Como siempre, tantas palabas sin sentido.

por **Amila** Sáb Nov 27, 2010 11:35 am

No es exagerado decir que Amila hubiera dado cualquier cosa por abandonar el lugar. Los bostezos incesantes del resto del público a su alrededor hacían más pesado si cabe el penoso discurso sobre la moralidad y la ética en el uso de la magia. ¡Por el amor de Dios/Alá/Buda..! (hay que ser respetuosa con todos los Dioses),la señorita Sunshine llevaba mucho más tiempo que ese endeble y patético guado con un extraño y excéntrico traje practicando el arte de la magia. Suspiró y bostezó levemente. Se apresuró a cubrir esa pequeña muestra de aburrimiento y aprovechó para mirar a todas partes, buscando un aliciente para su continuidad en la sala. A lo lejos, vio a un pequeño... minúsculo guado agitando sus manos intentando crear lo que parecían mariposas brillantes. La morena levantó una ceja-bueno, realmente levantó las dos, pero recordemos que lleva una máscara que le cubre el ojo derecho.- y escudriñó los ojos.

- ¿Pero qué..? - pensó mientras veía unos mini-destellos brotar de aquellas diminutas y jóvenes manitas. - ¿Lo ha conseguido?

Desde tan lejos era prácticamente inapreciable la forma de aquellas pequeñas motas de luz. Si bien es cierto que nadie más aparte de ella parecía prestarle atención, eran lo suficientemente llamativas como para alertar a las personas alrededor del joven. Sin embargo, ni la misma señora que sostenía en sus rodillas al pequeño guado era partícipe de su alegría al conseguir que brotaran de sus manitas aquellas bonitas muestras de arte.

A pesar de los incansables intentos del niño por continuar con su inofensiva magia, aquellas supuestas mariposas brillantes no conseguían despegarse cinco centímetros de sus dedos; morían casi instantáneamente. Frustrado, comenzó a llorar y a restregarse los ojos con las manos a la par que pataleaba y suplicaba un poco de atención. Su madre, abochornada, intentaba calmarlo con pequeños susurros y abrazos sin sentimiento, pero el pequeño no se sentía satisfecho. Enfadado, se concentró en sus manos e intentó liberar otro de esos animalitos luminosos, esta vez con muchas más ganas. Amila, al notar su énfasis, sonrió pícaramente y alzó levemente la mano derecha a la par que la enfocaba hacia el señor creador de luces.

De repente, un maravilloso y grácil pájaro dorado se alzó en mitad de la sala. Revoloteó alrededor del pequeño y después se aventuró a recorrer el resto del lugar. Las personas, apabulladas por la majestuosidad del ser, se levantaban de sus asientos para contemplarlo de cerca, e incluso lo llamaban para intentar tocarlo. La señorita Sunshine aprovechó para levantarse también y alejarse de los asientos lentamente. Con pequeños movimientos evasivos y elegantes, la guado abandonó el lugar con una increíble sensación de autosuficiencia. Se arregló el vestido, se recompuso el cabello y dio dos pasos hacia el camino que la alejaba de allí.

- Lo sabía; fuiste tú.

Una voz a su espalda le hizo pararse en seco. Sin dejar de sonreir, se encogió de hombros y contestó sin mirar a la cara al emisor de ese comentario.

- Oh, vaya. ¿Me crees tan infantil? Tú siempre decías que los trucos baratos sólo los hacen los niños y los ineptos sin aptitud para la magia.

Y tras una breve pausa en silencio, se alejó del lugar, esperando no tener que volver en mucho tiempo.

por **Npc** Dom Nov 28, 2010 4:46 pm

Un hombre preocupado deambulaba por las afueras del anfiteatro de Luca. Caminaba de un lado para otro, al parecer sin saber qué hacer, indeciso. Miraba hacia la entrada, y luego hacia el camino que conducía a la ciudad, arrugando un poco la frente y apretando los labios. Por la pinta que tenía, se diría que era un mercenario.

Entonces, en eso, el hombre observó a Amila salir del interior del recinto. Vaciló un segundo, pero observó a la chica detenidamente y decidió que lo mejor sería pedir ayuda, si es que quería resolver el problema; la mujer se veía indudablemente poderosa. Seguramente una hechicera de alcurnia.

- Disculpe, señorita... me encuentro en una situación desesperada. ¿Podría ayudarme, por favor?, le recompensaré claro.- se apresuró a decir el hombre preocupado.

por **Amila** Miér Dic 01, 2010 4:15 pm

Amila ya se había dispuesto a marcharse, sobre todo después de haber formado ese lío. Sin embargo, lo que parecía ser un mercenario llamó su atención, pidiéndole ayuda. Amila dudó varios segundos, pero al fin se dio media vuelta y miró al preocupado transeúnte. Lo vio mirando a todas partes, por lo que supuso que se le había perdido algo. Su compañero, encargado de hacerle notar que sabía que había sido ella la causante del alboroto, se había marchado enfadado y se había adentrado de nuevo en el auditorio, por lo que por fin pudo respirar tranquila.

- Es como si hubiera perdido algo, ¿no? Parece bastante preocupado; será un placer ayudarle.

Se acercó al usuario de la petición y le sonrió levemente, mostrando confianza. No era su mayor afición dedicarse a encontrar cosas perdidas, pero tampoco sabía ser descortés. Ante todo, compostura.

por **Npc** Vie Dic 17, 2010 2:16 pm

La respuesta de la joven extravagante había inculcado un alivio sobrenatural al nervioso mercenario, el cual no tomaba muy en cuenta sus recelos hacia los extraños en cuanto hizo una inclinación con la cabeza a modo de gratitud y le indicó que lo siguiera con una seña del dedo.

- Muchas gracias, señorita, es usted bondadosa. Verá, es que... algo ha aparecido en el camino de Mi'hen, y no se qué es porque no alcancé a verlo bien pero...- caminaba rápido, guiando a la chica lejos del auditorio-... se ha llevado a mi querido chocobo, y temo lo peor. Creame, valoro demasiado a esa criatura, por lo que mas quiera, ayudeme...

Parecía que se iba a echar a llorar en cualquier momento, peor guió con paso firme a Amila.

por Contenido patrocinado

Como siempre, tantas palabas sin sentido.

Como siempre, tantas palabas sin sentido.

Re: Como siempre, tantas palabas sin sentido.

Re: Como siempre, tantas palabas sin sentido.

Re: Como siempre, tantas palabas sin sentido.

Re: Como siempre, tantas palabas sin sentido.