenario, tomando su pistola lentamente, mientras que, reaccionando a tiempo, Adler enfundaba su espada en su propia espalda y desenfundaba su revolver.- Volveré a decírtelo. Eres un tipo hábil y no mereces morir de esta forma. Entrégate y todos contentos.
Cuando hubo terminado la frase, ambos se encontraban encañonándose mutuamente como al principio de la conversación, Adler mantenía la vista en su contrincante mientras intentaba ordenar las palabras en su cabeza, al parecer él no lo entendía, no obstante el mercenario parecía emperrado en que el chico se entregase pacíficamente. Podía apreciarse que más o menos se encontraban igualados en lo que a capacidades se refiere. Adler negó con la cabeza y habló al peligrisaceo.
- No lo entiendes… Sinceramente, ¿Qué crees que me harán ellos si me entregas?... Puede que cuando este en su poder, la situación me lleve a pensar que tal vez habría sido mejor morir luchando. – Adler bajó su revolver y miró fijamente a los ojos al mercenario – No voy a entregarme, prefiero morir que volver, si quieres que vaya contigo… Vas a tener que matarme.
Hubo un momento tenso en el restaurante, todo quedó en absoluto silencio, Adler esperaba el sonido del arma del mercenario en cualquier momento, no obstante, el destino había querido algo diferente para aquel. Pues justo en aquel critico instante, las puertas del restaurante se abrieron estrepitosamente, lo cual hizo que, alarmados, Adler y el mercenario se diesen la vuelta precipitadamente, al instante algo parecido a un pelotón del ejercito de Galbadia apareció en escena, encañonándolos tanto a el como al mercenario, al parecer, ya habían dado parte a las autoridades de lo que estaba aconteciendo en el restaurante aquella noche tan señalada.
-¡Ejército de Galbadia! Están obligados a tirar sus armas. ¡Repito! ¡Tiren las armas!- se escuchó a uno de los soldaditos, el cual Adler no llegó a distinguir.
Aun sin enfundar su revolver, Adler dio unos pasos hacia los soldados, los cuales entraron en tensión al instante, y esto puedo darse de manifiesto en que todos apretaron las armas que portaban en las manos y apuntaron al chico como blanco principal durante ese instante.
-Lamento comunicarles, señores. Que esta se trata de una función privada, asíque si no les importa, salgan de la habitación y esperen a que terminemos. – dijo Adler en tono irónico, casi bromista, todo aquel paripé tenia una razón de ser, estaba calculando distancias. Y ante la perplejidad de los soldados, el chico se giró y hablo ahora con el mercenario, en un tono lo suficientemente alto como para que fuese escuchado por todos los personajes de la sala – Me temo que tendremos que continuar nuestra charla en otro momento y otro lugar.
Acto seguido, se giró bruscamente, alzó su revolver, apuntó a la base de la lámpara de araña, y abrió fuego, haciendo que esta se soltase y cayese relativamente cerca de los soldados, quizás no lo suficientemente cerca como para herir a ninguno, pero si para armar el suficiente revuelo como para poder ingeniar una fuga improvisada, se armó un gran revuelo, pues algunos de los soldados comenzaron a disparar, aunque no sabían exactamente a que, Adler corrió hacia las ventaneras que iban a la calle, pasando por al lado del mercenario, que, extrañamente, no intentó detenerle. Llegando ya a las cristaleras, Adler recogió una de las volcadas sillas del suelo y la lanzó con fuerza contra las cristaleras, haciendo que estas se rompiesen hacia afuera formando un enorme estrépito, Adler salió a la calle por el agujero resultado de ese impacto, y comenzó a correr calle arriba, juraría que el mercenario le seguía, pero no iba a pararse a comprobarlo.
A pocos metros de allí, el chico divisó su billete de escape, un chico con una moto de color gris parado detrás de un autobús, que, aparentemente, tardaba en arrancar pues una ancianita se estaba montando en él a paso de tortuga.
-¡Vamos señora! ¡Que no tengo todo el día! – dijo hastiado el conductor de la moto.
Adler se acercó por detrás, y agarrandolo con una mano de la chaqueta lo lanzó al suelo haciendo que este gritase, no obstante, en dos rápidos movimientos, paró la moto antes de que cayese al suelo y se montó en ella, luego accionó la empuñadura, formando un gran estrépito y haciendo que la moto girase sobre si misma hasta que quedó enfocada la lado opuesto de la calle, el cual conducía fuera de la ciudad.
-¡Tú! – dijo Adler señalando al herido conductor que en el suelo se encontraba – ¡Respeta a tus mayores, gilipollas!
El conductor se quedó mirando a Adler con cara de póker y la boca entreabierta, acto seguido soltó el freno y la moto salio escopeteada camino a la salida de la ciudad dejando tras de si un rastro de humo y olor a caucho quemado, Adler se alegró de notar el frío en la cara, su pelo, mojado por los aspersores comenzaba a secarse, rápidamente dejó atrás el hotel y después la estación de servicio de alquiler de coches, hasta que rápidamente se sumergió en la oscuridad de lo que era, la carretera de salida de la ciudad.
Limite actual -> 10/20
Adler- Genómido Guerrero
- VIT : 340
PM : 60
AF : 35
AM : 5
DF : 29
DM : 10
E : 15
R : 10
S : 5
Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 10/10/2010
Ficha de personaje
Nivel: 1
Experiencia:
(22/100)
Límite:
(20/20)
Re: Adios, Deling
- No lo entiendes… Sinceramente, ¿Qué crees que me harán ellos si me entregas?... Puede que cuando esté en su poder, la situación me lleve a pensar que tal vez habría sido mejor morir luchando. No voy a entregarme, prefiero morir que volver, si quieres que vaya contigo… Vas a tener que matarme.
Adler bajó el revolver con el que, a la vez que Lloyd le apuntaba, enfocaba a la cabeza del mercenario. Parecía dispuesto a dejar que le fusilara, pero el gatillo de la pistola automática del peligrisáceo no fue accionado.
Se creó un enorme silencio, propio de la calma que procede a la tempestad. Ambos se miraban, mientras Lloyd continuaba con el arma de fuego al alza y su rival tan solo permanecía inmóvil en una misma posición, fija. Aquella decisión fue la que más pudo molestarle. No deseaba de verdad dispararle, y realmente no lo consideraba como una persona peligrosa. Estaba seguro de que Galbadia tramaba algo, y que no era nada bueno. ¿Si lo mataba, le convertiría aquello en un hombre decente?
Por otro lado, estaba el caso de su compañera Claire. Por ella lo daría todo, y sería capaz de matar a cientos de inocentes sólo para volver a verla a salvo. Pero, ¿quién le aseguraba que no podrían jugarle una mala pasada a la hora del intercambio? Pensando detenidamente en lo que podrían hacer los soldados de Galbadia, cabían miles de posibilidades. Por eso, a ser posible, deseaba entregar a aquel chico con vida.
- No me hagas elegir... -susurró, mientras su dedo comenzaba a deslizarse con suavidad por el gatillo. A pesar de no querer hacerlo, su instinto le obligaba a presionarlo. El rescate de Claire era su prioridad.
Fue entonces, justo en ese preciso instante, cuando la puerta del restaurante se abrió de par en par. Para suerte o desgracia, aquella inoportuna entrada le permitió al joven de pelo blanco continuar con vida, y darle un plus de tiempo para poder escapar.
La irrupción no fue ni más ni menos que la de un pequeño escuadrón de soldados de Galbadia, armados hasta los dientes y con la intención de disparar si ambos muchachos no aceptaban su rendición.
Adler se volteó hacia ellos y se acercó a paso muy lento, tan inofensivo que ni siquiera dispararon.
- Lamento comunicarles, señores, que ésta se trata de una función privada, así que si no les importa, salgan de la habitación y esperen a que terminemos.
Se giró al mercenario para decir algo que daba por claro sus intenciones.
- Me temo que tendremos que continuar nuestra charla en otro momento y otro lugar.
Acto seguido, comenzó con su maniobra de huida. Disparó con su revolver a la base de sujeción de la gigantesca lámpara de araña que colgaba del techo, haciendo que ésta perdiese su sistema de enganche y cayese desde la altura. El artefacto golpeó justo en medio de la sala, creando un estruendo aterrador. Lo que tenía claro Lloyd es que aquel enfrentamiento había salido bastante caro para el hotel, pues cubrir todos aquellos daños debían repararse lo mínimo con cientos de miles de guiles.
Los guardias comenzaron a disparar a ráfaga alzada, sin saber muy bien dónde y a quién. El mercenario permanecía inmóvil, con un gesto de total despreocupación en su rostro. Hacía ya unos segundos que había dejado de apuntar al genómido, y ahora éste se preparaba para escapar. Se cruzó justo por delante suya a todo correr, haciendo que la velocidad en el cruce meciera su pelo hacia atrás, a pesar de permanecer estático. Pensó en agarrarlo, pero no lo hizo. Realmente, si perdía tiempo allí con él, serían presa fácil para los guardias del Imperio.
Adler tomó una silla y la arrojó a la enorme cristalera del fondo de salón, creando una vía de escape rápida y sencilla. Ante la confusión, el mercenario le siguió por el mismo camino, varios metros atrás. No pensaba quedarse allí, rodeado de soldados dispuestos a fusilarle. Cuando salió al exterior, observó cómo el fugitivo escapaba calle arriba. Antes de continuar con su persecución, se dirigió al lugar donde había dejado su vehículo, su preciada moto. Escapar con ella y adelantarse al paso de su enemigo sería más fácil si montaba en ella.
Con rapidez, saltó sobre el asiento y empuñó el acelerador con la mano derecha, creando el fuerte ruido del motor revolucionado. Carraspeó sonoramente en la calzada, y la giró con estilo para salir directo al lugar donde había marchado el genómido. Sin embargo, antes de tomar velocidad, otra moto de también gran cilindrada se cruzó en sentido contrario como un relámpago. La estela que dejó difusa mostraba claramente los tonos de aquel tipo, así que no dudó ni un instante.
- Así que no piensas darte por vencido, ¿eh? -volvió a girar con un cambio de sentido brusco y aceleró al máximo, consiguiendo encarar la velocidad punta en pocos segundos.
Poco a poco fue encontrándose con la moto de Adler, que se veía cada vez más cerca y clara. Enfundó con una mano la pistola automática y disparó, no con la intención de darle, sino con la de avisarle. Se aproximaba por detrás, y no pensaba dejarle escapar tan fácilmente.
Finalmente, una serie de motos y coches del ejército se hicieron escuchar a su espalda. No había duda. Ahora él no sólo era el cazador, también podía convertirse en la presa.
La extrema velocidad a la que circulaban les hizo abandonar la ciudad rápidamente. Poco a poco se encontraron con la larga oscuridad de la noche, en la carretera convencional de la salida de Deling, lejos ya del lugar donde habían cometido el fuerte estrago público.
Adler bajó el revolver con el que, a la vez que Lloyd le apuntaba, enfocaba a la cabeza del mercenario. Parecía dispuesto a dejar que le fusilara, pero el gatillo de la pistola automática del peligrisáceo no fue accionado.
Se creó un enorme silencio, propio de la calma que procede a la tempestad. Ambos se miraban, mientras Lloyd continuaba con el arma de fuego al alza y su rival tan solo permanecía inmóvil en una misma posición, fija. Aquella decisión fue la que más pudo molestarle. No deseaba de verdad dispararle, y realmente no lo consideraba como una persona peligrosa. Estaba seguro de que Galbadia tramaba algo, y que no era nada bueno. ¿Si lo mataba, le convertiría aquello en un hombre decente?
Por otro lado, estaba el caso de su compañera Claire. Por ella lo daría todo, y sería capaz de matar a cientos de inocentes sólo para volver a verla a salvo. Pero, ¿quién le aseguraba que no podrían jugarle una mala pasada a la hora del intercambio? Pensando detenidamente en lo que podrían hacer los soldados de Galbadia, cabían miles de posibilidades. Por eso, a ser posible, deseaba entregar a aquel chico con vida.
- No me hagas elegir... -susurró, mientras su dedo comenzaba a deslizarse con suavidad por el gatillo. A pesar de no querer hacerlo, su instinto le obligaba a presionarlo. El rescate de Claire era su prioridad.
Fue entonces, justo en ese preciso instante, cuando la puerta del restaurante se abrió de par en par. Para suerte o desgracia, aquella inoportuna entrada le permitió al joven de pelo blanco continuar con vida, y darle un plus de tiempo para poder escapar.
La irrupción no fue ni más ni menos que la de un pequeño escuadrón de soldados de Galbadia, armados hasta los dientes y con la intención de disparar si ambos muchachos no aceptaban su rendición.
Adler se volteó hacia ellos y se acercó a paso muy lento, tan inofensivo que ni siquiera dispararon.
- Lamento comunicarles, señores, que ésta se trata de una función privada, así que si no les importa, salgan de la habitación y esperen a que terminemos.
Se giró al mercenario para decir algo que daba por claro sus intenciones.
- Me temo que tendremos que continuar nuestra charla en otro momento y otro lugar.
Acto seguido, comenzó con su maniobra de huida. Disparó con su revolver a la base de sujeción de la gigantesca lámpara de araña que colgaba del techo, haciendo que ésta perdiese su sistema de enganche y cayese desde la altura. El artefacto golpeó justo en medio de la sala, creando un estruendo aterrador. Lo que tenía claro Lloyd es que aquel enfrentamiento había salido bastante caro para el hotel, pues cubrir todos aquellos daños debían repararse lo mínimo con cientos de miles de guiles.
Los guardias comenzaron a disparar a ráfaga alzada, sin saber muy bien dónde y a quién. El mercenario permanecía inmóvil, con un gesto de total despreocupación en su rostro. Hacía ya unos segundos que había dejado de apuntar al genómido, y ahora éste se preparaba para escapar. Se cruzó justo por delante suya a todo correr, haciendo que la velocidad en el cruce meciera su pelo hacia atrás, a pesar de permanecer estático. Pensó en agarrarlo, pero no lo hizo. Realmente, si perdía tiempo allí con él, serían presa fácil para los guardias del Imperio.
Adler tomó una silla y la arrojó a la enorme cristalera del fondo de salón, creando una vía de escape rápida y sencilla. Ante la confusión, el mercenario le siguió por el mismo camino, varios metros atrás. No pensaba quedarse allí, rodeado de soldados dispuestos a fusilarle. Cuando salió al exterior, observó cómo el fugitivo escapaba calle arriba. Antes de continuar con su persecución, se dirigió al lugar donde había dejado su vehículo, su preciada moto. Escapar con ella y adelantarse al paso de su enemigo sería más fácil si montaba en ella.
Con rapidez, saltó sobre el asiento y empuñó el acelerador con la mano derecha, creando el fuerte ruido del motor revolucionado. Carraspeó sonoramente en la calzada, y la giró con estilo para salir directo al lugar donde había marchado el genómido. Sin embargo, antes de tomar velocidad, otra moto de también gran cilindrada se cruzó en sentido contrario como un relámpago. La estela que dejó difusa mostraba claramente los tonos de aquel tipo, así que no dudó ni un instante.
- Así que no piensas darte por vencido, ¿eh? -volvió a girar con un cambio de sentido brusco y aceleró al máximo, consiguiendo encarar la velocidad punta en pocos segundos.
Poco a poco fue encontrándose con la moto de Adler, que se veía cada vez más cerca y clara. Enfundó con una mano la pistola automática y disparó, no con la intención de darle, sino con la de avisarle. Se aproximaba por detrás, y no pensaba dejarle escapar tan fácilmente.
Finalmente, una serie de motos y coches del ejército se hicieron escuchar a su espalda. No había duda. Ahora él no sólo era el cazador, también podía convertirse en la presa.
La extrema velocidad a la que circulaban les hizo abandonar la ciudad rápidamente. Poco a poco se encontraron con la larga oscuridad de la noche, en la carretera convencional de la salida de Deling, lejos ya del lugar donde habían cometido el fuerte estrago público.
Lloyd- Humano Guerrero
- VIT : 340
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Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 10/10/2010
Ficha de personaje
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(10/20)
Re: Adios, Deling
-¡Alto! ¡Alto!
Los guardias salieron del lugar alterados por los estragos y la caida de aquella gigantesca lámpara. Llegaron a la salida del Hotel y montaron en sus vehículos, motos principalmente. Divisaron a Lloyd, el último en salir del lugar, y le siguieron a roda prisa por la carretera, mientras cargaban sus armas de tiro...
El rol de Adler y Lloyd continúa aquí.
Los guardias salieron del lugar alterados por los estragos y la caida de aquella gigantesca lámpara. Llegaron a la salida del Hotel y montaron en sus vehículos, motos principalmente. Divisaron a Lloyd, el último en salir del lugar, y le siguieron a roda prisa por la carretera, mientras cargaban sus armas de tiro...
El rol de Adler y Lloyd continúa aquí.
Npc- Señor del rol
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Final Paradise :: :: Deling :: Hotel de Deling
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