Encuentro con la instructora

Escuché el ruido de tacones sobre el duro suelo y me volteé para observar que la instructora Trepe en ese momento llegaba por el pasillo y se acercaba a mi. Sonreí y saludé con la mano; siempre me había agradado verla, era una excelente tutora y... bueno, era irrelevante recalcar su popularidad en el jardín. Me acerqué a ella.

- Alexander, deberías ir con tu uniforme. O como mínimo, con camiseta.- dijo Quistis, cruzandose de brazos, pero al parecer divertida.

Solté una breve carcajada.

- Eh, que el uniforme que tenía estaba sucio. No querrá que me presente de esa manera ante usted, instructora- bromeé colocando los brazos detras de mi cabeza.
- Me temo que tendremos que esperar un poco.- mencionó ella.
- Umm, ¿a quien?, y por cierto, ¿me ha llamado para algun encargo?- pregunté como quien no quiere la cosa.

- "Leon Highwind, estudiante del Jardín Leon Highwind, preséntese en el vestíbulo, por favor."- anunció de pronto el megáfono.

Alcé la mirada hacia el techo y sonreí; vaya, asi que me tocaría hacer aquello con Leon. Lo conocía de hace algun tiempo, y me caía bastante bien por lo que no había problemas en ese aspecto. Me recosté de la pared detrás del ascensor con ambos brazos detrás de la cabeza. No había ninguna razón para no aprovechar la comodidad hasta el maximo momento permitido. La instructora Trepe señaló al techo.

- Pues... es a él a quien esperamos. Y creo que os resultará bastante interesante a los dos. Te dejaré pasar el hecho de la ropa, pero la próxima vez vístete correctamente, por favor.

Sonreí.

- A sus órdenes, instructora. Espero que nos tenga planeado algo fuera de rutina... no me vendría nada mal.- le dije mirando hacia la salida del jardín- Vaya, Leon por lo general es más rápido que esto...- añadí más para mi mismo que otra cosa, echándo un vistazo al ascensor mientras esbozaba una sonrisa burlona.

Rol anterior.

El ascensor abrió sus puertas en la planta baja, el Vestíbulo. Caminé lentamente mirando en todas las direcciones, tratando de encontrar algún indicio o pista que me diga a dónde debía dirigirme. Aquel lugar era tan inmenso que nunca me acostumbraba a su grandeza. Podía contar al menos cien personas recorriendo los pasillos y hablando enérgicamente.

Mis ojos se posaron sobre una mujer conocida, Quistis, que se encontraba muy cerca del ascensor. Según tenía entendido, ella era la encargada de evaluarnos aquel día. No dudaba de sus capacidades, además era muy popular en todo el Jardín. A su lado, se encontraba un colega conocido, Alex.

-Buenos días instructora- saludé amablemente y luego posé mi mirada en el Zenith -Qué bueno verte de nuevo, Alex-.

Aparentemente contaría con la compañía de aquel guerrero. Supe al instante que juntos haríamos un gran dúo... Aquella prueba era pan comido.

-Ah, siento haber llegado tarde- dije apresuradamente, justo luego de mirar el gran reloj.

Me había demorado bastante más de lo que debía, manchando mi puntualidad. Haber empezado el día de esa forma le daba una tonalidad nueva, un tanto extraña. Sabía que sería algo interesante. La sonrisa intachable de la instructora era, seguramente, una máscara. Algo nos estaba ocultando... ¿o no? El examen era un misterio.

Finalmente observé como el ascensor descendía portando a un dragonante de expresión serena. Me separé un poco hacia atrás, al momento que se oía el "ding" y las puertas se abrían. Leon penetró en el vestíbulo mirando primero brevemente a todos lados para luego localizarnos a unos pocos metros, y acercarse. El compañero saludó a la instructora, y luego me saludó a mi. Avancé y la estreché enérgicamente la mano derecha con una sonrisa.

- ¡Leon!, ¿que tal?, la instructora Trepe me estaba diciendo lo genial que está mi ropa, ¿que dices tu?- me separé mirando de reojo a Quistis, para luego guiñarle un ojo a Leon, extendiendo los brazos como si pretendiera que la gabardina y los jeans se apreciaran bien.
- Ah, siento haber llegado tarde- se apresuró a disculparse.

Como sabía muy bien que quizá la instructora me regañaría con su aire divertido, la interrumpí antes de que me pudiera decir algo. Rodeé con un brazo por los hombros a Leon y caminamos hacia la salida; lo empujé un poco para apresurarnos, como si tuvieramos mucha prisa por iniciar la misión.

- Bien, instructora, este dúo esta ansioso.- le dije volviéndome y sonriendole muy a mi manera.

Sonreí ante la actitud de mi compañero, al parecer no cambiaría nunca... y eso era genial. No fue hasta que mencionó sobre el aspecto de su atuendo que lo noté: no llevaba el uniforme. A decir verdad, acostumbrado a usar la armadura de combate de los draconarius, el uniforme me resultaba bastante ligero y daba la sensación de no ser muy buena armadura. Pero no me quejaba, podía combatir sin problemas.

-Cierto, safaste de no llevar este uniforme... ¿qué dirá la señorita Trepe si me pongo la armadura?- dije casi en un susurro, dejando que media sonrisa se dibuje en mi rostro.

No siempre dejaba mi cabeza al descubierto cuando estaba de viajes o aventuras, casi siempre llevaba el casco del dragón en ella. Pero, claramente, en ese momento mis ojos azules y mi pelo castaño claro corto se dejaban ver en aquel vestíbulo.

Pronto caminamos a paso ligero hacia la puerta, los dos ansiábamos combate y problemas, digno de delincuentes, pero también de casi-SeeDs aventureros.

Siempre había pensado que la buena onda de Quistis era lo que la hacía tan especial. A diferencia de otros instructores, se mostraba distendida y abierta hpara con nosotros, con su inborrable sonrisa a casi todo momento. Caminamos unos momentos hasta llegar frente a una gran pantalla.

Tuvimos una corta charla del director, el señor Kramer. Cada vez que iba avanzando con su discurso mis ansias aumentaban más y más.

-¡Ya quiero comenzar!- susurré sonriente.

La pregunta de la señorita Trepe fue algo retórica... siempre estábamos listos. Ya se dejaron de ver, poco a poco, nuestras figuras en aquel vestíbulo.

Rol siguiente.

- Bueno, es una suerte que hoy no cuente el vestuario, aunque es de agradecer que lleves el uniforme, Leon.- dijo la instructora a mi compañero.

Se veía que Quistis era una chica animada y complaciente; no por ser instructora había perdido ni el sentido del humor ni la socialidad con los alumnos, y eso le daba un gran toque. Y qué decir de su buena habilidad de enseñanza y guía. Por eso era tan popular en el jardín de Balamb, y al menos a mi me parecía genial, por no decir muy bonita. Casi suelto una pequeña risa, e incluso codeé en las costillas a Leon, bromeandole acerca del cumplido que la instructoa le había hecho.

Ella saludó a unos alumnos emocionados y luego nos hizo una seña con la mano indicándole que la siguieramos. Bueno, era hora de ponernos a ello. Caminamos juntos detrás de nuestra instructora por el vestíbulo, hasta llegar al panel de avisos que había en el centro. Le guiñé el ojo a un par de conocidos que estaban cerca, y me saludaron también.

- Aquí los tiene, señor Kramer. Todos suyos. dijo Quistis entonces.

Yo, que andaba de muy buen humor con una pinta de despreocupado holgazán, permanecía con ambos brazos atrás de la cabeza y con aquella sonrisa burlona dibujada en mi rostro. Di un respingo cuando observé que la imagen del mismísimo director Kramer aparecía ante nosotros. De inmediato me puse en una postura un poco más respetuosa: yo podía ser muchas cosas, pero mis superiores eran dignos de respeto. A Leon se le escapó una pequeña risa y le lancé una bolita de papel que encontré en el bolsillo de mis jeans.

- No sabéis la ilusión que me hace veros ahí, chicos. Sois parte del memorable orgullo de nuestro Jardín, y hoy pasaréis a convertiros en grandes SeeDs, sin duda. Hoy competiréis con fuerzas que nunca antes habéis visto, pero no os desaniméis. Aunque os cuesten, vuestro esfuerzo no debe decaer nunca, ya que nuestra fe en vosotros tampoco lo hará. Id y hacedlo lo mejor que podáis, ¿de acuerdo? La instructora Trepe se encargará de que tengáis la información suficiente. Ánimo y mucha suerte.

Apenas los dos pronunciamos un rápido gracias, el director se esfumó. El holograma había desaparecido y la instructora Trepe nos indicó que era hora de presentar el examen final. Vaya, sin duda andaba perdido. ¿Ya iba a presentar el examen? Diantre, yo aguardaba un encargo menor. Desde luego los humos se me bajaron un poco, pero no lo suficiente para erradicar mi buen humor. Desde ahora tenía que estar concentrado, solo eso.

- ¡Ya quiero comenzar!- oí a Leon, mientras empezabamos a ir detrás de la instructora.
- Jo, dímelo a mi. Finalmente ha llegado esto.- comenté muy animado.

Continúa acá.