Habitación 02

FLASHBACK...

Las cascadas me tenían algo mareado; eran tan magníficas, épicas, mágicas, que a donde quiera que mis ojos fueran a parar, simplemente quedaban sumidos en tal magnificencia que me costaba concentrarme en mi tarea. El campo infinito de flores bajo mis pies era como algodón de nube... me daban ganas de revolcarme a ver cómo se sentía. Sin embargo, cuando me harté de observar a mi alrededor, pude volver a recordar mi misión en el Etéreo. Sacudí un poco la cabeza mientras miraba hacia el frente, y me trasladaba entre miles de luces de las almas que residían en aquel lugar. Y ninguna de ellas era la de mis padres...

Me detuve cuando me acerqué a la punta del acantilado frontal; hacia el horizonte solo se observaban terrenos incorpóreos e inexplorados, quien sabe a qué lugar conducirían. Pero entonces comencé a pensar en él; en aquel por el cual me había decidido a visitar la ciudad antigua de Guadosalam. Cerré los ojos mientras la fé por hablar con el guardián de mi padre llenaba cada centímetro de mi ser. Apreté los nudillos un poco, y sentí una breve corriente de aire que me despeinaba. Algo sucedía... si, podía sentirlo. Aunque era difícil de explicar. Abrí los ojos y los centré allí donde antes se extendía el Etéreo.

Una figura un poco transparente flotaba delante de mi. Parpadeé un par de veces y me fijé en cada uno de sus rasgos. Rush Lidian me devolvió la mirada y por un momento pareció quedarse estupefacto. ¿Por qué sería?. Intercambié con él una silenciosa mirada de respeto, pero antes de despegar los labios, sentí que algo andaba mal. Algo que Rush deseaba decirme con un apremio exigente e inesperado, pero que la sorpresa del momento, de verme delante de él, lo había detenido. Alcanzó a balbucear amortiguadamente:

- ¿A... Alexander?- su voz se perdió entre los vientos mágicos del lugar...