Final Paradise
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Hellion - Local Mercenario -

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Mensaje por Lloyd Mar Oct 12, 2010 3:37 pm

Hacía ya un par de semanas que no pasaba por allí, y nada había cambiado. La Luna se alzaba con majestuosidad aquella noche, llena y luminosa como nunca antes. Las nubes se podían distinguir entre la absoluta oscuridad del cielo debido a la luz que ésta otorgaba, con ligeros tonos blanquecinos, difuminados en la inmensidad del manto negro azabache. A varios metros más abajo, su vista lograba vislumbrar la perfecta y estéticamente bien diseñada línea de edificios a ambos lados de la acera, dejando un espacio central para la estrecha calzada. Aquella larguísima calle era la zona comercial de la ciudad de Deling, tierra llena de vida y actividad incluso en altas horas de la madrugada, como en aquel caso. Los alegres escaparates eran brillantes y llamativos, llenos de glamour y belleza. El silencio era casi imposible de encontrar en aquel lugar, pues siempre merodeaba alguien que curioseaba en cada uno de los atractivos puestos, y los vehículos no dejaban de cruzar uno tras otro.

- Tsk. -musitó, mientras sus labios dejaban entrever sus dientes.- No ha cambiado ni un ápice.

Hacía frío, pero la humedad de la llovizna reciente creaba una sensación extraña en el cuerpo. El sudor era notable y fácilmente se pegaba a la ropa, elaborando así un estado de incomodidad en cada persona. Tal que a pesar de la baja temperatura, algunos paseaban de corto, descontándose de la abundancia de chaquetas y abrigos. La calle presentaba, aún así, un aspecto lleno de colorido y movimiento. Era por ese detalle que en Deling, incluso durante las noches, los establecimientos no cerraban y siempre mostraban su mejor atención al cliente.
Sin embargo, y aunque esa pequeña multitud no era de su agrado, deambulaba con normal y aparente serenidad, muy tranquilo. Se movía por inercia, como si estuviese acostumbrado a repetir aquel camino una y otra vez. Los pasos de sus botas generaban un pequeño ruido con cada avance, por ligero que fuese, debido a los charcos que se agrupaban en el suelo. No le importaba que el agua mojase sus pies, y que por consiguiente, escalara hasta los bordes de su larga chaqueta negra, pues de todos modos, él iba a llegar pronto a casa, y aunque no lo demostrase, lo deseaba en aquel momento.
Continuó su camino por la acera de la calle comercial, y tan pronto como reconoció un pequeño callejón que separaba dos puestos hosteleros, se adentró en él sin alterar su ritmo. Aquel camino se alargaba hasta volver a ensanchar la calle, ahora mucho menos poblada pero con algún que otro establecimiento a sus lados, que a diferencia de los anteriores, sí estaban cerrados a esas horas. Cada vez se encontraba más cerca de su destino.


- ...

Prosiguió su avance poco a poco, hasta que por fin, llegó. Una calle que se bifurcaba en cuatro direcciones se situaba justo delante, y el muchacho sólo tuvo que conducir sus pasos hacia la derecha, donde el primer recinto visible le hizo detenerse por primera vez en todo su trayecto nocturno.
Era un local sencillo, sin demasiado decorado, más bien pobre. Los muros, debido a la poca luz de esa calle, parecían oscuros y viejos, y el tejado, el cual sobresalía, inestable. De éste caían ligeras gotas de agua que se deslizaban por la inclinada cubierta, y que debido a ello, presentaban el escalón principal del edificio completamente encharcado.

Los ojos del individuo, color escarlata, pasearon por toda la estructura del local con delirio. Sobre el marco de la enorme puerta podía leerse cierta inscripción, un nombre que recordaba al de un demonio: Hellion.
Sonrió levemente y avanzó, subiendo los dos escalones principales. Rebuscó entonces en su bolsillo la llave, la cual no tardó en encontrar,y seguidamente, en utilizar. La deslizó sobre su cerradura, y realizó un pequeño giro de muñeca, más que suficiente para abrir la gran compuerta de aquel lugar. Permaneció bajo el umbral de ésta, y seguidamente miró el suelo, en primer lugar. Acostumbraba a encontrar un buen puñado de notas y mensajes en él, papeles que le informaban de nuevos encargos o direcciones donde acudir.
En este caso le resultó algo extraño, pues volvía después de lo esperado. El último trabajo se había complicado más de la cuenta, pero al menos había resultado un éxito.

Tras comprobar esto último, avanzó, y alzó la voz para ser escuchado a su espalda, aunque no volteó la cabeza para mirar siquiera.


- Vamos, Claire.

Efectivamente, no regresaba solo. Aquella persona que nombró le había acompañado, y ahora, volvían a casa. Una mujer de esbelta figura que entró tras él sin más comentario que un fuerte suspiro.
Lloyd, por su parte, encendió la luz una vez se adentró un poco, para así poder distinguir cada rincón del interior. Era una habitación muy amplia, con una pequeña barra y un número de bebidas en el estante trasero, acompañados de una mesa de billar pocos metros por delante. En el rincón, un pequeño aparato de música y una puerta que daba con el baño, y en la pared contigua, otra puerta que permanecía abierta, que mostraba un acceso hacia una escalera que daba con el nivel superior. En esta misma pared, un poco por delante, permanecía una mesa de madera que parecía estar sacada de algún escritorio, y con ella, una silla de cuero de aparente comodidad, perfectamente manejable hacia atrás y con varias ruedas para poderla deslizar por el suelo. Sobre la mesa había un buen puñado de papeles y un teléfono fijo, conectado con un cable largo hacia el enchufe más cercano en la pared de detrás.
El habitáculo se asemejaba a un bar en toda regla, aunque con un estilo un poco más personal y agradable para la clientela.
El chico de pelo grisáceo descolgó su espada y la dejó sobre la misma mesa donde se situaba todo el papeleo. Acto seguido se sentó en la silla y tomó en mano su pistola. Metió el dedo por la hendidura del gatillo con un gesto rápido y muy sencillo. Con elegancia pero rostro desganado, la hizo girar varias veces, demostrando una gran habilidad y estilo propio.

Habían regresado a su local, allí donde ellos estaban más a gusto.


- Parece que no hemos tenido demasiadas visitas últimamente.
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Mensaje por Claire Mar Oct 12, 2010 6:24 pm

- Vamos, Claire.

Una mujer de unos veintipocos años, de pelo corto y oscuro, labios carnosos, piel pálida y de una figura impresionante, entró tras Lloyd Arcway, compañero de "aventuras" durante unos dos años que seguramente irían aumentando con el tiempo. Ambos poseían un local llamado Hellion, lugar donde vivían, charlaban, descansaban y lo que era mejor, lugar donde tenían un gran negocio, y no un negocio normal y corriente, todo iba mucho más allá, eran mercenarios. Ninguno de los dos tenía que mover un ápice, los clientes iban y venían o directamente llamaban al teléfono que allí tenían para mandarles los recados. Vivían en su propio paraíso o por lo menos, aquella vida era un lujo para Claire.

Después de dos semanas de duro trabajo debido al último encargo que le encomendaron, los dos jóvenes llegaron exhaustos a su hogar, no habían parado de un lado para otro y una vez llegaran allí y contemplaran su estupendo local, tendrían por fin su merecido descanso. Tanto Claire como Lloyd observaron la entrada de Hellion para ver si tal vez hubiesen recibido alguna que otra misión, pero por suerte o por desgracia, según se mirara, no recibieron ninguna. El joven de pelo grisaceo dejó su espada sobre una mesa que se podía contemplar nada más entrar por la puerta principal, tras eso, se sentó en la única silla que allí había junto a la mesa ya nombrada y comenzó a jugar con su pistola de una forma un tanto desganada. Claire en cambio, se acercó a aquellas escaleras que daban al piso superior observando a la absoluta oscuridad que allí había mientras sonreía de una forma pícara.


- ¿Qué pasa Mogutaro, no vas a bajar a saludar?

La pregunta quedó en el aire, no hubo respuesta, ni ruidos, ni siquiera parecía haber movimiento. La muchacha entonces, miró a Lloyd que seguía jugueteando con su arma y éste dijo:

- Parece que no hemos tenido demasiadas visitas últimamente.

Claire no pudo evitar soltar una leve carcajada mientras contestaba a aquel mensaje que dejó caer su compañero.

- Sí, eso parece. La verdad es que llevamos aquí dos años y no tenemos muchos clientes, seguramente será porque eres demasiado blando y eso no da buena imagen a ningún mercenario.

La joven sonrió pícaramente y de la nada, como si algo terrible acabase de ocurrir, se oyó un grito a lo lejos.

- ¡AU!

Mogutaro, que así se llamaba el moguri de Claire, bajó volando por las escaleras a toda velocidad estampándose con toda pared que veía y vociferando.

- ¡Por fin, por fin! ¡Habeis vuelto, kupó! Me he emocionado tanto al oíros que me golpeé con la lámpara al levantarme. Argh, creo que me va a salir un chichón, kupopó.

- ¿Tan mal lo has pasado?

- ¡No lo sabes bien! ¡No lo sabes bien! Cada día he tenido que soportar a niños besuqueándome y acariciándome como si fuese un peluche, kupó. No pienso quedarme solo aquí para recibir peticiones nunca más, ¿me oís? NUNCA MÁS, kupó. Es el infierno... odio a esos enanos babosos... engendros del demonio... diablos... kupó.

Claire comenzó a reirse unos largos segundos, no podía evitarlo, ella conocía perfectamente a Mogutaro y era consciente de que lo que más odiaba eran los niños, y aquella pobre e indefensa criatura había estado dos semanas enteras recibiendo el cariño de críos que adoraban el aspecto de los moguris. La muchacha se sentó entonces en la mesa donde se mantenía apoyada la espada de Lloyd y mientras miraba a su compañero le susurraba:

- Está histérico.
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Mensaje por Npc Mar Oct 12, 2010 7:28 pm

No tuvo que pasar mucho tiempo tras la llegada de ambos mercenarios al local cuando las grandes puertas de madera resonaron con dos grandes golpes de llamadas a la puerta.
Sin esperar contestación ninguna, un indivudo cubierto hasta arriba por prendas entró en la habitación. Vestía con unas enormes gafas de color negro, que empañaban sus ojos, así como un sombrero que copa que cubría su cabeza y peinado y un traje de alto hasta su nariz, encima del cual llevaba una bonita y elegante gabardina negra. En su mano derecha portaba un maletín de color plateado, el cual sostenía con cierta fuerza para evitar situaciones complicadas.

Con paso firme se acercó hacia la mesa donde Lloyd se encontraba, de la cual tiró la espada al suelo y puso el maletín sobre la tabla de madera. Al parecer no sabía del valor de esa espada, pero lo que estaba seguro esque ese maletín contenía en su interior algo mucho, mucho, mucho más ''caro'' que aquella arma.

Todavía no había dicho ni una sola palabra, solo había dejado caer ese maletín sobre la mesa, aunque aún no lo había soltado.


-Caballeros... ¿podemos hablar de negocios?
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Mensaje por Lloyd Miér Oct 13, 2010 12:46 pm

- Sí, eso parece. La verdad es que llevamos aquí dos años y no tenemos muchos clientes, seguramente será porque eres demasiado blando y eso no da buena imagen a ningún mercenario.

Ya estaba como de costumbre. Claire siempre solía bromear sobre su manera de actuar o sus cosas, pero realmente, eso le resultaba algo indiferente. Continuó girando el arma con mucha rapidez, con un movimiento muy ágil y sorprendente. Su mano permanecía inmóvil, no parecía realizar ningún giro para que deslizara así por su dedo, y sin embargo, ésta no cesaba. Permanecía en un estado completamente pasivo, usando la mano desocupada de dicha maniobra como apoyo de la barbilla, sostiéndola con los nudillos. El brazo caía firme sobre la mesa, clavando el codo en el tablón, siendo éste el punto de soporte, con la espalda algo recostada y la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado.
Suspiró, y miró a su compañera con la misma expresión facial que portaba en todo momento.


- Tal vez sea eso. -dejó de darle vueltas al arma de fuego y la tomó en mano, sin más.- O tal vez sea porque les acojona entrar en un local en el que se encuentra una tía que carga con un enorme bazooka a la espalda. -una muy leve sonrisa surcó sus labios, casi imperceptible.

Se miraron durante unos cortos segundos, y seguidamente volvió a suspirar. Echó su espalda hacia atrás y la silla se deslizó varios centímetros. Quería un poco de espacio.

Fue entonces cuando un ruidoso ser hizo acto de presencia en la sala. Bajó de la habitación superior dando voces y chocando contra las paredes del estrecho pasillo escalonado. Cuando estuvo allí, ya pudo reconocer de quién se trataba.
Era Mogutaro, un moguri que desde hace mucho tiempo había acompañado a Claire en sus viajes. Él sólo la conocía desde hacía dos años, y por aquel entonces, ese bichito ya compartía caminos con la fémina, aunque desconocía exactamente cuanto tiempo. Tampoco se había interesado en preguntar.


- ¡No lo sabes bien! ¡No lo sabes bien! Cada día he tenido que soportar a niños besuqueándome y acariciándome como si fuese un peluche, kupó. No pienso quedarme solo aquí para recibir peticiones nunca más, ¿me oís? NUNCA MÁS, kupó. Es el infierno... odio a esos enanos babosos... engendros del demonio... diablos... kupó.

Aquel moguri no era lo que parecía ser. Tierno por fuera, pero con mucho carácter por dentro. Él ya se había acostumbrado y aquella escena no le sorprendió, aunque tenía que reconocer que en muchas ocasiones les había sido útil. No dijo nada, pero lo que sí hizo fue cerrar los ojos, casi por inercia, buscando encontrar un poco de relajación de una vez, la cual necesitaba. Claire se acercó al joven y se sentó sobre la mesa, cerca de su espada. Mirando al pequeño en su desahogo, susurró algo que sólo Lloyd pudo entender.

- Está histérico.

- Como de costumbre. -respondió él, sin rodeos.

El tiempo avanzaba lento, y las altas horas de la madrugada ya habían dado su paso a la casi inminente mañana. Fue entonces cuando, de repente, la puerta del local sonó con dos fuertes golpes. Era curioso, pero hablaban de escasez de trabajo, y justo al regresar, ya tenían visita.
Mogutaro salió disparado hacia la compuerta, dispuesto a ser él quien la abriera, ya que notaba la momentánea indisposición de los otros dos. Pero justo cuando estaba a punto de dar el salto que le impulsara hacia el pomo, la puerta se movió hacia un lado, haciendo que el moguri retrocediera con unos pequeños saltitos.
El individuo que apareció iba completamente trajeado, con un sombrero de copa perfectamente encajado y un peinado bien arreglado que caía por ambos lados de éste. Portaba, a su vez, unas grandes gafas oscuras, lentes que impedían ver sus ojos, quizás para que se hiciese más difícil el comprobar qué estaba mirando. Una elegante gabardina negra, mostrada desde los gemelos hasta la zona del cuello, era sin duda uno de los elementos más llamativos de su vestimenta. Pero lo que más intrigaba era una maleta de color plateado, la cual cargaba en mano, mientras avanzaba por el habitáculo.
Sus pasos eran demasiado seguros, no temía en absoluto a ninguno de los dos integrantes del local, y eso era raro para alguien como él. Por su aspecto, parecía todo lo contrario a lo que ellos eran. Un tipo acostumbrado a un modo de vida sencillo, sin preocupaciones ni motivos por los cuales darle importancia a nada ni a nadie. Un vividor.

Sin importarle lo que pudiera suceder, tiró la espada que se encontraba sobre la mesa en la que estaba sentada Claire, y tras la cual se situaba el joven peligrisáceo. Posó en su lugar el maletín, donde guardaría algo de valor, seguro. Pero sólo el hecho de haber llegado con esos aires y haber arrojado una relíquia como lo era aquella empezaba a molestarle. Y con las cosas de Lloyd no se jugaba.


- Caballeros... ¿podemos hablar de negocios?

El muchacho no respondió. Portaba en la mano su otro arma, Recuerdo, un nombre opuesto al de su preciada espada. Ante la arrogancia de aquel hombre no dudó ni un instante, y la mostró con una rapidez digna de un hábil tirador, apuntando a la pierna del visitante. Décimas de segundo más tarde, y sin que diera tiempo a hacer nada más, apretó el gatillo de ésta y disparó sin miramientos, haciendo muestra de su sangre fría. Tíos como aquel le daban asco.

- Vuelve a tocar esa espada y lo próximo que volaré será tu cabeza.

Habló tranquilo, sin decir una palabra más alta que otra. No respondió a la propuesta del hombre a pesar de haberle escuchado perfectamente. Estaba dispuesto a hablar de negocios cuando quisieran, pero aquel arma que ahora estaba en el suelo del local poseía un gran valor simbólico para él. Y no solo eso. Seguramente era una de las pocas cosas que Lloyd consideraba importantes.
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Mensaje por Npc Miér Oct 13, 2010 2:02 pm

El hombre del maletín recibió un tiro de la pistola de Lloyd en la pierna. Su primera reacción fue soltar la maleta instantáneamente, mientras se llevaba la mano a la herida, que no tardó en manchar con sangre. Realizó un grito de dolor al momento.

-¡AAGH! ¡Idiota!

Tonto e iluso mercenario. No pasó ni un segundo tras decir esto el hombre de elegante gabardina cuando una bala de rifle perforó el brazo de Lloyd, haciendo que soltase su pistola debido al profundo dolor.
Al momento, tres punteros láser de color rojos se encontraban entre ceja y ceja en los rostros de Lloyd, Claire y Mogutaro. Estaba claro que aquel hombre no había venido solo y por si sucedían cosas como esta, estaba preparado.

Con un sumo esfuerzo se puso en pie y volvió a tomar el maletín, retirándolo de la mesa, miestras sonreía al ver la herida provocada en el brazo del chico de pelo gris. También le satisfacía el hecho de que ambos estuviesen contra la pared, ya que un movimiento en falso y sería el final de los dos.


-Y tú vuelve a apretar el gatillo de esa pistola -miró a la chica también, aún con cara de dolor por su reciente herida en la pierna- o realizar cualquier movimiento absurdo y moriréis. Vosotros y el moguri -añadió-. Y bien... ¿hablamos de negocios ahora o no?
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Mensaje por Claire Miér Oct 13, 2010 6:01 pm

- Como de costumbre.

Aquella fue la respuesta del desganado de Lloyd que, como anteriormente, seguía jugueteando con su pistola. Claire sonrió levemente y miró de nuevo a Mogutaro que negaba continuamente con la cabeza mostrando su total descontento con aquellas dos semanas que había pasado solo en el local. En cuestión de segundos, y como por arte de magia, alguien llamó a la puerta de aquel lugar. La joven ni se inmutó, Lloyd no movió ni un dedo y Mogutaro, que observó ambas reacciones de los muchachos, pudo ver que por parte de los dos no pensaban abrir la entrada del establecimiento. Asi que, éste, sin más remedio, andó hasta allí y cuando tenía todas las intenciones de abrir la puerta, ésta se abrió sin su ayuda y tuvo que retroceder hacia atrás.

Se trataba de un hombre de aspecto relativamente elegante. Vestía con una gabardina negra, unas gafas oscuras que impedían ver cualquier cosa que aquel individuo analizase y además, un sombrero de copa. Portaba con él un maletín color plateado, en el que sin ninguna duda, parecía estar la futura recompensa de aquellos mercenarios. Claire volvió a echar una de sus leves sonrisas, pero aquel rostro que mostraba total satisfacción por lo que seguramente conseguirían, cambió totalmente cuando pudo ver la entrada de aquel hombre, que al parecer, no les guardaba ningún respeto. Éste, sin pensar en las consecuencias que le traerían, tiró de la mesa donde se mantenía sentada Claire, la espada de Lloyd. Como si aquello pasase a cámara lenta, la joven miró el trayecto de la caída hasta que chocó contra el suelo, que fue cuando el rostro de la muchacha se transformó totalmente en muestra de ira. Pero, antes de que ésta pudiese reaccionar ante tal suceso, su compañero de pelo grisaceo fue más rápido, apuntando a la pierna de aquel individuo y perforándosela.


- Vuelve a tocar esa espada y lo próximo que volaré será tu cabeza.

De la nada y sin darse ni cuenta, se escuchó un disparó que resultó herir el brazo de Lloyd que al instante soltó su pistola. Claire no podía creerse lo que acababa de ocurrir en cuestión de segundos y lo que era peor, lo que iba a pasar empeoraba las cosas. Tres punteros láser de color rojo aparecieron en las seseras de los tres dueños de Hellion y si ya la situación en sí había cabreado a la muchacha de pelo corto, aquello la mosqueaba muchísimo más. Y ya no era sólo eso, el hombre herido, tras su queja de dolor, tomó una actitud de superioridad que hizo reventar a Claire.

- Y tú vuelve a apretar el gatillo de esa pistola o realizar cualquier movimiento absurdo y moriréis. Vosotros y el moguri. Y bien... ¿hablamos de negocios ahora o no?

Tras oír aquellas palabras, la joven comenzó a reir de una manera como si acabase de enloquecer y en ese momento estaba claro que se convertía en el centro de atención de aquel lugar. En unos segundos, su risa cesó, aquellas gafas que llevaba siempre puestas se las quitó lentamente y comenzó a frotarse los ojos mientras dejaba de apoyarse en aquella mesa donde siempre se solía sentar. Sin más, miró con aquellos ojos tan peculiares que poseía al individuo mal educado que acababa de aparecer en escena, y le dirigió unas palabras.

- En un principio, pensaba decirle a mi compañero que no tratase así a nuestros clientes y quitar fuego a este asunto tan... incómodo, pero resulta que has tocado la fibra que más me duele, RESULTA - comenzó a elevar la voz. - que estás apuntando a mis dos colegas, ¿y sabes que está pasando aquí? Que se ve que no te ha quedado claro que aquí los que ponen las reglas SOMOS NOSOTROS y que o se nos trata bien y con respeto o NO HAY NEGOCIOS.

Claire entonces suspiró para relajarse y observó el brazo herido de Lloyd que comenzaba a sangrar de una forma abundante, la joven entonces prosiguió hablando sin rodeos y volvió a apoyarse en la mesa cruzada de brazos y con sus gafas de nuevo puestas.

- Ahora bien, tú necesitas de nuestros servicios y nosotros queremos tu pasta. Asi que sí, queremos hablar de negocios, pero siempre y cuando tus gorilas dejen de apuntarnos.
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Mensaje por Npc Miér Oct 13, 2010 6:50 pm

Tras escuchar la ''bronca'' de Claire rió en lo alto y, con un gesto de mano, un nuevo balazo atravesó el local, esta vez atravesando el brazo izquierdo de la chica.
El hombre del maletín entonces se acercó a ella y con fuerza le agarró de las mejillas y las apretó, como imponiendo su ley en el local, haciendo burla a sus palabras de antes. Con ella agarrada y con su cara bien cerca, siguió hablando.


-Escúchame mocosa. Esta misión la puedo pedir a quien quiera pues no sois los únicos mercenarios de este mundo y mi dinero irá para aquel que la cumpla. Y por casualidades del azar resulta que vosotros habéis sido los ''ganadores'' y ahora trabajaréis para este asunto por las buenas o por las malas. ¿Entendido?

Él aún se resentía del dolor de sus piernas pero sabía que la partida la tenía ganada fuera cual fuera la respuesta de aquellos dos jovenes con más huevos y agallas que inteligencia.

-Mis gorilas no bajarán las armas porque así lo he ordenado yo. Y resulta que están contratados para matar en caso de que las cosas no salgan como lo previsto. Conclusión: Si aceptais y cumplis la misión, el dinero es vuestro. Si no aceptais, os fusilan a balazos. Si me haceis algo, os fusilan a balazos. Si me seguis vacilando como a un cualquiera, os fusilan a balazos. Y si rechazais la oferta por culpa de unos míseros punteros de color rojo, os fusilan a balazos. ¿Queda claro?

La soltó con fuerza estampándola contra la pared que había detrás y seguidamente escupió el suelo que pisaba. Ellos aceptarían. Si no, estaban muertos.

-Cuando acepteis, os mostraré la cantidad del maletín.
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Mensaje por Lloyd Miér Oct 13, 2010 8:52 pm

El disparo de Lloyd penetró de lleno en la pierna del hombre que recientemente había entrado en Hellion. No hacía esas cosas con sus clientes, pero desde el instante en que pisó el local, comprendió que se trataba de una persona diferente a la gran cantidad de civiles que habían requerido de sus servicios.
Ante el impacto, el cliente agonizó, con motivo claramente visible. Soltó la maleta de golpe y posó su mano sobre la herida, para cortar de algún modo el dolor.


- ¡AAGH! ¡Idiota!

No tuvo tiempo para hacer nada más, pues en un cortísimo periodo de tiempo, otra bala atravesó una de las ventanas del establecimiento. Ésta, como era de esperar, fue a parar al brazo izquierdo de Lloyd, con el cual había disparado al que parecía ser el cabecilla de algún tipo de organización. El muchacho retiró el arma acto seguido, sorprendido por el repentino impacto, con una entrecortada pero fuerte queja, una mueca de dolor que demsotraba que aquello no era una broma. Le habían dado, y le habían dado bien.
Una ligera hilera de sangre brotó de su brazo, atravesando la desgarrada manga de su chaqueta y siendo expulsada hacia el exterior. La reacción inmediata del peligrisáceo fue llevarse la mano del brazo opuesto hacia la hemorragia. Estaba caliente, la bala del rifle había perforado la zona superior de su brazo, y si no hacía algo, continuaría sangrando.
Sin importarle demasiado el hecho de manchar la mesa, agarró el pomo de uno de los cajones de ésta con la mano impregnada de aquella sustancia carmesí, y lo deslizó hacia afuera. De su interior sacó un pequeño pañuelo blanco, puesto que no tenía vendajes. Lanzó una mirada llena de odio a aquel tipo, contenido por el reciente aturdimiento que le había provocado aquel disparo desde el exterior. Rodeó la herida con el trapo, ayudándose de su boca para lograr hacer el nudo bien fuerte y apretado.


- Ugh...

La presión le causó una notable molestia. No era la primera vez que había resultado herido por un disparo, pero desde luego, no era algo a lo que uno pudiera acostumbrarse. Apretó los dientes y cerró los ojos con mucha fuerza, en un intento de expulsar el dolor de la zona dañada. Una reacción típica que solían hacer todos, que aunque no aliviase, actuaba como una vía de escape para descargar la tensión.

A punto estuvo de volver a coger su pistola, la cual había caído sobre la mesa, pero antes de hacerlo, unos punteros láser se situaron sobre las cabezas de los mercenarios. Apuntaban a la fémina, al moguri, y a él. Un movimiento en falso y sus vidas acabarían con asombrosa facilidad.


- Y tú vuelve a apretar el gatillo de esa pistola o realizar cualquier movimiento absurdo y moriréis. Vosotros y el moguri. Y bien... ¿hablamos de negocios ahora o no?

Lloyd probó a moverse despacio, comprobando como el puntito rojo, a pesar de realizar el pausado movimiento, no se despegaba de su cabeza. Guardó la calma entonces, tratando, más que prestar atención al hombre de negro, olvidar el dolor que suponía para sí el tiro recibido.
Pero fue entonces cuando su compañera, hasta ahora expectante, decidió actuar. Comenzó a reír fuertemente, casi a carcajada limpia. Retiró sus gafas con cuidado y se frotó los ojos, para seguidamente situarse a escasos centímetros del ahora moralizado individuo. Él la miro, y pudo comprobar entonces cómo eran sus ojos, los cuales sustituían la clásica pupila humana por una espiral que recorría todo el iris. Era una Albhed.


- En un principio, pensaba decirle a mi compañero que no tratase así a nuestros clientes y quitar fuego a este asunto tan... incómodo, pero resulta que has tocado la fibra que más me duele, RESULTA que estás apuntando a mis dos colegas, ¿y sabes que está pasando aquí? Que se ve que no te ha quedado claro que aquí los que ponen las reglas SOMOS NOSOTROS y que o se nos trata bien y con respeto o NO HAY NEGOCIOS.

Lloyd sonrió levemente. Si por él fuera, habría dicho algo parecido, aunque las maneras de Claire eran un tanto más alarmantes. Propias de una mujer como ella, con fuerte carácter. Ella prosiguió, algo más tranquila tras su desahogo.

- Ahora bien, tú necesitas de nuestros servicios y nosotros queremos tu pasta. Asi que sí, queremos hablar de negocios, pero siempre y cuando tus gorilas dejen de apuntarnos.

No podía ser más clara, y en cierto modo se lo agradecía. Mogutaro permanecía, por su parte, acurrucado cerca de la entrada, paralizado por el foco de luz que apuntaba hacia su cabeza.
La situación había empezado a complicarse, y más aún cuando aquel hombre, aún con fuerzas para continuar con su arrogancia, decidió actuar de nuevo. Alzó el brazo e hizo un gesto simple, que fue entendido por sus hombres como otra acometida. Esta vez, el brazo de Claire fue el dañado, otra bala que surcó el habitáculo hasta penetrar en su destino. Rápidamente comenzó a sangrar, y por si fuera poco, no le dieron opción a atenderse la herida, como había hecho el joven humano minutos atrás. El hombre del maletín la agarró de las mejillas, aprentándolas con fuerza para tratar de intimidar y demostrar su supuesto valor ante los mercenarios. Un valor inexistente, ya que se encontraba completamente escudado por una serie de hombres que realizaban el trabajo sucio por él. A ojos de Lloyd, él era un cobarde más, oculto por la barrera de protección de la que gozaba. Al final, como todos sabían, no contaba más una pistola que un buen puñado de billetes, pues el dinero era precisamente la mejor arma, y que en carne de ese idiota había quedado demostrado.


- Escúchame mocosa. Esta misión la puedo pedir a quien quiera pues no sois los únicos mercenarios de este mundo y mi dinero irá para aquel que la cumpla. Y por casualidades del azar resulta que vosotros habéis sido los ''ganadores'' y ahora trabajaréis para este asunto por las buenas o por las malas. ¿Entendido? Mis gorilas no bajarán las armas porque así lo he ordenado yo. Y resulta que están contratados para matar en caso de que las cosas no salgan como lo previsto. Conclusión: Si aceptais y cumplis la misión, el dinero es vuestro. Si no aceptais, os fusilan a balazos. Si me haceis algo, os fusilan a balazos. Si me seguis vacilando como a un cualquiera, os fusilan a balazos. Y si rechazais la oferta por culpa de unos míseros punteros de color rojo, os fusilan a balazos. ¿Queda claro?

Pecaba de arrogante. Se creía extremadamente poderoso y trataba de humillar en su propia casa a ambos mercenarios con sucios chantajes. Cuando dijo todo aquello, cerró un fuerte empujón a la chica, la cual aún mantenía agarrada. La lanzó con fuerza hacia la pared, y escupió en el suelo, despreciando el recinto donde se encontraba.
Lloyd terminó por cabrearse. Sintió, por una vez en mucho tiempo, una sensación que dolía más de lo esperado; impotencia. Quería hacer algo, pero no podía. Mantenía su vida pendiendo de un hilo, al igual que la de su compañera, y, aunque le importase menos, también la del moguri. Apretó con muchísima fuerza el puño del brazo que aún estaba sano, con el cual podía descargar todo su enfado. Maldijo mil veces a su agresor en mente, y aunque ocultaba sus sentimientos de un modo excepcional, empezaba a preocuparse, sobre todo por su compañera Trató de no pensar demasiado, pero sabía que no tenía muchas alternativas, o más bien ninguna. Volvió a dirigir una mirada cargada de ira a aquel infleliz, que ya, confiado de su victoria, trataba de mofarse como mejor podía.


- Cuando acepteis, os mostraré la cantidad del maletín.

- Púdrete en el inferno con tu dinero. No lo queremos.

La voz sonó tranquila y relajada, como de costumbre, aunque esta vez con claros matices de total desprecio. Estaba seguro de que, con aquella respuesta, el trajeado hombre se llevaría al menos una buena sorpresa. No era tan fácil manipularles, un aunque pudiera sonar estupido, había cosas que se valoraban más que la vida misma. Y aunque sabía que aquello podía costarle caro, no encontró otras palabras con las que dirigirse a él. Perdería mucho dinero, y con mala suerte, también perdería la cabeza. Pero no pensaba rebajarse a la altura de ese hijo de puta. Su orgullo era más fuerte que su propia existencia.
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Mensaje por Npc Jue Oct 14, 2010 10:09 am

Ya estaba todo dicho. El dinero se debía ir al infierno, pero aquel hombre había avisado, y el que avisaba no era traidor. Abrió el maletín para mostrarles a ambos la cantidad desorbitada de guiles que guardaba en su interior, para despues con una macabra sonrisa hacer un gesto que hizo que otra bala penetrara el brazo que Lloyd tenía sano, dejándole ambas extremidades completamente dañadas.
Mientras tanto, el hombre se encargó de lanzar el maletín por los aires, atravesando la ventana del locar y reventando en mil pedazos, al parecer accionado por un detonador. Todos esos guiles se habían ido al infierno, tal y como el mercenario había dicho.

Sin embargo no estaba todo hecho. Aquel hombre, aún herido, hizo un gesto con las manos y en menos que sopla un brisa en la orilla del mar, el local fue invadido por una horda de soldados armados hasta arriba. Por sus uniformes parecían del ejercito oficial de Galbadia y, obviamente, no entraban de buenas.
El pobre Moguri corria de lado a lado sin saber que hacer, mientras Lloyd aún seguía dañado por el reciente balazo recibido, otra vez. Todos los soldados les rodearon y apuntaron, mientras el hombre, aún cojo, se relamia con esos minutos de gloria.


-Me he cansado ya. Dije que si me vacilábais os cosería a balazos, y eso pienso hacer. Tú tienes demasiados huevos para seguir viviendo, y ella -la señaló- tiene demasiada boca. Es hora de que durmáis para siempre.
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Mensaje por Claire Jue Oct 14, 2010 2:52 pm

Tras aquel discursazo en el que Claire pretendía completamente que las cosas allí quedaran claras, lo único que pudo conseguir fue cabrear más a aquel hombre que desde un principio tan sólo supo mostrar la actitud de un capullo integral. La reacción de aquel individuo, no fue otra que la de mandar disparar a la chica en uno de sus brazos, al igual que anteriormente hizo con Lloyd. La joven no tuvo tiempo ni para poner gesto de dolor ya que irremediablemente, ese insecto de persona agarró fuertemente las mejillas de la chica, mientras, una vez más, volvía a hacer ver su gran chulería ante todos.

- Escúchame mocosa. Esta misión la puedo pedir a quien quiera pues no sois los únicos mercenarios de este mundo y mi dinero irá para aquel que la cumpla. Y por casualidades del azar resulta que vosotros habéis sido los ''ganadores'' y ahora trabajaréis para este asunto por las buenas o por las malas. ¿Entendido? Mis gorilas no bajarán las armas porque así lo he ordenado yo. Y resulta que están contratados para matar en caso de que las cosas no salgan como lo previsto. Conclusión: Si aceptais y cumplis la misión, el dinero es vuestro. Si no aceptais, os fusilan a balazos. Si me haceis algo, os fusilan a balazos. Si me seguis vacilando como a un cualquiera, os fusilan a balazos. Y si rechazais la oferta por culpa de unos míseros punteros de color rojo, os fusilan a balazos. ¿Queda claro?

Seguidamente, y tras demostrar que aquellos mercenarios estaban en una situación bastante complicada, empujó con fuerza a Claire estampándola contra la pared que había atrás, mientras éste escupía el suelo como diciendo, "aquí estoy yo". Mogutaro que observaba todo aquello, se acurrucaba en el suelo agarrándose la cabeza y murmurando todo el tiempo: "por favor, no le hagas más daño, por favor, no le hagas más daño". Por otro lado, Lloyd no mostraba su enfado con aquel hombre, pero Claire lo conocía lo suficiente como para saber que deseaba volarle la tapa de los sesos, pero que por desgracia no podía darse ese lujo o los tres morirían en el acto.

De nuevo y con el retorno de esos aires de superioridad, el hombre volvió a hacer acto de presencia.


- Cuando acepteis, os mostraré la cantidad del maletín.

- Púdrete en el inferno con tu dinero. No lo queremos. - contestó Lloyd.

Aquel "mafioso" entonces, abrió el maletín plateado que portaba desde un principio y mostró a los mercenarios allí presentes la cantidad de guiles que HUBIESEN conseguido si ninguno hubiese tenido tanto orgullo como para protegerlo de tal manera. Seguidamente, lanzó todo aquello por una de las ventanas del local haciéndolo explotar, al parecer, con un detonador. La joven sonrió levemente, la verdad es que en aquel momento los guiles eran lo que menos le importaba y solo quería deshacerse de ese tipo que le empezaba a tocar... los ovarios. Pero la verdad, es que lo peor estaba aún por llegar. Una vez más volvieron a disparar, esta vez en el brazo sano, a Lloyd, dejándole ambas extremidades dañadas. Además, una serie de personas comenzaron a entrar en el establecimiento y amenazaban portando una gran cantidad de armas mientras los apuntaban. Claire entonces se quedó paralizada, ciertamente tenía ganas de reventarlos a todos pero no sabía muy bien que hacer.

-Me he cansado ya. Dije que si me vacilábais os cosería a balazos, y eso pienso hacer. Tú tienes demasiados huevos para seguir viviendo, y ella, tiene demasiada boca. Es hora de que durmáis para siempre.

Flashback:

De repente, Claire abrió los ojos, por un instante se había inundado en sus recuerdos pero a pesar de que debía reaccionar rápido y no lo hizo por ello, algo consiguió con todo eso, y no fue otra cosa que... relajarse. La muchacha pasó su mano por la herida de su brazo opuesto y pensó para sí: "es sólo sangre". Se acercó entonces a su compañero que permanecía sentado y herido, y se apoyó en el lateral de esa misma silla donde se encontraba éste, mientras rodeaba con su brazo derecho la parte superior del respaldo.

- Aceptamos tu encargo, nosotros lo hacemos, tú quedas satisfecho y encima no hay pago, ¿qué te parece? ¿Trato hecho?

La joven le sonrió falsamente y pensó para sí:

- "Después, date por muerto".
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Mensaje por Seifer Jue Oct 14, 2010 3:13 pm

La puerta se abrió de repente. Se pudo escuchar de lejos el sonido de algún soldado ajustando su arma, al parecer algo nervioso. La luz proveniente de la calle dibujó una silueta en el umbral de la puerta. Unas palmadas secas y solitarias acompañaron a unos pasos firmes que hicieron avanzar al personaje.

-La Bruja espera. ¿Por qué no has hecho tu trabajo?

El hombre pareció encogerse. Nadie hablaba, nadie apenas respiraba. Hasta el moguri parecía congelado. Seifer dio unos pasos más hasta colocarse en frente del hombre del maletín, el cual balbuceó cosas sin sentido.

-Ya me lo parecía.

Observó a Lloyd, que ahora tenía una nueva bala en el otro brazo. Paseó su vista por Claire, haciendo un gesto de desagrado, y por último terminó en el moguri.

-Vaya panda de aficionados has escogido para la misión. Es algo importante, no es nada que haya que tomar a la ligera. Las instrucciones de la Bruja son claras.

Se volvió hacia el hombre y pisó disimuladamente el pie en el que tenía la herida. Metió la mano en su bolsillo y sacó algo.

-Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo... ¿no?

Mientras su compañero se retorcía de dolor, se giró hacia Lloyd y lo miró directamente a los ojos.

-Vas a atrapar a este tipo -colocó una foto en la mesa y la arrastró hacia él-. Y ahora lo harás si te interesa la vida de tu amiga la boca-grande. Quiero la mercancía dentro de dos noches, en el desfile en honor a la Bruja. En cuanto a ti -se giró hacia la chica-, te vienes conmigo. ¿O tienes miedo, ratita? Oh, sí, porque eso es lo que eres, una ratita que sale corriendo a la primera de cambio. Haces creer a la gente que no te interesa el queso, pero en realidad te mueres por morderlo. Sí, me divertiré contigo. Y no como piensas. Eres demasiado... fea, para eso.

Rió escandalosamente tras decir aquello. Seguidamente, un "atrapadla" fue suficiente para que un gran número de soldados de Galbadia cayera sobre ella. Por si acaso Lloyd intentaba ayudarla, Seifer le propinó una fuerte patada en el pecho que lo tumbó de espaldas, silla incluída.

Ahora la pregunta era... ¿podría salir de allí Claire sin que la cogieran?
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Mensaje por Lloyd Jue Oct 14, 2010 4:56 pm

Tras la negación del trato, el ambiente se caldeó aún más. Un gesto en mano del hombre adinerado hizo que apareciera una nueva bala de rifle, surcando el corto espacio que había entre el ventanal y la silla en la que se situaba Lloyd. El disparo impactó, esta vez, en el otro brazo del muchacho, que irremediablemente musitó un nuevo grito ahogado en dolor. Trató de llevarse la mano a la herida, y lo logró con mucha dificultad, ya que su otra extremidad también estaba dañada. Apretó con fuerza los ojos, pues ahora sí estaba jodido. El dolor era tal, que asediaba en su cabeza con ferocidad. Su vista comenzó a nublarse poco a poco, amenazándole con una posible pérdida de conocmiento, pero no ocurrió. Su fuerza y su aguante era mucho mayores que aquel desgaste físico.
Por otra parte, el ahora orgullosísimo hombre con gabardina, muy furioso, mostró el contenido del tan misterioso objeto que llevaba consigo, para que así pudieran darse cuenta de lo que guardaba en su interior. Había una barbaridad de guiles dentro, un precio que absolutamente nadie podría rechazar. Enojado, arrojó la maleta que portaba en mano por la ventana, y con un gesto rápido, la hizo estallar en mil pedazos, una vez llegó al exterior.

- "Una bomba, ¿eh?..."

En cierto modo se alegraba de haber rechazado la oferta de aquel capullo. De no ser por ello hubieran completado su encargo, y tras eso, habrían sido arrastrados hacia una muerte segura tras tomar su recompensa. Un truco sucio que dejaba claro el tipo de persona que tenían delante.
Continuó apretando con la poca fuerza que le quedaba su brazo, taponando al menos momentáneamente la hemorragia.

De repente, un nuevo gesto de muñeca fue realizado por el individuo que había provocado todo ese caos, e instantáneamente, un grupo de soldados comenzaron a entrar en el local. Por su armadura y vestimenta podía distinguirse claramente que eran militares de Galbadia, soldados a las ordenes de la región. Así que eso queríad decir que ese tipo era un pez gordo del País, aunque desconocía su cara por cualquier motivo.
Fue cosa de rapidísimos segundos el verse rodeados hasta arriba. Decenas de personas apuntaban hacia ellos con sus armas en alto, impidiéndoles ningún gesto. Había pasado por situaciones complicadas, pero nunca tan cercanas a su final como ese día.
Desvió la mirada hacia un lado, y comprobó cómo Claire, molesta por el golpe de su agresor, se ponía de nuevo en pie. Esperaba una reacción brusca por su parte, pero se equivocó. Ella, misteriosamente, pareció mucho más calmada que antes, y se acercó al joven para, seguidamente, hablarle al cliente con serenidad, desde cierta distancia.
No le dispararon a ella, puesto que no realizó ningún movimiento extraño, además de que sus palabras parecieron cerrar aquel asunto. Aceptó la petición que anteriormente el peligrisáceo había rechazado, lo que provocó que éste la mirase algo confuso.
Pensó el por qué había dicho aquello, aunque tampoco tuvo por qué darle demasiadas vueltas. Siendo más inteligentes y menos orgullosos, deberían haber aceptado antes, pues ahora se veían entra la espada y la pared, casi pudiendo decir adiós a sus cortas vidas.

Y fue entonces, cuando de repente, la puerta del local se volvió a abrir. Desde su posición, y debido al efecto de contraluz que causaba la iluminación del exterior, sólo pudo reconocer una silueta, aunque algo más imponente que la del negociante. El hombre que allí se encontraba dio varias palmadas y comenzó a avanzar con lentitud. Poco a poco, los detalles de su figura iban aumentando, hasta que por fin, tras llegar al punto donde se encontraba el hombre de gabardina, pudieron reconocer de quién se trataba.
No era ni más ni menos que Seifer, comandante del ejército de Galbadia, el cual pareció mostrar, aunque con cierto sarcásmo, el desconforme con su "compañero". Lloyd escuchó atentamente la reprimenda que soltó sobre él, que ahora sí, había bajados los humos y mostraba un rostro totalmente asustado e indefenso. Justamente como lo pensó anteriormente, un cobarde respaldado por un escudo fácilmente resquebrajable.
No podía negar que la irrupción del rubio le había sorprendido notablemente, y que además, le daba muy mala espina. Recorrió poco a poco el cuarto, mientras que Lloyd simplemente le seguía con su mirada, casi inmovilizado por los dos disparos encajados. Y al poco de revisar lo que allí se encontraba, Seifer comenzó con sus macabros actos. Pisó el pie del hombre, donde había recibido un disparo antes, para hacerle sufrir un poco. A su vez, sacó del bolsillo una foto. Sin darle vueltas, la dejó sobre la mesa, y miró a los ojos al malherido chico.


- Vas a atrapar a este tipo. Y ahora lo harás si te interesa la vida de tu amiga la boca-grande. Quiero la mercancía dentro de dos noches, en el desfile en honor a la Bruja.

Y se giró a su compañera, sin más.

- En cuanto a ti, te vienes conmigo. ¿O tienes miedo, ratita? Oh, sí, porque eso es lo que eres, una ratita que sale corriendo a la primera de cambio. Haces creer a la gente que no te interesa el queso, pero en realidad te mueres por morderlo. Sí, me divertiré contigo. Y no como piensas. Eres demasiado... fea, para eso.

Lloyd apretó los dientes. No era el tipo de persona que aceptaba órdenes de nadie, pero viendo su estado actual y la persona que se había encargado de amenzarle, no tenía muchas alternativas. Además, por lo que había dicho recientemente el rubio, pensaba utilizar a Claire como recompensa para el mercenario, y eso era algo que no podía tolerar.

- Ni se te ocurra tocarla...

Habló despacio, un poco mareado por el dolor que aún recorría su cuerpo, debido a sendos disparos en los brazos. No había rechazado la petición del inesperado "cliente", pero sí que había dejado en alto aquel comentario, que visto de un modo u otro, podría tomarse como una amenaza.
Seifer simplemente comenzó a reir, y al momento, formuló una orden a sus hombres para que atrapasen a la Albhed. Todos los allí presentes se dirigieron rápidamente a por ella, que muy difícil debía tenerlo para escapar de tal situación. Lloyd estuvo a punto de levantarse, pues aunque no poseía fuerza suficiente en sus brazos, aún podía mantener el peso de su propio cuerpo. Sin embargo, recibió una fuerte patada del Comandante del ejercito del País, que le tumbó y le hizo arrastarse por el suelo, hasta chocar con la pared trasera.


- ¡Sal de aquí, Claire! -alzó por primera vez la voz. Se encontraba en el suelo, apoyando la espalda contra el muro del local, sin poder levantarse. Estaba demasiado aturdido como para realizar algún movimiento brusco.- ¡Muévete, joder!

Aquel comentario que pareció una orden, no era más que un gesto de preocupación hacia su compañera. Y es que, como antes quedó demostrado, pocas cosas importantes habían para el mercenario. Y dos de ellas ya habían sido tocadas por manos infames.

Sin poder hacer nada más, y resignado, arrastró su espalda con la pared para utilizarla como apoyo y levantar su cuerpo. Pero justo cuando estaba a punto de ponerse en pie, volvió a caer irremediablemente al suelo. Aquella patada, sumada con los dos balazos recibidos, eran demasiado. Sólo le quedaba esperar algún milagro, que cada vez se veía más lejano.
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Mensaje por Claire Jue Oct 14, 2010 5:59 pm

- "Después, date por muerto".

Aquella sonrisa falsa que mostró ante el insecto de gabardina negra fue sustituida por un rostro que transmitía total asombro por parte de la albhed. Acababan de llegar apenas unos minutos de una misión que les ocupó dos semanas fuera de casa, sólo les dió tiempo a saludar a Mogutaro y a dirigirse cuatro palabras más que finalmente fueron cesadas por la entrada de un individuo patético. Y ahora se veían en una situación en la que estaban en SU local y además de haber sido chuleados y humillados por alguien sin estilo, aparecía ni más ni menos en la entrada de Hellion, Seifer, comandánte del ejército de Galbadia, en resumidas cuentas, un pez gordo.

Claire que seguía al lado de su compañero, se quedó en blanco totalmente, como si de repente se acabase de desmayar y no pudiese ver nada, tan sólo la silueta y la imagen de aquel hombre de pelo rubio y ojos claros. Pero todo se debía a algo, y es que aquello le parecía totalmente subrrealista. Seifer, se quedó allí enfrente de los dos mercenarios y mientras pisaba fuertemente el pie del hombre de sombrero de copa dejó sobre la mesa una foto del supuesto objetivo que debían de capturar aquellos tres mercenarios, pero de una forma un tanto sospechosa pareció referirse tan sólo a Lloyd.


- Vas a atrapar a este tipo. Y ahora lo harás si te interesa la vida de tu amiga la boca-grande. Quiero la mercancía dentro de dos noches, en el desfile en honor a la Bruja.

La albhed entonces miró de reojo extrañada a su compañero que en aquel momento chocaba miradas con el comandante allí presente. De repente, éste se giró hacia ella y comenzó a darle órdenes, como de costumbre. Aquel día desde luego no era el mejor para Claire, todos los que se dirigieron a ella, excepto sus compañeros, le decían lo que tenía que hacer y eso era algo que no soportaba en absoluto.

- En cuanto a ti, te vienes conmigo. ¿O tienes miedo, ratita? Oh, sí, porque eso es lo que eres, una ratita que sale corriendo a la primera de cambio. Haces creer a la gente que no te interesa el queso, pero en realidad te mueres por morderlo. Sí, me divertiré contigo. Y no como piensas. Eres demasiado... fea, para eso.

La muchacha comenzó a reirse mientras se alejaba de Lloyd y daba pasos cortos pero firmes y con elegancia hacia Seifer.

- Tranquilo, no me van los rubios que tratan con brujas.

La albhed se paró en seco cuando finalmente se apoyó en la entrada de Hellion con los brazos cruzados y se le dibujaba una curva en sus labios. En cierto modo las situaciones difíciles le hacían sentir viva, apreciar un poco más todo aquello que había vivido y que viviría, y eso le provocaba una total satisfacción . De repente, y como si fuese a lo lejos, se escuchó la voz de Lloyd que lentamente decía:

- Ni se te ocurra tocarla...

Seifer entonces comenzó a reír de una manera escandalosa, y mientras que el peligrisáceo intentaba levantarse de la silla, éste le propinaba una patada en el pecho que hizo que el joven no pudiese hacer más nada. Tras eso, mandaba a sus hombres a apresar a Claire que extendió su brazo derecho hacia delante con la palma de la mano totalmente abierta. Aquel gesto quería decir que no hacía falta que nadie la cogiese, ni la atase, ni nada por el estilo, ella iría a donde mandase el comandante sin ninguna queja, pero no sin decir antes las últimas palabras en ese momento.

- ¡Sal de aquí, Claire! ¡Muévete, joder! - gritaba de fondo Lloyd.

- Dejo mi vida en tus manos Lloyd, eso no lo hago con cualquiera y lo sabes, asi que... no me defraudes. - dijo mientras se daba la vuelta y salía del local, mientras que de perfil y con un gesto de mano, se despedía de sus dos compañeros y susurraba. - Aunque sé que no lo harás.

La joven sonrió mientras miraba el suelo detenidamente y le daba vueltas una y otra vez a todo lo que acababa de suceder. Estaba claro, que aquello que había decidido hacer no era ni más ni menos que una muestra de total confianza hacia Lloyd.

Ahora sería una marioneta, tal vez fuese convertida en humana, o tal vez, aunque imposible pensar para Claire, totalmente quemada.
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Mensaje por Seifer Jue Oct 14, 2010 8:43 pm

- Tranquilo, no me van los rubios que tratan con brujas.

Vio cómo seguía hablando mientras decía verdaderas estupideces, cosas sin sentido que, realmente, nadie quería oír. Se acercó hasta ella y se inclinó para quedar a su altura.

-ELLA es LA Bruja, para tu información. Por cierto, rata parlante, dos cosas. La primera es que para ti soy señor Almasy. Y la segunda es que vas a pagar por tener la boca tan grande.

Levantó una mano y un total de cinco guardias aparecieron de repente, atrapando a Claire.

-¿De verdad piensas que iba a dejar que te fueras armada? Eres más tonta de lo que pensaba.

Con un gesto de la cabeza, dos soldados se acercaron hasta la mercenaria y le arrebataron todo lo que llevaba encima, pociones, guiles y otros incluídos. Por supuesto, las armas también.

-Cuando estés ante la Bruja siempre tienes que tener en cuenta varias cosas. Punto número uno: respeto. Ella es la más grande de todas, ella es suprema. NUNCA le faltes el respeto -se iba moviendo por la sala a la vez que hablaba, haciendo caso omiso de los gemidos de dolor de Lloyd o de la mirada preocupada del moguri. Su compañero también estaba en estado grave, pero no pareció darle mayor importancia-. Punto número dos: cuando faltes el punto número uno, habrá consecuencias. En este caso...

Seifer le arrebató el arma a uno de los soldados de Galbadia. Disparó prácticamente al instante y, del enorme cañón, salió una red que cayó de forma irremediable sobre Mogutaro. Éste, alarmado, comenzó a menearse estrepitosamente, intentando escapar. Seifer rió y se acercó hasta él. Sin piedad alguna, lo agarró del pompón y tiró de él hacia arriba. Sacó su sable pistola y, de un solo movimiento, el moguri cayó al suelo: le había cortado el pompón. Entre los gritos de desesperación del moguri, Seifer comenzó a andar con el trofeo en la mano, a la vez que alzaba la voz por encima del estruendo.

-¡No seas idiota, te volverá a crecer! -se acercó hasta Claire agarrando lo cortado por la antena. Lo meneó delante de sus ojos, haciendo que la bolita suave le rozara la cara-. Repite conmigo ^^ Se-ñor-Al-ma-sy ^^

Ante la mirada de odio de la chica, le propinó un fuerte golpe en el estómago. Como por arte de magia, ella cayó completamente desmayada. La gente necesitó varios segundos para percatarse de que la conocida magia morfeo había caído sobre ella. Seifer se giró hacia Lloyd y le lanzó el pompón sobre las piernas.

-En el desfile. No lo olvides. Vivo o muerto, me da igual.

El sonido estridente de un helicóptero llegó hasta ellos desde el exterior. Seifer hizo un gesto con la cabeza y sacaron a la chica de allí, montándola en el aparato volador. Cuando el Comandante llegó a la puerta, se detuvo para hablar con uno de sus soldados en voz baja.

-Nos llevamos también al peluche. Le crecerá, sí, pero le dolerá como nunca. Ése va servido de tortura. Procurad que el otro reciba asistencia médica cuando todo esto esté limpio.

Alzó un poco más la voz para que Lloyd lo oyera.

-Por cierto. Estás apuntado en mi lista.

Subió al helicóptero una vez que todos estuvieron en su sitio.

-Atadla y amordazadla. Atendedla para su salud. ¡Y haced que se calle ese maldito bicho!
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Mensaje por [WM]Equidna Jue Oct 14, 2010 8:45 pm

Off: Claire, ya que has perdido tus armas y tus pertenencias, deberías postearlo en el post correspondiente ^^ Toma en este caso el post dedicado a los guiles ^^
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Mensaje por Npc Vie Oct 15, 2010 10:29 am

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Mensaje por Npc Vie Oct 15, 2010 10:34 am

El sol ya había salido. Por las ventanas de Hellion se colaban algunos débiles rayos de luz. Un hombre, cargado con un maletín, caminó por entre las frías calles a la tenue luz del tímido sol que se despertaba. Alzó la cabeza al ver el cartel del local, agarrándose el sombrero. Entró sin preguntar, tal y como le habían informado.

Tirado en el suelo, desfallecido y cansado, estaba Lloyd. Tenía ambos brazos inmovilizados por las balas, y sendos agujeros mostraban un aspecto preocupante. Había manchas negras de sangre que salpicaban el suelo del local.

-Alabado sea Yevon... ¿qué ha pasado aquí? No debí dejar Spira para unirme a esa panda de... monstruos.

Se inclinó rápidamente sobre el muchacho de pelo del color de la plata y lo observó con detenimiento.


-Muchacho, muchacho, ¿estás bien? ¿Estás vivo?

Lloyd murmuró algo incoherente. Algo era algo. Se apresuró a colocar su maletín al lado, en el suelo, y lo abrió con determinación. La vida de aquel chico estaba ahora en sus manos.
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Mensaje por Lloyd Vie Oct 15, 2010 11:22 pm

Había perdido la noción del tiempo desde hacía ya un buen rato. No había caido en la inconsciencia, pero su cuerpo estaba completamente dormido, inerte, como si no tuviese vida. Tal vez habría sido mejor dejar que su cuerpo se desmayase, para así al menos disfrutar de un descanso y, como no, evitar aquel dolor tan intenso. Sus brazos eran, en aquel momento, dos cargas inútiles, pues notaba el peso de éstos caer hacía abajo, arrastrando con ellos las pocas fuerzas que le quedaban. Sus dedos apenas se movían, y sólo denotaban ligerísimos temblores cada vez que intentaba hacer algún tipo de esfuerzo para lograr ponerse en pie. Respiraba hondo y muy profundo, con alguna que otra tos, que le hacía aparentar un estado más grave del que en verdad tenía.

- ...

No había probado a levantar la voz, pero estaba seguro de que si trataba de hacerlo, no sería capaz. Sus ojos permanecían entornados, y puestos únicamente en una sola posición. Desviados hacia la salida del local, pensaba irremediablemente en lo que ahora sería de su compañera. Un sentimiento de dolor e impotencia le recorría constantemente, culpándose a sí mismo de todo aquello, por no haber sido capaz de protegerla. Si no hubiese vacilado a aquel tipo, quizás todo ese escándalo no hubiese ocurrido. Ahora pagaba por su error con aquel profundo sentimiento de culpa, torturándose psicológicamente sin tregua.
Su cuerpo malherido y su mente frustrada le dejaban en un estado de lo más pésimo, en el cual, antes, jamás podría haberse imaginado. Ladeó la cabeza, dejándola apoyada en su hombro, casi caida a un lateral. Comprobó entonces, en el suelo, y justo a su lado, la fotografía que Seifer le había entregado, la cual mostraba el rostro del tipo al que tenía que dar caza. Se trataba de, al igual que él, un chico de aspecto joven y cabellos níveos. Sonrió irónicamente con las pocas fuerzas que restaban en su cuerpo, y acto seguido, terminó por cerrar los ojos. No sabía como iba a salir de allí, pero estaba dispuesto a cumplir aquel trabajo que le habían encomendado. Ahora sí.

Pasaron los minutos, e incluso tal vez las horas, ya que no era capaz de saberlo. Fue entonces cuando la puerta del local se abrió nuevamente, sin aviso. La entrada le hizo despertar del reposo que estaba guardando, aunque no realizó ningún movimiento. Un hombre que al parecer no había estado relacionado con el incidente fue el encargado de dicho acto, el cual portaba una maleta bastante grande. Los párpados de Lloyd se separaron muy lentamente, quedando semiabiertos y enseñando unos ojos perdidos en un punto fijo. La luz se filtraba por las ahora destrozadas ventanas de Hellion, y penetraba con pesadez en sus pupilas.
El inquilino se acercó a él, claramente preocupado. No pudo distinguir correctamente los detalles de su cara, pero consiguió averiguar la ropa que vestía.


- Muchacho, muchacho, ¿estás bien? ¿Estás vivo?

Trató de responder, pero no logró decir más que un murmuro incoherente para cualquiera. Había perdido muchísima sangre debido a la incapacidad para taponar la hemorragia del brazo que fue dañado en segundo lugar, y por ello se mostraba en unas condiciones tan desagradables. Su color de piel era más pálido de lo normal, y la sangre, reseca, se amontonaba en muchas zonas de su cuerpo, especialmente en sus extremidades.
El hombre que había llegado, entonces, posó la maleta en el suelo, justo a su lado, y la abrió de par en par. Contenía bastantes productos de primeros auxilios, listos para ser utilizados. El joven mercenario desconocía por qué hacía aquello, pero suponía que si lograba recuperar su anterior estado de forma sería gracias a él. Y aunque no estaba acostumbrado a hacerlo, debería darle las gracias en cuanto pudiese lograr algo por su propia cuenta.
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Mensaje por Npc Sáb Oct 16, 2010 8:58 am

El trabajo le llevó algún tiempo. Las manecillas del reloj pasaban sin que se fijara mucho en ellas, pero la luz del sol que se filtraba por la ventana otorgaba claros indicios de que llevaba varias horas allí. Sudoroso ya, pero algo aliviado al ver la mejoría del chico, terminó su tarea pasándole un frasco que contenía aroma de Ochú, lo suficientemente fuerte como para reanimarlo.

-¿Qué? ¿Te encuentras mejor?
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Mensaje por Lloyd Sáb Oct 16, 2010 1:33 pm

Lloyd dejó que aquel médico trabajase sin complicaciones, sin abstenerse a nada y sin recriminación alguna. Para empezar, fue recobrando poco a poco la visión. Aquel manto nublado que teñía de un color grisáceo cada uno de los espacios que visitaban sus ojos se iba recomponiendo en sus tonalidades originales, y la difusa sombra de los rasgos más detallados de cada elemento allí presentes se volvía nítida y transparente. Ahora podía distinguir con claridad a ese hombre, comprobando así que, efectivamente, no había estado implicado en el destrozo de la reciente madrugada. Le miró, dejándose aún atender, ya que con el lento paso de los minutos notaba como su condición física había mejorado notablemente.
El caballeroso médico se encontraba limpiando las manchas más importantes de sangre, las que habían justo en la hendidura de las heridas de cada brazo. Había cortado la salida de ésta con la ayuda de varias gasas y un enorme rollo de vendaje. Los fuertes brazos del mercenario, cubiertos de tela por la zona del biceps, descansaban ahora aliviados. No tenía suficiente fuerza como para moverlos bruscamente, pero la detención de más pérdida de sangre le hizo notar un alivio inmediato. Cogió, una vez pudo y con un gesto muy lento, la foto que Seifer le entregó entre sus dedos, y la miró durante unos segundos.


- Necesito... encontrarle...

Su voz se escuchó un poco desgastada, pero ya había recuperado la consciencia lo suficiente como para gesticular frases cortas. Apartó la mirada del retrato, y la desvió hacia el hombre. No tardó más que unos nuevos segundos en volver a apartarla, dejándola caer hacia el suelo. Le costaba hablar con la gente mirándoles directamente a la cara.

- ...

Rápidamente, y para finalizar el tratamiento, el médico sacó un frasco con un aroma realmente dulce, el cual, al parecer, tenía unas propiedades curativas sorprendentes. Lo situó cerca de la nariz del muchacho, que agradeció tal acción y poco a poco consiguió moverse con mayor facilidad.


- ¿Qué? ¿Te encuentras mejor?

Aún con cierto dolor, pero logrando así comprobar que poco a poco volvía a tener fuerzas para realizar movimientos con los brazos, se llevó la mano derecha justo a la altura de la frente y furnció el ceño. Los mechones de su pelo escapaban entre sus dedos, humedecidos por el sudor. Cerró los ojos y trató de hablar.

- Me duele la cabeza. -dijo, con el mismo gesto.- Pero sí, estoy mejor.

Dejó caer el brazo sobre su rodilla entonces, la cual levantó un poco, quedándo sentado justo con la espalda apoyada en la pared y la mirada perdida en el suelo. Continuó sin mirarle, pero alzó lo poco que pudo la voz para agradecerle su gesto.

- Gracias.

Sentenció breve, como si aquella palabra fuese difícil de pronunciar. No dijo más. Nunca le había gustado a la gente hablar con él, puesto que no era una persona con la que se pudiese mantener una buena conversación. Sus comentarios siempre fueron breves y claros, sin buscar siquiera una excusa para hablar con los demás o un tema del que pudisen charlar. Continuó sin alzar el rostro, mirando el pompón de Mogutaro, que se mantenía inerte entre sus piernas.

- "Claire... aguanta..."
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Mensaje por Npc Sáb Oct 16, 2010 4:11 pm

El hombre terminó de asistirlo y se colocó bien las gafas.

-No sé qué habrás hecho, pero ten cuidado. Espero no volver a verte jamás, y lo digo con toda la buena intención del mundo.

Realizó un gesto parecido una reverencia, inclinándose ligeramente hacia delante y colocando las manos de una manera que Lloyd desconocía totalmente.

-Que Yevon te guíe.

Y, sin decir más, se limpió las manos con un pañuelo, cogió su maletín, y se marchó.
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Mensaje por Lloyd Dom Oct 17, 2010 8:09 am

Poco más tuvo que esperar para encontrarse mucho mejor. El dolor de sus brazos aún continuaba presente, pero era tan leve como un simple pinchazo, como si se hubiese dado un buen golpe en la zona. Aquella molestia no era suficiente para detenerle, pues el tiempo corría en su contra.
Cuando la asistencia médica llegó a su fin, el hombre que le sanó las heridas se puso en pie, dejándo claro que ya había cumplido su cometido.

Seguidamente realizó una extraña reverencia, algo insólito en todos los viajes de Lloyd. El mercenario pensó que pertenecería a algún desconocido tipo de religión, y no quiso darle importancia.

- Que Yevon te guíe.

Fue lo último que dijo antes de marcharse, pues con eso, salió de la estancia con aparente prisa.

Lloyd continuó estático en aquella posición, sin mirar hacia ningún lado más que el suelo que pisaba. Aún permanecía apoyado contra la pared, con una pierna extendida y la otra inclinada, situando su brazo sobre la rodilla de ésta. Suspiró muy hondo, y realizando un importante esfuerzo, se puso en pie. Tenía algunos huesos engarrotados de pasar tanto tiempo en la misma posición, y los músculos un poco dormidos. Tomó en mano de nuevo la foto, y volvió a observarla con detenimiento. Sus ojos permanecían fijos en el rostro del chico del retrato, escupiendo una mezcla de odio y confusión.

- No sé qué demonios has hecho para salir tan caro -dijo para sí, sin alzar demasiado la voz- , pero este trabajito ya me está empezando a tocar los cojones.

Guardó la fotografía en su bolsillo y se dirigió hacia la mesa principal, que ahora se mostraba completamente desordenada y destrozada. Sobre ella se encontraba su pistola, un arma de fuego automática que sin duda la vendría de maravilla en aquel sucio encargo. Tras ello miró al suelo de nuevo, donde, desde la intrusión de aquel hombre adinerado, había aguardado su espada. Se acercó a ella despacio y sonrió con brevedad.

- Hora de salir de caza, pequeña.

Con soltura y destreza, pasó al lado del arma y realizó una espectacular maniobra. Pisó la empuñadura con fuerza, haciendo que se elevase unos pocos centímetros del suelo, y antes de que volviese a caer, propinó un fuerte golpe ascendente en la misma zona con el talón. La espada voló varios metros por encima de su cabeza, dando unos cuantos giros completos en el aire. Tras ello, cayó justo en posición vertical, clavando la hoja en el suelo, el cual no le importó dañar debido al triste estado en el que se encontraba.
Tomó en mano la zona de agarre del arma, y la desclavó con suavidad y elegancia para seguidamente envainarla en su "funda". Portaba una serie de cinturones de cuero a la espalda, a la altura de la cintura, donde posaba aquella reliquia que tanto valor tenía para él.


Su rostro mostraba ahora total decisión, quizás obtenida gracias al médico que le hizo recuperarse tan rápidamente. Pero sobre todo, encontraba la motivación en la recompensa del encargo. Ese maldito Seifer sí que sabía como convencer a un tipo tan difícil como Lloyd. Con rapidez, y sin perder ni un solo segundo, sus pasos le guiaron hasta la puerta trasera del local, donde, al cruzarla, encontraba dos direcciones. Un pequeño camino escalonado hacia un piso superior era la primera de ellas. La segunda, continuando de frente, daba con otra compuerta. Tomó esta puerta como destino y la abrió de par en par, para seguidamente encender las luces de aquel habitáculo oscuro que ahora pisaba. Al iluminarse podía observarse donde se encontraba; un pequeño garaje que guardaba dos motos de buen tamaño, algo pesadas debido a la potente cilindrada que poseian.
El muchacho sacó una pequeña llave del bolsillo, que contaba con un botón en el llavero que se unía a ella. Lo accionó y encajó la llave para hacer funcionar el vehículo de dos ruedas. Un fuerte estruendo se escuchó debido al ruido del motor, a la vez que se elevaba la gran puerta del garaje. La ciudad de Deling ya se mostraba ante sus ojos.


- Espero por tu propio bien que no me lleves demasiado tiempo. -musitó para sí, refiriendo esas palabras al que sería su presa.

En pocos segundos ya se encontraba sobre el vehículo. Fue cuestión de esperar nuevas décimas hasta que accionara el acelerador, y con su objetivo claro en mente, saliera disparado de allí.
Cuando comenzó el trayecto, sólo podía dibujar la imagen de Claire en su cabeza, la cual, como era lógico, le preocupaba de sobremanera. Por eso hacía aquello. Por eso conseguiría la tarea que le había sido encomendada, pues en su mente no había margen de error.


- ...

Una de las misiones más importantes que había realizado hasta el momento acababa de comenzar. Sólo quería que no le deparase demasiados problemas, aunque estaría preparado para cualquier cosa.



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